En términos generales, la mezcla de productos de una empresa consiste en todos aquellos productos que son ofrecidos a la venta. Sean pocos o muchos, la estructura de una mezcla de productos contempla tanto amplitud como profundidad.
Por una parte, la amplitud de una mezcla de productos se mide por el número de líneas que maneja (tipos). Por otra, la profundidad se mide por la variedad de modelos, tamaños, colores, entre otros, que ofrece cada línea (variaciones de los tipos).
Es decir, una línea de productos considera un grupo amplio de productos, diseñado –básicamente– con características similares y para usos semejantes. No obstante, cada línea debe ser planeada con mucho cuidado para tener control sobre ella y posicionarla eficazmente. Ya sea en relación a otros productos que son comercializados por la misma empresa u otros productos que son competidores, echando mano de las características, la calidad, el precio y las imágenes asociadas con cada producto de la mezcla.
Una empresa puede expandir la mezcla de productos ya sea extendiendo el número de líneas, o bien, aumentando la profundidad de una en particular, ofreciendo así una gama de opciones más amplia acerca de un producto. Y atrayendo más clientes. En el caso contrario, una empresa puede contraer la mezcla de productos, ya sea eliminando una línea entera o simplificando el surtido dentro de una, prescindiendo de aquellos productos que le generan poco a o nula ganancia.
En uno u otro caso, el manejo de la mezcla debería ser congruente con el ciclo de vida de los productos (introducción, crecimiento, madurez o declinación) y considerar opciones tales como la modificación del diseño, del empaque o de algunas características, ya sea para generar un mayor potencial de ganancias o para reposicionar una línea específica.