A pesar de que hablamos español, no en todos los estados de la República Mexicana se utilizan las mismas palabras; hay algunas que son características de ciertas regiones. A esos vocablos se les llama regionalismos.
Por ejemplo, en Veracruz al bolillo le dicen conejillo; en Yucatán se utilizan muchas palabras del maya, como otocho: casa, hogar; tzirís: pequeño; winik: campesino, etcétera. En Chiapas al perro le dicen chucho; en Yucatán, pek. EnTorreón al auto se le llama mueble, y en Oaxaca el hijo menor de una familia es el socoyote.
Cuando una persona habla, podemos distinguir su edad y su grado de cultura. Otras veces podemos saber a qué se dedica y hasta cuál es su carácter.
La lengua está en constante cambio y evolución
Un ejemplo de lo anterior es el lenguaje que usan los jóvenes:
“En buena onda, acompáñame al antro, se va a poner de pelos. ¡Neta! Llégale.
Es un lenguaje. Interesante, creativo y efímero. Algunos adultos opinan que los jóvenes echan a perder nuestro lenguaje. Otros, que esto sólo es característica de las clases sociales bajas y marginadas. Hasta identificamos grupos como los pachucos, los rockeros, los hippies, los cholos, los darketos, etcétera, que se distinguen por su habla y por su forma de vestir. Cada generación en su tiempo usa su lenguaje de manera particular.