De hecho si aceptamos la idea interaccionista de la cultura, toda cultura es básicamente pluricultural. Es decir, se ha ido formando, y se sigue formando, a partir de los contactos entre distintas comunidades de vidas que aportan sus modos de pensar, sentir y actuar.
Evidentemente los intercambios culturales no tendrán todos las mismas características y efectos. Pero es a partir de estos contactos que se produce el mestizaje cultural, la hibridación cultural.
En ocasiones es difícil tomar conciencia de este mestizaje cultural porque la percepción humana es selectiva. Esta percepción selectiva nos lleva a fijarnos en aquellos fenómenos de la vida cotidiana que reafirman una concepción preconcebida de la realidad.
De esta forma vamos reafirmando nuestra visión de la realidad porque vemos, prioritariamente, lo que la reafirma.
Se trata simplemente de hacer una mirada pluricultural a nuestro alrededor para darnos cuenta de la cantidad de manifestaciones culturales que se consideran como propias y que tuvieron su origen en comunidades de vida que en la actualidad se las considera como culturalmente distintas.
Hay que aceptar el hecho que la realidad cultural es, en sus orígenes y en la actualidad, pluricultural.
Una cultura no evoluciona si no es a través del contacto con otras culturas pero los contactos entre culturas pueden tener características muy diversas. En la actualidad se apuesta por la interculturalidad que supone una relación respetuosa entre culturas.
Mientras que el concepto «pluricultural» sirve para caracterizar una situación, la interculturalidad describe una relación entre culturas.
Aunque, de hecho, hablar de relación intercultural es una redundancia, quizás necesaria, porque la interculturalidad implica, por definición, interacción.
Para una eficaz comunicación intercultural es necesario, por un lado, una nueva competencia comunicativa y, por otro lado, un cierto conocimiento de la otra cultura no es suficiente conocer un idioma, hay que saber también, por ejemplo, el significado de la comunicación gestual del interlocutor.
La comunicación intercultural no sólo supone comunicarse con otras culturas sino también hacer el esfuerzo de repensar la propia cultura.
La comunicación implica, también, ser capaz de compartir emociones. Es decir, hay que ser capaz de crear una relación de empatía.
La empatía es la capacidad de sentir la emoción que otra persona experimenta. Tener la habilidad de empatizar es imprescindible en muchas relaciones interpersonales.
La empatía también es necesaria para la comprensión mejor de «el otro». No se trata simplemente de sentir lo que él o ella siente, sino que a través de las emociones aumentar nuestra comprensión.
Hay que tener en cuenta que si entre personas de una misma comunidad de vida, en ocasiones, se producen incomprensiones, entre personas socializadas en culturas distintas éstas pueden aumentar.
En la comunicación intercultural hay que asumir que el malentendido puede ser la norma y no la excepción.
Las relaciones sociales son relaciones de poder, por ello en la comunicación también se manifiestan estas relaciones de poder.
A la hora de iniciar una comunicación intercultural es necesario establecer las bases para el intercambio cultural. El diálogo intercultural debe realizarse dentro de la mayor igualdad que sea posible.
Para una comunicación intercultural eficaz es necesario:
- Una lengua común
- El conocimiento de la cultura ajena
- El reconocimiento de la cultura propia
- La eliminación de prejuicios
- Ser capaz de empalizar
- Saber metacomunicarse
- Tener una relación equilibrada
Algunos de los obstáculos de la comunicación intercultural son:
- La sobregeneralización
- La ignorancia
- Sobredimensionar las diferencias
- Universalizar a partir de lo propio
Fuente: Introducción al Estudio de la Comunicación de la U de Londres