Concepto
El razonamiento es un proceso en el que el razonador es consciente de que un juicio, la conclusión, es determinado por otro juicio o juicios, las premisas, de acuerdo a un hábito general de pensamiento, que puede que él no sea capaz de formular con precisión, pero que aprueba como conducente al conocimiento verdadero. Por conocimiento verdadero entiende, aunque generalmente no es capaz de analizar su significado.
El conocimiento último en el que espera que finalmente pueda descansar la creencia, sin ser perturbada por la duda, con respecto a la cuestión particular a la que su conclusión se refiere. Sin esta aprobación lógica, el proceso, aunque puede ser estrechamente análogo al razonamiento en otros aspectos, carece de la esencia del razonamiento. Cada razonador pues, en tanto que aprueba ciertos hábitos, y por consiguiente métodos, de razonamiento, acepta una doctrina lógica, llamada su logica utens.
El razonamiento no comienza hasta que se forma un juicio; pues las operaciones cognitivas antecedentes no están sujetas a aprobación o desaprobación lógica, al ser subconscientes, o no lo suficientemente cercanas a la superficie de la consciencia, y por tanto incontrolables.
El razonamiento, por lo tanto, comienza con las premisas que se adoptan como representando percepciones, o generalizaciones de tales percepciones. Todas las conclusiones del razonador deberían referirse solamente a las percepciones, o bien a proposiciones que expresen hechos de percepción. Pero esto no equivale a decir que las concepciones generales a las que llega no tengan valor en sí mismas.
Clases elementales del razonamiento
El razonamiento es de tres clases elementales; pero los razonamientos mixtos son más comunes. Estas tres clases son:
inducción,
deducción, y
presunción.
La inducción
La inducción tiene lugar cuando el razonador ya sostiene una teoría más o menos problemáticamente (oscilando desde una pura aprehensión interrogativa hasta una fuerte inclinación mezclada con muy poca duda); y, habiendo reflexionado acerca de que si esa teoría es verdadera, entonces bajo ciertas condiciones deberían aparecer ciertos fenómenos (cuanto más extraños y menos creíbles a priori mejor), procede a experimentar, esto es, a llevar a cabo esas condiciones y a esperar los fenómenos predichos.
La presunción
La presunción es la única clase de razonamiento que proporciona nuevas ideas, la única clase que es, en este sentido, sintética. La inducción se justifica como un método que debe a largo plazo conducir a la verdad, y eso, por la modificación gradual de la conclusión actual.
No hay justificación tal para la presunción. La hipótesis que concluye problemáticamente es con frecuencia completamente errónea en sí misma, e incluso el método no necesita conducir siempre a la verdad; porque puede ser que las características del fenómeno que pretende explicar no tengan explicación racional en absoluto.
Su única justificación es que su método es el único modo en el que puede haber alguna esperanza de alcanzar una explicación racional. Esta doctrina coincide sustancialmente con la de algunos lógicos; pero está radicalmente en desacuerdo con una teoría común y con una práctica común. Ésta ordena que el razonador se guíe por probabilidades equilibradas, de acuerdo con la doctrina de la probabilidad inversa.
Depende de las probabilidades que se conozcan a priori. Si estas probabilidades antecedentes fueran hechos estadísticos sólidos, como aquellos sobre los que descansa el negocio de los seguros, los preceptos ordinarios y la práctica serían razonables. Pero no hay, y no puede haber, en la naturaleza de las cosas, hechos estadísticos.
La deducción
La tercera forma elemental de razonamiento es la deducción, cuya justificación es que los hechos presentados en las premisas no podrían ser verdaderos bajo ninguna circunstancia imaginable sin implicar la verdad de la conclusión, que es por tanto aceptada con modalidad necesaria. Pero aunque sea necesaria en su modalidad, no se sigue de ningún modo que la conclusión sea ciertamente verdadera.
Cuando estamos razonando sobre estados de cosas puramente hipotéticos, como en matemáticas, y podemos convertir en una de nuestras hipótesis el que lo que es verdadero dependerá sólo de una cierta clase de condición de modo que, por ejemplo, lo que es verdadero de ecuaciones escritas en tinta negra sería desde luego igualmente verdadero si estuvieran escritas en rojo podemos estar seguros de nuestras conclusiones, siempre que no se haya incurrido en meteduras de pata. Esto es “razonamiento demostrativo”.
Las falacias en la matemática pura han permanecido sin detectar durante muchos siglos. La deducción sólo se aplica a estados de cosas ideales —o a estados de cosas reales concebidos como ideales, separándose siempre más o menos de la realidad.