Literatura griega épica y lírica

De la mitología a la literatura

La mitología antigua consiste en un conjunto de leyendas y relatos, de trasfondo religioso, protagonizados por dioses y héroes. En sus orígenes pretendían servir para explicar los fenómenos de la naturaleza y los hechos del pasado. Aunque esta función sea cubierta después por la filosofía y la historia, los mitos pervivirán, gracias a su belleza literaria y a sus apasionantes tramas, que serán fuente de inspiración para la creación literaria.

Y no sólo en época griega, sino hasta nuestros días. La amplitud y complicación de los mitos griegos hizo necesario recopilarlos y sistematizarlos. De ello se encargó Hesíodo (s.VIII a. C.).

Sus principales obras son:

Teogonía: poema donde se relatan los mitos del origen del mundo y se resume el parentesco entre los dioses.

Los trabajos y los días: poema de intención moral que exalta el trabajo y la justicia. Incluye consejos sobre las labores agrícolas.

La poesía épica

La nobleza griega era muy aficionada a escuchar las heroicas hazañas guerreras de sus antepasados, con las que se identificaban. Los poemas épicos (de la palabra griega epos, «narración») que las relataban eran compuestos y transmitidos oralmente por unos poetas itinerantes, llamados aedos o rapsodos.

Los temas fundamentales de estos poemas estaban relacionados con las leyendas de la guerra de Troya: los griegos sitiaron esta ciudad después de que el príncipe troyano Paris raptara a la hermosa Helena, esposa del rey griego Menelao.Tras muchos años de luchas, los griegos consiguieron conquistar la ciudad fingiendo su retirada y ocultándose en un caballo de madera.

Otro tema era las dificultades del regreso de los héroes a sus tierras. En general, la épica se caracterizaba por:

Repetición de fórmulas y adjetivos.
Uso abundante de la comparación.
Minuciosas descripciones.
Crátera griega con escena de banquete (Museo Arqueológico, Madrid). Los griegos, como después los romanos, comían reclinados y solían acompañar sus banquetes con música y recitación de poemas épicos y líricos.

Los grandes poemas homéricos

La mayoría de los poemas épicos griegos se han perdido, pero se conservan dos extensas obras compuestas por Homero (s.VIII a. C.):

La Ilíada, que narra un episodio de la guerra de Troya (Ilión, en griego). El principal héroe griego, Aquiles, enfrentado con el jefe Agamenón, se retira del combate. Ello favorece en la lucha a los troyanos, pero tras la muerte de su amigo Patroclo, Aquiles regresa y mata al jefe enemigo, Héctor. Los dioses participan activamente en la acción tomando partido por uno u otro bando.
La Odisea, que relata el largo viaje de Ulises (Odiseo, en griego) desde Troya hasta su patria, Ítaca. Gracias a su ingenio consigue superar numerosas aventuras entre seres fantásticos, como sirenas o cíclopes. A su regreso, deberá enfrentarse a varios nobles que pretenden casarse con su esposa Penélope y usurpar la corona.

La poesía lírica

Si la poesía épica narra los hechos gloriosos del pasado, la poesía lírica se ocupa de los sentimientos e inquietudes del presente. Su nombre se debe a que los poemas se cantaban acompañados por una lira o flauta. La época dorada de la lírica griega abarca del siglo VII al V a. C. y pueden distinguirse dos grandes grupos:

Lírica coral: largas y complejas composiciones, destinadas a ser cantadas por un coro en fiestas religiosas, funerales, bodas u otras celebraciones. Su mayor representante es Píndaro (s.VI-V a. C.), famoso por sus poemas en honor a los vencedores olímpicos.
Lírica individual: poemas más breves, de recitación individual. Sus temas son morales o satíricos (como Arquíloco, s. VII a. C., que se burla del heroísmo), pero sobre todo expresan la subjetividad del poeta: así, Anacreonte (s.VI-V a. C.) canta a los placeres de la vida y Safo (s.VII a. C.), al amor.