La baja recaudación de los gobiernos estatales y municipales, así como un alto nivel de dependencia de las transferencias federales, explican la dificultad que tienen los gobiernos locales para resolver las crecientes demandas de servicios y gasto social de la población. Por ello, el nuevo federalismo fiscal mexicano debe dirigirse hacia un incremento en la correspondencia entre las decisiones de ingreso y las decisiones de gasto en el ámbito local. Lo anterior se logrará al aumentar las fuentes de ingreso a las cuales tienen acceso real los gobiernos locales, sin que con ello se deterioren las finanzas del Gobierno Federal o se regrese a la multiplicidad de impuestos existente hasta antes de 1980.
Con lo anterior, será posible:
– Reconocer el potencial de los gobiernos locales para resolver eficientemente las demandas de sus ciudadanos;
– Apoyar eficazmente a las entidades federativas y municipios para fortalecer la capacidad y eficiencia de su sistema hacendario;
– Facilitar a los ciudadanos la evaluación del desempeño de sus gobernantes al eliminar los problemas de información que produce el sistema federal de transferencias; y
– Proveer a los ciudadanos de herramientas fiscales para decidir si se llevan a cabo o no nuevos proyectos de gasto o impuestos.