Veamos a las ciudades que se megapolizan, el deterioro de la naturaleza, la contaminación de los recursos; el crimen, la violencia imperante en este siglo; todo esto entretejiéndose como una telaraña en toda la superficie terrestre.
¿Es acaso esto el cambio?, ¿es acaso esto un cambio planeado?, ¿o es el resultado de un cambio que se ha dado sin planeación alguna? Contéstese usted mismo: nuestra respuesta es que la sociedad de hoy es el resultado de un cambio no planeado.
Es entonces donde empieza a tomar fuerza este importante aspecto tan relevante para la sociedad actual y la de los tiempos venideros.
El cambio, claro está, depende de nuestra percepción y de la acción que tomemos, en este sentido, para efectuar un cambio creciente, debemos observar a las grandes personalidades que le han dado empuje a esta sociedad, y que la han hecho crecer con dignidad, dejando a lo largo de la historia huella y trascendencia.
Debemos mirarlos, no para imitarlos perdiendo nuestra propia identidad, sino para aprender de ellos, criticándolos constructivamente y formulando nuestro propio criterio como personas pensantes y no como individuos andantes.
Este fenómeno debemos verlo como una oportunidad para erradicar las fallas, para tomar una verdadera conciencia que vale más que mil espadas, para despertar nuestra creatividad y nuestro ingenio, para aprender de los demás, para adquirir un gran cúmulo de conocimientos que son fuerza y permiten atacar sin riesgo, para conquistar sin derramamiento de sangre y tener logros superando a los demás, para tratar de mejorar el propio yo (en donde está la clave del verdadero cambio).
El éxito se fundamenta en la capacidad de percibir y de entender los cambios y los reflejos en el hombre y las organizaciones, adaptándose a las exigencias de los hechos nuevos, y anticipándose a la llegada de otros cambios.
El éxito se fundamenta en la capacidad de percibir y de entender los cambios y los reflejos en el hombre y las organizaciones, adaptándose a las exigencias de los hechos nuevos, y anticipándose a la llegada de otros cambios.
Por si fuera poco, el proceso de cambios internos es una característica de los organismos vivos; cuando cesan los cambios en el organismo, éste muere. Vida y movimiento son el reflejo del cambio. Incluso La propia muerte es cambio, es trascendencia de estado; recordemos pues: “en la naturaleza nada se crea, nada se pierde, todo se transforma” según la frase de Lavoisier.
La respuesta que debemos tener ante esta serie de situaciones es percibir, entender y asimilar los nuevos hechos, criticándolos, mejorándolos, integrándolos y perfeccionándolos para crear, innovar, prever y planear soluciones y acciones; cambiar de modo intencional, aprovechando toda la potencialidad de crecimiento personal u organizacional.
Este enfoque hace énfasis en la adaptabilidad y la flexibilidad para adaptarse al cambio (modo lúcido, proactivo, eficaz y saludable), trata de identificar, controlar y dirigir favorablemente las fuerzas y factores implícitos en el proceso de cambio.
Ésta es una de las tareas más difíciles, pero a la vez más importantes dentro de las organizaciones, que se con-vierte en uno de los grandes desafíos de éstas.
Lo que ocurre en el medio externo, en los campos económico-financieros, industriales, educacionales, psicosociales, militares y políticos puede influir en la empresa.
Los hechos nuevos de la coyuntura social del mundo de la economía y de las finanzas, de la acción de los competidores, de la disponibilidad y costo de recursos materiales y humanos, los procesos tecnológicos, etcétera, todo tiende a afectar de cierto modo el equilibrio interno de las organizaciones.