Es preciso distinguirlos y relacionarlos entre sí en lugar de confundirlos o de sostener dogmáticamente que alguno de ellos es el dominante, al cual están subordinados los demás. En particular, es menester distinguir los siguientes aspectos del subdesarrollo:
– Biológico: alimentación, alojamiento, higiene o cuidado de la salud deficientes;
– Económico: agricultura, industria o comercialización anacrónicas o mal organizadas;
– Político: concentración del poder político en pocas cabezas;
– Cultural: analfabetismo, falta de acceso popular a la cultura superior, predominio de la pseudo-cultura comercial (por ejemplo novelas de Corín Tellado y música rock), o atraso de las ciencias, técnicas, humanidades, o artes.
Dado que tanto el desarrollo como el subdesarrollo son multidimensionales, no es legítimo igualarlos con algunos de sus aspectos. El desarrollo (o subdesarrollo) auténtico es integral, no sólo porque se da en los cuatro aspectos sino también porque éstos están interrelacionados.
Obsérvese que esta visión sistémica o integral del desarollo se alcanza, no desde una ciencia social particular, sino desde la filosofía. Y nótese que tiene diversas consecuencias teóricas y prácticas. Mencionaré sólo tres de ellas.
Una primera consecuencia es que todo modelo del desarrollo (o subdesarrollo o estancamiento) de una sociedad debiera contener variables biológicas (por ejemplo longevidad y tasas de natalidad y mortalidad), económicas ( por ejemplo, PIB y tasa de inversión productiva), políticas (por ejemplo, grado de participación popular en la gerencia de las empresas y en asuntos del Estado), y culturales (por ejemplo, porcentaje de la población que accede a la universidad).
Una segunda consecuencia del modelo sistémico de la sociedad y del desarrollo es que no existe un único indicador de desarrollo, ni siquiera una batería de indicadores del mismo tipo, por ejemplo, económicos. Un indicador fidedigno de desarrollo no puede ser un número único (tal como el PIB) sino un vector con componentes biológicas, económicas, políticas y culturales de diversos tipos: dominantes o débiles, relativos o absolutos, aislados o sistémicos, descriptivos o normativos.
Por último, también se sigue que todo plan de desarrollo auténtico deberá ser integral, no parcial. Y, para que lo sea, deberá ser concebido por equipos multidisciplinarios antes que por economistas (o higienistas o políticos o educadores). Igualmente, toda evaluación de la ejecución de semejante plan deberá hacerse teniendo en cuenta indicadores de los tipos mencionados hace un momento.
En suma, los economistas del desarrollo ignoran a su riesgo, y sobre todo a riesgos de sus pueblos, los aspectos no económicos del desarrollo, así como la visión filosófica sistémica que indica su existencia. Cometen así lo que Prebisch ha calificado de “trágico desatino”. En cambio, la CEPAL ha adoptado un modelo multidimensional del desarrollo.