De los estudios realizados sobre los trastornos del estado de ánimo, la ansiedad y la autoestima en personas mayores, se puede destacar que un 15-25% de la población general padece algún trastorno de carácter psicopatológico.
Otra de las conclusiones del estudio es que existe una mayor comorbilidad, con deterioro cognoscitivo, suicidio, incremento de las tasas de mortalidad, otros trastornos mentales y, en definitiva, un empobrecimiento de la calidad de vida.
En algunos de estos estudios queda reflejado que la presencia de depresión en los mayores favorece la aparición de otros efectos:
- Descenso de la calidad de vida.
- Aumento de las enfermedades físicas.
- Disminución de la esperanza de vida.
- Incremento del riesgo de sufrir una muerte prematura por la aparición de enfermedades somáticas.
- No aceptación de la nueva situación de dependencia. Esta quizás sea la consecuencia más grave.
La adaptación a la circunstancia vital de la dependencia varía en función de numerosos factores, entre ellos:
- Los recursos psicológicos de cada individuo.
- Las causas de la dependencia.
- El pronóstico de la dependencia.
- El entorno social y familiar.
- El apoyo recibido.
- En líneas generales, resultará menos complicada la adaptación para las personas mayores que mantengan su residencia que en las que ingresen en una institución. Pero, como contrapartida, estas últimas renuncian a esa otra «autonomía» psicológica que supone el poder de decisión sobre lo relativo a su cuidado personal (como el día o la hora de baño, de acostarse o de ir a comer).
- En este punto resalta la importancia de las necesidades especiales de atención y de apoyo integral para las personas mayores, pero no centradas exclusivamente en la satisfacción de las necesidades básicas (cuidado de su higiene y de su alimentación), que sin duda son fundamentales y las primeras que se deben atender.
- Se trata de considerar que, además de ellas, el ser humano tiene otras necesidades, como la necesidad social, de autoestima y de realización, que deben de atenderse con el mismo cuidado que las primeras para alcanzar una calidad de vida aceptable.
- De ahí la importancia de cuidar esas pequeñas pero importantes «acciones» que merman al sujeto institucionalizado de la expectativa de control sobre su propia vida (la posibilidad de elección de la ropa, cómo arreglarse, el lugar donde permanecer) y que menoscaban la autoeficacia percibida sobre sus capacidades reales, afectando esto a su motivación y a su conducta.
- Así pues, la dependencia no solo hace referencia a las capacidades de la persona. También interfiere en su creencia sobre sus propias capacidades, de-terminando la consecución del rendimiento deseado según su comportamiento basado en estas expectativas. Nos estamos refiriendo a la autoeficacia, que consiste en tener fe en uno mismo.
La autoeficacia es un estado psicológico en el que el sujeto se juzga capaz de ejecutar una conducta en unas determinadas circunstancias y a un determinado nivel de dificultad (Bandura, 1977).
- Por el contrario, la percepción de uno mismo como un sujeto «no capaz» fomenta la desesperanza o indefensión, que es un sentimiento estrechamente ligado a la depresión.
La indefensión aprendida es aquella condición psicológica en la que una persona aprende a creer que está indefensa, que no tiene ningún control sobre la situación en la que se encuentra y que cualquier cosa que haga para salir de ella será inútil.
- El resultado de la indefensión es una conducta pasiva frente a cualquier situación displacentera o perjudicial, incluso cuando es posible realmente cambiar esas circunstancias.
- El problema radica en que ese tipo de conducta se extrapola a otras situaciones vitales, de forma que la persona aprende a pensar que haga lo que haga, los resultados no dependen de su esfuerzo o conducta, sino de otros factores aje-nos, como la suerte, el azar o el destino.
- Las conductas de apoyo favorecerán la autoeficacia y, por tanto, la autoestima. Así pues, el ambiente en el que se desenvuelvan las personas mayores adquiere gran relevancia para favorecer la estimulación y la actitud activa.