La acuicultura se ha convertido en la actividad de producción de alimentos con mayor crecimiento a nivel mundial. La importancia de cubrir las necesidades alimentarias de la población aumenta rápidamente y con ello, la necesidad de hacerlo de una manera sustentable. En el ámbito económico, la acuicultura representa una actividad de gran importancia, ya que constituye una fuente de empleo, una fuente de divisas y además disminuye el gasto en importación de productos acuícolas. En México, la principal industria acuícola es el cultivo de camarón que produce actualmente cerca de 150,000 toneladas, producción que sin embargo está sujeta a la variación tanto por amenazas en la producción por la incidencia de enfermedades (por ejemplo, virus de la mancha blanca) como en la comercialización por una competencia con el camarón de origen asiático.
Otro reto importante de la acuicultura en México es reducir la actual dependencia de productos acuícolas importados (principalmente tilapia y otros peces Asiáticos). Actualmente se importan más de 45,000 toneladas de tilapia (por ejemplo, filete blanco del Nilo) procedentes principalmente de China, que implican un costo aproximado de 1,500 millones de pesos canalizados a productores extranjeros, simplemente porque la producción nacional es insuficiente.
Finalmente, existe un potencial muy importante para el cultivo de moluscos, en particular del ostión que representa una producción actual de 44,000 toneladas, concentrada principalmente en el litoral del Golfo de México. Asimismo, se está impulsando el cultivo de otros moluscos de origen nacional para diversificar la oferta a los consumidores.
En México la alimentación es un tema de alta prioridad. Por un lado, se tiene el problema de la desnutrición que prevalece en el sector de la población en extrema pobreza y por otro lado está el problema de la obesidad que existe en gran parte de la población y con la cual se ha alcanzado el primer lugar a nivel mundial. Estos problemas pueden ser parcialmente compensados a través de un incremento sustancial en el consumo de pescados y mariscos cuyo valor nutricional se relaciona principalmente con su cantidad y calidad de proteínas y lípidos. Los lípidos en peces y mariscos, a diferencia de otros productos animales y vegetales, son la fuente principal de ácidos grasos omega 3 altamente insaturados y además, presentan una óptima relación omega 3/omega 6. El consumo de estos productos contribuye a disminuir problemas asociados a la obesidad y a una alimentación desbalanceada como son el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y diabetes. Paralelamente, para obtener un producto de alta calidad para el consumo humano, es necesario contar con buenas prácticas de cultivo en conjunto con un monitoreo riguroso que permitan tener una certificación de los productos cultivados en términos de Sanidad e Inocuidad Acuícola.
Fuente: cibnor.gob.mx