Los músicos profesionales, los griots, han desempeñado una función crucial como historiadores en las monarquías que reinaron entre los siglos X y XX en varias zonas de África. Entre la gente del pueblo mande del oeste de África, los bardos profesionales aún cuentan relatos de poderosos linajes y ofrecen consejos a los gobernadores contemporáneos. Entre los yoruba de Nigeria, un rey incompetente o cruel oirá la primera petición de abdicación de su pueblo a través de sus tambores parlantes. Cuando las tropas gubernamentales de Uganda invadieron el palacio del rey Kabaka de Buganda, se aseguraron primero de destruir los instrumentos musicales reales. En sus memorias, Kabaka describió los tambores reales como el ‘corazón’ de su reino.
La música sigue desempeñando un papel importante en las sociedades africanas. Es un medio para la transmisión de conocimientos y valores, y para celebrar sucesos comunales y personales importantes. La música suele combinarse con el habla, la danza y las artes visuales para crear representaciones conjuntas. Incluso en sociedades con tradiciones menos desarrolladas de músicos profesionales, todos los individuos tienen la posibilidad de participar en un evento musical añadiendo una voz al coro o dando palmas con el ritmo apropiado, y ello se considera parte de las competencias normales de la cultura.
La música suele marcar las etapas más importantes de la vida de una persona. Hay nanas, canciones infantiles de juego y músicas para los ritos de iniciación a la adolescencia, para las bodas, los nombramientos y en homenaje a los ancestros. Entre los yoruba de Nigeria la madre de gemelos debe interpretar un repertorio especial de canciones. En Ghana hay canciones para tejer y para celebrar la caída de la primera dentición del niño.
En muchas religiones africanas, el sonido es considerado unos de los medios primigenios con que las deidades y los humanos imponen orden en el Universo. En África Occidental, los percusionistas desempeñan un papel esencial en las ceremonias de trance y posesión, en las que los dioses entran o ‘cabalgan’ sobre los cuerpos de los devotos. Un buen intérprete de tambor debe conocer composiciones de ritmos específicos para cada uno de los dioses y ser responsable de regular el flujo de poder sobrenatural en el contexto del rito. En Zimbabue, los músicos shona que tocan la mbira crean un entorno sonoro que estimula la posesión a manos de los espíritus de los ancestros, lo que constituye una parte imprescindible de la curación.
La música también se utiliza para organizar las actividades laborales. Los hombres kpelle de Liberia usan una forma de hoquetus vocal para coordinar sus golpes de machete al despejar y limpiar la densa maraña de sus campos de arroz. En las sociedades pigmeas de los bosques pluviales centrales, los cantos y gritos se usan para coordinar los movimientos de los cazadores en la espesura, y en el sur de África, hay grupos de niños que usan flautas y otros instrumentos para controlar el movimiento del ganado.
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