La Catrina fue creada para hacer una representación metafórica de la clase social alta de México antes de la revolución mexicana.
Posteriormente se hizo el símbolo oficial de la Muerte, el 2 de noviembre en México en el día de muertos.
Durante los gobiernos de Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz, los dibujos de cráneos y esqueletos acompañados de textos que criticaban de forma burlona la situación del país así como de las clases privilegiadas se volvieron populares entre la población y se empezaron a reproducir en periódicos llamados de “combate”.
Entre los grabadores que destacaron con su trabajo de “calaveras” se encontraban Constantino Escalante, Santiago Hernández, Manuel Manilla y, por supuesto, José Guadalupe Posada, quien en sus obras acentuó el carácter festivo y desenfadado del pueblo mexicano.
Originalmente llamada La Calavera Garbancera, es una figura creada por José Guadalupe Posada y bautizada por el muralista Diego Rivera.
La versión original es un grabado en metal autoría del caricaturista José Guadalupe Posada, el nombre original es «calavera garbancera». «Garbancera» es la palabra con que se conocía entonces a las personas que vendían garbanza que teniendo sangre indígena pretendían ser europeos, ya fueran españoles o franceses y renegaban de su propia raza, herencia y cultura.
Esta elegante calavera es la representación caricaturesca de la clase privilegiada que imperó en México a fines del siglo XIX y principios del XX, durante la dictadura del porfiriato.
El nombre de Catrina, proviene de la palabra ‘catrín’, sinónimo de elegante, distinguido, bien vestido, fino y otros adjetivos con que el pueblo denominaba a las clases privilegiadas de esa época.
Se le nombró así, pues por las tardes, las señoras de la alta sociedad que vivían en las casas del primer cuadro de la Ciudad de México durante el porfiriato, salían a dar un paseo por la Alameda, siempre muy elegantes, con su sombrero y algunas veces le agregaban una sombrilla a su atuendo, símbolo que le hace lucir más española.
La Catrina es la compañera del Catrín y con ese garbo ha permanecido hasta nuestros días. Las calaveras que engloban la poesía popular y el grabado fueron iniciadas por Manuel Manilla y continuadas por José Guadalupe Posada que plasmó esta forma de vida correspondiente a la época.
Alcanzó y forjó su popularidad cuando el también artista mexicano Diego Rivera la retrató junto a él y Posada en su célebre mural «Un domingo en la Alameda».
De acuerdo con el folclor mexicano, «La Catrina», mejor conocida como la Muerte y con muchos nombres más, puede mostrarse de muchas formas.
Algunas veces se representa alegre, vestida de manera elaborada, con ganas de divertirse e incluso coqueta y seductora con los mortales.
Otras, la encontramos «en los purititos huesos», lista para llevarnos cuando menos lo esperamos. Sin embargo, la relación que los mexicanos tienen con «La Catrina» se define por una serie de circunstancias íntimamente vinculadas con la historia y cultura de México, las tradiciones y costumbres de cada región; la consideran un huésped imprescindible en ocasiones importantes, como el Día de Todos Santos y el Día de los Fieles Difuntos.
De acuerdo a esta tradición, se cree que la muerte y la memoria de nuestros fieles difuntos, nos da un sentido de identidad que arraiga nuestra cultura.
La calavera de Posada no tiene ropa, sólo un sombrero. Así su autor criticaba a aquellos que querían aparentar un estilo de vida que no les correspondía.
No cabe duda de que la obra de Posada influyó en artistas posteriores, entre ellos a Diego Rivera, quien le dio a “La Catrina” el nombre y la forma con que hoy la conocemos. Fue él quien la pintó por primera vez vestida dentro de su mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central.
La palabra «catrín» definía a un hombre elegante y bien vestido, el cual iba a acompañado de alguna dama con las mismas características; este estilo fue una imagen clásica de la aristocracia de fines del siglo XIX y principios del XX.
Es por ello que, al darle una vestimenta de ese tipo, Diego Rivera convirtió a la “La Calavera Garbancera” en “La Catrina”.
José Guadalupe Posada apuntó: «La muerte, es democrática, ya que a fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera».
A pesar de ello, las calaveras que el imaginó y grabó están vivas en el imaginario de México.
La Catrina, con su personalidad traviesa, ocurrente, simpática y coqueta nos invita a vivir con plenitud cada momento, y a través de las artes mayores y menores encontrar el sentido de la vida.
La doble identidad de La Catrina nos recuerda que la vida es aquí, ahora y eternamente.