La conjunción de comunicación digital, comunicación por satélite y los adelantos en fibra óptica configuran las actuales “autopistas de la información”, un poderoso instrumento en la lucha por la igualdad de oportunidades dentro del mundo de la comunicación.
Sin embargo, la convergencia llevada a cabo por los medios en el ámbito de las telecomunicaciones propició la fusión y adquisición de varias compañías de telefonía, televisión por cable y software y hardware informático para mantener una mejor estabilidad ante la confusión inicial en la que se hallaba el mercado de las telecomunicaciones.
De estas enormes fusiones surgen varias compañías que se introducirán en los medios de comunicación tradicionales mediante la unión con otros gigantes mediáticos como la NT&T, Deutsche Telecom, Concert, ET&T, France Telecom, Bell, Stet, Atlantic-Nynex, Telefónica, Sprint y Telmex. (Todas menos la japonesa ET&T muestran ambiciones globales.)
En 1997, la Organización Mundial del Comercio firma el Acuerdo de las Telecomunicaciones (WTO) donde se culmina esta, hasta ahora imparable, tendencia a la liberalización de los mercados tecnológicos de la comunicación.
Con ello se da un incremento de las mejoras en los servicios para los países en vías de desarrollo, aunque se compromete de por vida el acceso universal de la población a estos medios dado que sólo se aprovecharán de esta mejora el mundo de los negocios y las clases más acomodadas.
Una vez más fuimos testigos de cómo los adelantos tecnológicos, en lugar de acortar las distancias entre el Primer y el Tercer Mundo, las acrecentaron en nombre de los beneficios económicos, los intereses comerciales y los “democráticos” y “constitucionales” principios del mundo libre administrados por la siempre vigilante potencia norteamericana.
Como autopista de información, Internet supone el acceso universal a la información ilimitada junto a una promesa casi total de interactividad a través de sus servicios de chat, correo electrónico y/o videoconferencia.
El New York Times así lo señalaba:
“…Cualquiera con un módem es en potencia un panfletista global.”
Una vez instaurada la “Sociedad Internet”, en 1995, según la cual el gobierno estadounidense entregaba su participación informática a siete compañías (entre las que estaban MCI y Sprint) a no utilizar la red con propósitos exclusivamente comerciales llegó, en 1996, la Telecomunications Act que, con su aprobación, permitía que el mercado se hiciera con los aspectos no técnicos de la World Wide Web.
Si consideramos que el auge de Internet entre universitarios, periodistas, intelectuales y demás líderes de opinión cambió los tradicionales usos de la informática y que, mediante la inversión en fibra óptica y la mayor anchura de banda ( el ADSL actual), se podría ofrecer el acceso a la red, televisión por cable y telefonía en un sólo aparato, no debe extrañarnos el hecho de que la gran beneficiada en este período fuese la industria informática de software (como Microsoft) que tuvo de adecuar sus productos e infraestructuras para la nueva avalancha de peticiones que le demandaba el mercado.
Como medio de masas, sin embargo, la posición de la Red en 1997 todavía no estaba muy definida. Las enormes posibilidades de interactividad y aprovechamiento de los contenidos no se había calibrado todavía y la mayoría de los medios de comunicación ofrecían páginas web con contenidos prácticamente calcados de sus publicaciones tradicionales.
Aun así, las compañías no llegaron a monopolizar todos los contenidos de la Red y se limitaban a beneficiarse del público ya captado anteriormente a través de los medios tradicionales.
A partir de aquí las dos maneras más rápidas de generar beneficios para los proveedores de contenidos en Internet serán la publicidad y las suscripciones o ventas directas. Toda esta confusión terminará siendo regulada por el mercado que no querrá renunciar a su parte económica correspondiente y que determinará el futuro o fracaso de muchas de las empresas “punto com” que se crearon en este inesperado auge de la comunicación digital.
Internet es un fantástico proveedor de periodismo y cultura igualitarios fracasó al no ser aprovechada la carencia de control gubernamental o corporativo sobre la infinitud de sus contenidos para su constitución como medio de comunicación global no comercial.
Fuente: Introducción al Estudio de la Comunicación de la U de Londres