El engaño

Pillar a un mentiroso no es tan fácil como la gente suele creer, sobre todo si le miras a los ojos, como suelen hacer la mayoría de la personas, porque el mentiroso tiende a centrarse en su cara para ejercer el control y no ser descubierto. Aun así hay algunos signos que lo delatan.

Se utilizan menos gestos y el cuerpo puede estar prácticamente inmóvil, como si temiera que fuese a delatar su mentira en cualquier momento.

Todos podemos recordar la rigidez de Bill Clinton mientras negaba haber mantenido relaciones con la becaria.

Habría resultado más creíble si hubiese mostrado las palmas de sus manos, como una forma de decir que no tiene nada que ocultar.

A veces aparecen gestos nerviosos como los ya mencionados. Tocarse la boca o la nariz como una forma encubierta de taparse una boca mentirosa; tocarse los ojos como una manera de evitar mirar a quien estamos mintiendo (tocarse o frotarse los ojos puede indicar también deseos de terminar la conversación por cualquier motivo).

El ojo mentiroso rehuye la mirada, aparta y vuelve a fijar la vista rápidamente, aumenta el parpadeo y es mayor el tiempo durante el cual los ojos permanecen cerrados al parpadear.

Por supuesto, si estamos ante alguien que, además de ser un tanto mentiroso, apenas se inmuta ante sus propias mentiras y no se siente culpable ni ansioso, nos va a resultar bastante difícil desenmascararlo.

Fuente: Introducción al Estudio de la Comunicación de la U de Londres