Un ideal a largo plazo llamado democracia

La democracia, solo accesoriamente es una forma de gobierno, en el fondo, es una filosofía, una religión, una manera de vivir, un estilo de relaciones humanas que rotula una enorme variedad de fenómenos. Aunque resulta verdadero que no hay democracia sin gobierno del pueblo y para el pueblo, queda abierta la cuestión de saber qué se entiende por pueblo, cuál su organización para que sea democrática y cómo gobierna el pueblo. En otras palabras la idea democrática trasciende sus modos de realización. Es una exigencia que, hasta ahora, no ha sido satisfecha plenamente. Las realizaciones así llamadas democráticas que conocemos, son apenas satisfacciones contingentes y provisionales. Con el agravante de que la misma idea democrática ha venido evolucionando con el decurso imparable del tiempo, que afecta tanto a las creencias como a las instituciones. La democracia ha sido sucesivamente comprendida y aplicada como un instrumento de la libertad, como un instrumento de la justicia y como un ingrediente del bienestar.

Estas interpretaciones corresponden a momentos diversos de la evolución política y económica de la sociedad, y no se excluyen entre sí. Pudiéramos más bien decir que el proceso democrático es acumulativo y no se realiza por mutaciones ni saltos. G. Burdeau afirma:

“Sería, pues, inexacto decir: la democracia fue primero libertad, después justicia, y después bienestar. Lo verdadero es que sí, en primer tiempo, la democracia fue sin duda una búsqueda de la libertad, los hombres la han entendido a continuación como que es la libertad más justicia, y, finalmente, como la libertad más la justicia más el bienestar”

La democracia occidental europea tomó siglos para desarrollarse como sistema capaz de funcionar. La simple creación de las condiciones históricas básicas para la democracia es un proceso difícil y a largo plazo. No basta con que un pueblo se dé una Constitución democrática. Ni basta con calcar el modelo democrático de otros países ni con recalcar diplomáticamente su copia, para que el modelo funcione, sin más, en determinado país.

En concreto, el aprendizaje y trasplante de la democracia en nuestros países latinoamericanos ha sido un proceso largo y difícil. Ninguno de nuestros Estados en Latinoamérica ha nacido democrático. Desde la independencia hemos estado importando modelos democráticos, y ninguno acaba de funcionar satisfactoriamente. Nuestra historia democrática ha sido un largo Via Crucis de avances y retrocesos, un recorrido con caídas y contradicciones, en el que nos vamos moviendo lentamente hacia esa meta ideal.