La organización económica y social cómo factor de distribución de la población en el mundo

Una región puede albergar una cantidad mayor o menor de población no sólo en función de las características del medio físico (clima, relieve, suelos y recursos minerales), sino también según el modo en que esté organizada su vida económica y social. Así, las regiones en las que viven pueblos dedicados a la caza y a la recolección de frutos silvestres sólo pueden sustentar a una población escasa.

En los pueblos de agricultores la producción de alimentos es mucho mayor, por lo que la densidad de población puede ser más alta. Por último, una región industrializada puede soportar fortísimas densidades de población. Así, por ejemplo, antes de la llegada de los europeos a Norteamérica, la región de los Grandes Lagos (en la frontera entre Estados Unidos y Canadá) estaba ocupada por un número muy escaso de indios que se dedicaban a la caza y a la recolección de frutos silvestres; hoy, en cambio, es una región industrial con una alta densidad de población.

La historia cómo factor de distribución de la población en el mundo

También la historia contribuye a explicar la distribución de la población en el mundo. Así, en el pasado se han producido importantes desplazamientos de población de unos lugares a otros. Irlanda, por ejemplo, tiene hoy menos población que a mediados del siglo XIX, debido a las fuertes emigraciones que se produjeron después de 1845, principalmente hacia Estados Unidos.

Algunas zonas de la costa occidental de África tienen hoy débiles densidades de población como consecuencia del comercio de esclavos hacia América, que motivó el que diversas tribus Africanas buscaran una situación más segura hacia el interior del continente. Finalmente, los núcleos de concentración de población en América y Oceanía no se podrían explicar sin tener en cuenta la emigración de los europeos durante varios siglos.