Confucionismo, escuelas

Introducción

Principal sistema de pensamiento en China; se desarrolló a partir de las enseñanzas de Confucio y sus discípulos, y tenía que ver con los principios de la práctica del bien, la sabiduría empírica y las propias relaciones sociales. El confucianismo ha influido en la actitud china ante la existencia, fijando los modelos de vida y pautas de valor social, y proporcionando la base de las teorías políticas e instituciones chinas. Desde China se extendió a Corea, Japón y Vietnam y en las últimas décadas ha despertado interés entre los eruditos de Occidente.

Aunque el confucianismo llegó a ser la ideología oficial del Estado chino, nunca ha existido como una religión establecida con una iglesia y un clero. Los eruditos chinos alabaron a Confucio como gran maestro y sabio, pero nunca lo adoraron como a un dios.

Confucio tampoco se proclamó a sí mismo una divinidad. A diferencia de las iglesias cristianas, los templos erigidos en honor a Confucio no eran lugares en los que grupos organizados se reunían para alabarle, sino edificios públicos diseñados para ceremonias anuales, en particular el cumpleaños del filósofo. Varios intentos para divinizar a Confucio y ganar prosélitos al confucianismo fracasaron debido a la naturaleza secular de su filosofía.

Escuelas confucianas de pensamiento

Después de la muerte de Confucio surgieron dos escuelas importantes de pensamiento: una representada por Mencio, la otra por Xun-zi. Mencio continuó las enseñanzas éticas de Confucio acentuando la bondad innata de la naturaleza humana. Creía, no obstante, que la bondad original del ser humano puede envilecerse por el propio esfuerzo destructivo o inmersa en un ambiente perverso. En el orden político, Mencio es considerado a veces como uno de los primeros defensores de la democracia, pues anticipó la idea de la supremacía del pueblo sobre el Estado.

Este código ejerce una influencia poderosa sobre el carácter al dirigir de una forma correcta las emociones y proporcionar armonía interna.

Después de un breve periodo de decadencia en el siglo III a.C., el confucianismo resurgió durante la dinastía Han (206 a.C.-220 d.C.). Las obras confucianas, copias de las que habían sido destruidas en el periodo precedente, fueron restauradas, canonizadas y enseñadas por eruditos en las academias nacionales.

Estas obras constituyeron también las bases de los posteriores exámenes para desempeñar puestos civiles y políticos; los candidatos a puestos gubernamentales de responsabilidad eran nombrados en función de su conocimiento de la literatura clásica. Como consecuencia, el confucianismo adquirió un dominio firme sobre la vida intelectual y política china.

El éxito del confucianismo Han se debe en buena medida a Tung Chung-shu, quien fue el primero en recomendar un sistema de educación construido sobre las enseñanzas de Confucio. Debido a la autoridad del soberano, recae sobre él la responsabilidad de fenómenos como el fuego, una inundación, un terremoto o un eclipse. Como estos malos presagios pueden caer sobre la tierra como una advertencia a la humanidad de que no todo se halla en equilibrio en este mundo, el temor al castigo divino resulta útil como freno a los abusos de poder de la monarquía absoluta.

Sin embargo, los clásicos confucianos siguieron siendo la fuente principal de conocimiento para los sabios y con la restauración de la paz y la prosperidad en los tiempos de la dinastía Tang (618-907) se estimuló la difusión del confucianismo. El monopolio de los conocimientos de los eruditos confucianos les aseguró otra vez elevados puestos burocráticos. El confucianismo volvió a ser la enseñanza ortodoxa estatal.

Neoconfucionismo

Las actividades intelectuales durante la dinastía Song (960-1279) dieron origen a un nuevo sistema de pensamiento confuciano basado en una mezcla de elementos budistas y taoístas; la nueva escuela de confucianismo fue conocida como neoconfucianismo. Los eruditos que desarrollaron este sistema intelectual conocían bien las otras dos filosofías.

El exponente más famoso de una de esas escuelas fue Zhu Xi, un eminente pensador sólo superado en prestigio por Confucio y Mencio, que estableció una nueva base filosófica para las enseñanzas del confucianismo estructurando la opinión erudita en un sistema coherente. Según el sistema neoconfuciano que representaba Zhu Xi, todos los objetos en la naturaleza están compuestos de dos fuerzas inherentes: li, un principio inmaterial universal o ley, y ch’i, la sustancia de la que están hechas todas las cosas materiales.

Zhu Xi identifica el li en la humanidad con la naturaleza humana, que es en esencia la misma para todo el mundo. Así, aquellos que reciben un ch’i que es turbio encontrarán su naturaleza original oscurecida y deberán limpiar su naturaleza para restaurar su pureza. La pureza puede alcanzarse ampliando el conocimiento propio del li en cada objeto concreto. Cuando, después de mucho esfuerzo, el li universal o ley natural inherente en todo objeto animado e inanimado, se adquiere la condición de sabio.

Opuesta a la escuela del li (ley) está la escuela de neoconfucianismo hsin (mente). El máximo exponente de la escuela hsin fue Wang Yang-ming, quien enseñó la unidad de conocimiento y de práctica.

Durante la dinastía Qing (1644-1912) hubo una fuerte reacción a ambas escuelas de pensamiento neoconfucianas, li y hsin. Desarrollaron una crítica textual de los clásicos confucianos basada en la metodología científica, utilizando la filología, la historia y la arqueología para reforzar su erudición. Además, eruditos como Tai Chen introdujeron un punto de vista empirista en el conjunto de la filosofía confuciana.

K’ang Yu-wei, un líder del movimiento reformista confuciano, acaudilló un intento de exaltar la filosofía como una religión nacional. Debido quizá a las amenazas extranjeras a China y a la demanda urgente de medidas políticas drásticas, los movimientos reformistas fracasaron; en la confusión intelectual que siguió a la Revolución China de 1911, el confucianismo fue tachado de decadente y reaccionario.

Con el colapso de la monarquía y de la estructura familiar tradicional, de la que se derivaba mucha de su fuerza y apoyo, el confucianismo perdió su influencia en la nación. En el pasado, a menudo había conseguido hacer frente a las adversidades y emerger con renovado vigor, pero durante este periodo de cataclismo social inaudito, perdió su habilidad anterior para adaptarse a las circunstancias cambiantes.

En opinión de algunos especialistas, Confucio será venerado en el futuro como el gran maestro de China; los textos clásicos confucianos serán estudiados y las virtudes del confucianismo, personificadas para innumerables generaciones en las máximas familiares y en la práctica del sentido común de la población china, permanecerán como la piedra angular de la ética.

Sin embargo, es dudoso que el confucianismo vuelva a jugar el papel crucial en la vida política e instituciones chinas que desempeñó en los siglos pasados. Muchas tradiciones inspiradas en las enseñanzas de Confucio fueron marginadas o proscritas. El sistema familiar, por ejemplo, otrora muy reverenciado como una institución central confuciana, perdió su importancia.