La administración en los países modernos
El papel actual de la Administración en los escenarios internacionales y nacionales se fundamenta en los avances de esta ciencia en países desarrollados y subdesarrollados, sean capitalistas o socialistas. A continuación se presentan algunos de los Países de mayor relevancia internacional y como la administración es llevada a cabo.
Estados Unidos de América
Desde sus inicios, como nación, Estados Unidos ha combinado el interés democrático del pueblo por anticipar en la dirección de sus asuntos públicos con los requerimientos de técnicos de producción y procedimientos eficientes. Se han aplicado cánones de economía y eficiencia similares en la industria y en el gobierno democrático estadounidense, como lo demuestra el trabajo de la Comisión sobre Economía y Eficiencia del presidente Taft. Pero economía y eficiencia no han sido suficientes. La administración eficiente requiere la gerencia científica de la administración y del trabajo y la científica distribución de los frutos de éste, así como la eficiente producción.
El avance tecnológico ha sido evidente, aunque en ocasiones con el sacrificio de una verdadera conducta democrática. Sin embargo, es también evidente la superioridad comparativa de la técnica y la democracia estadounidenses.
En la actualidad, otros estudios establecen que la forma de administrar en sus organizaciones, se caracterizan por:
Empleo a corto plazo.
Proceso rápido de evaluación y promoción
Carreras especializadas.
Mecanismos explícitos de control.
Proceso individual en la toma de decisiones
Responsabilidad individual.
Interés segmentado.
Japón
Por todos es conocido el gran desarrollo industrial que ha experimentado después de la Segunda Guerra Mundial; sin embargo, pocos saben que este éxito en gran parte se debe a la productividad del trabajador japonés.
Williams G. Ouchi, en su libro Teoría Z, narra cómo pueden las empresas hacer frente al desafío japonés, así como los estudios y experiencias de diversas empresas del Japón. También describe cómo el progreso económico y social de estas firmas se debe a la aplicación de la filosofía administrativa llamada Teoría Z.
Esta teoría forma parte de un grupo de teorías gerenciales que se originan como resultado de la concepción que los gerentes del Japón tienen de sus subordinados. La Teoría Z plantea que al involucrar a los trabajadores en el proceso de la empresa se consigue una mayor productividad. Los fundamentos en que se basa son:
a) La confianza: lo que los trabajadores logren a través de sus actividades, refleja su actitud en entrega y honestidad con la empresa.
b) La sutileza: el jefe inmediato debe conocer bien a cada trabajador, de manera que mediante el análisis de los rasgos de sus diferentes personalidades, decida quién se acopla con quién, y de esta forma organice equipos de trabajo que funcionen con un máximo de efectividad.
c) La intimidad: el trabajador debe buscar interés, el apoyo y la generosidad disciplinada del grupo, que se traduzcan en relaciones sociales más estrechas de equipo.
Las características de la Administración de las empresas en Japón son:
Empleo de por vida.
Proceso lento de evaluación y promoción. ? Carreras no especializadas.
Mecanismos implícitos de control.
Proceso colectivo de todas las decisiones. ? Responsabilidad colectiva.
Interés holista.
Inglaterra
El gobierno británico, y especialmente su sistema de Servicio Civil, fueron objeto de curiosidad y envidia por parte de los estadounidenses, aunque la administración industrial y de negocios haya tenido pocos adeptos. Este interés aumentó pocos años después de la Segunda Guerra Mundial, cuando Inglaterra consideró necesario nacionalizar la industria del carbón, la banca, la aviación civil, el transporte, las comunicaciones, el sistema eléctrico y la industria del acero. A la mayoría de los estadounidenses les extraño que tanto el Partido Conservador como el Laborista acordaran colectivizar las empresas en gran escala, a la vez que permanecían adheridos a la causa de la libertad política, y los llegaron a catalogar como socialistas. Estas contradicciones de la política británica se aclaran cuando se percata de que la tradición de combinar la habilidad técnica con el modo de ser del hombre inglés es una norma inglesa en el manejo de sus asuntos, como un deseo de preservar su libertad política, en tanto que aseguran su subsistencia económica.
La eficiencia del sistema británico fue puesta en duda durante la transición económica de la posguerra. En especial, los británicos admitían que su industria adolecía de defectos no sólo mecánica y tecnológicamente, sino también en términos de técnica administrativa. A pesar de los predecesores británicos de Frederick W. Taylor como James Watt, Robert Owen y Charles Babbage, y de los de Henri Fayol en Administración, como el banquero inglés James Gilbert, así como de la bienvenida a la Administración Científica en los círculos de ingenieros británicos, hubo, después de la Segunda Guerra Mundial, indicios de estancamiento tecnológico en Gran Bretaña. Como reacción a ello, uno de los más importantes pasos del gobierno laborista fue lograr la eficiencia industrial. Con este propósito se estableció, con ayuda de Estados Unidos, un Consejo de Productividad Anglo-Americano.
En Inglaterra se reconoce que la ascendencia social de la nobleza y del hombre de “cuello blanco” sobre los trabajadores ya pasó a la historia; pero la calidad técnica de los servidores civiles, los llamados “trabajadores de negro” y de los administradores y expertos británicos, en general, todavía se encuentra en proceso. Subordinada a una nueva política drástica, con recursos extremadamente limitados, Inglaterra se da cuenta más que nunca de que su destino puede depender de sus expertos en administración de negocios y asuntos públicos.
Francia
En Francia el administrador y el servidor civil juegan un papel más dominante, pero menos efectivo. Lepawsky indica que son pocos los observadores que no llegan a la conclusión de que en la Administración pública francesa el ineficiente monsieur le bureau menosprecia al público y considera su escritorio oficial como dominio privado. Sin embargo, no es sólo en Francia donde el germen burocrático es peculiarmente virulento y en el que el papeleo con frecuencia entorpece el proceso de la administración. Este aspecto de la vida francesa está en extraño contraste con la tradición sistemática y el énfasis lógico de su cultura.
El sistema administrativo francés está ahora en proceso de transición. Los franceses no han reconciliado aún las máximas de libertad, igualdad y fraternidad de la Revolución francesa de 1789 con la jerarquía administrativa clásica del Consulado napoleónico impuesto a la nación en 1799. La batalla por una Administración efectiva y humanitaria ha sido la lucha entre ideologías encontradas y hombres creadores que han demostrado su poder en el momento oportuno.
Alemania
Los alemanes han demostrado una gran disposición para la sistematización del pensamiento y gran eficiencia en la acción, cualidades que en otras naciones han producido una mezcla de admiración y temor. Sin embargo, los observadores de la vida germana están indecisos en establecer si este tipo de eficiencia es una parte genuina de la cultura nacional o si representa una obsesión que cubre una debilidad más profunda. A pesar de su reputada eficiencia, los alemanes, durante su más reciente intento de dominar el mundo en la Segunda Guerra Mundial, demostraron ser planificadores cortos de vista y administradores inciertos, donde se esperaba que fueran más fuertes: en el campo de la estrategia militar y la producción industrial. Aunque siempre ha habido lealtades en conflicto entre la nación y el servicio civil, en Alemania persisten una intensa devoción hacia la comunidad técnica y hacia una vida nacional ordenada.
Lepawsky dice que los alemanes harían bien en hacer ver a sus maestros, como Max Weber y Karl Mannheim, que, después de todo, existe alguna relación entre “racionalización” y “racionalidad” y que si la comunidad germana ha de permanecer reunida e intacta, debe poseer una racionalidad sustantiva de propósito y política, así como una racionalización funcional de la técnica administrativa, y esta es la lección que merece atención, no sólo de Alemania sino del mundo entero.
URSS
La Administración soviética, por el desarrollo tecnológico estadounidense, se mezclaba con una intensa devoción por la ideología estadounidense en todos los niveles del pueblo de la URSS. Molotov, también estudiante de asuntos administrativos, introdujo las ideas estadounidenses con una terminología especial, cuando en 1934 adoptó la expresión “Inteligencia proletaria industrial técnica”. El movimiento científico en la Unión Soviética fue conocido con el nombre de Sistema Taylor antes de 1920. A partir de este año se estableció un Consejo Central de Organización del Trabajo, Producción y Administración, con el empleo de ingenieros germanos y estadounidenses en número considerable. Durante las décadas de los treinta y cuarenta del siglo actual existió una tendencia a popularizar las campañas soviéticas por una producción mayor y más eficiente, aplicando al movimiento no los nombres de científicos, como Taylor, sino de trabajadores o técnicos rusos como Stakhanov o Motrosov.
Dado que la Administración es universal como disciplina, de la misma manera se debe estudiar; sin embargo, son las condiciones económicas, políticas y sociales las que determinan las modalidades en la aplicación de la Administración. Por ello, no se puede pensar que la Administración en la Unión Soviética fue igual que en China o en Cuba, pero debemos recordar que el sistema socialista se basa fundamentalmente en las siguientes premisas: no existe la propiedad sobre los bienes de producción y toda la producción de bienes y servicios debe ser planificada desde el sector estatal. Esta modalidad imprime determinadas características al funcionamiento y aplicación de la Administración, sobre todo en industrias y empresas de distribución y de servicio.
México
El intento más importante por impulsar la industria se dio durante la dictadura de Porfirio Díaz, quien introduce el ferrocarril, la electricidad, el teléfono y la industria de capital extranjero, bajo un liberalismo económico muy reacio que permitió los abusos que nos relata la historia de esta época y que ocasiona, entre otras cosas, la Revolución Mexicana.
La evolución, a partir del cese al fuego de la lucha armada, continúa, pero ya con las nuevas estructuras de los ordenamientos legales del artículo 123 de la Constitución y con la formación del sindicalismo que osciló entre las corrientes marxistas y las del movimiento obrero estadounidense.
Se puede decir que en 1938 México adquirió su independencia económica al expropiar al capital extranjero las compañías petroleras. En esta época coinciden otros hechos que impulsan la industrialización del país: la llegada como exiliados de intelectuales españoles y la Segunda Guerra Mundial, movimiento que provoca compras masivas de alimentos por parte de Estados Unidos. Estos tres hechos generan una pequeña “Revolución Industrial” en México, cuyos centros de desarrollo se ubican en las ciudades de México y Monterrey.
Este fenómeno de crecimiento produjo efectos similares a los de Europa en el siglo pasado, como la creación de una clase proletaria desposeída y condiciones de vida vergonzosas en cinturones de miseria que aún no hemos podido abatir y que plantean un gran reto al administrador joven: crear más riquezas y repartirlas justamente.
A partir de nuestra industrialización, surge en México la necesidad de estudiar la Administración. Por tal motivo recordemos que la primera escuela de Administración surgió en Monterrey en 1943, y la carrera se denominaba Administración de Negocios en el Instituto Tecnológico de Monterrey y, más adelante, en 1947, en el Instituto Tecnológico de México. En 1957 se aprobó la carrera en la Universidad Nacional Autónoma de México.
El hecho de que sea tan reciente el estudio de la Administración en México, explica que, hasta la fecha, no se haya logrado un gran rigor científico en la enseñanza de esta disciplina.
Hasta hace algunos años, el administrador era empírico, pero era el dueño de la empresa. En la actualidad, el hijo, en la mayoría de los casos, es quien suple al padre en sus negocios, y en general es egresado de la carrera de Administración de Empresas, logrando por consiguiente, una Administración más efectiva tanto en el sector privado como en el sector público.