Ciclo de la vida humana

Introducción

La noción de ciclo de vida puede utilizarse en diferentes ámbitos. En la biología, se entiende por ciclo de vida a la alternancia de generaciones. Esto quiere decir que, en los eucariotas, la reproducción sexual exhibe una alternancia de fases nucleares: la meiosis deriva en una fase haploide y la fusión de los gametos genera una fase diploide.

Neonato

Corresponde a la etapa que va desde el nacimiento hasta los 28 días de vida. En promedio, los neonatos miden cerca de 50 centímetros y pesan entre 2,5 y 4 kilos. Si bien un recién nacido ya cuenta con todos los órganos necesarios para sobrevivir, todavía debe ajustar sus sistemas a su nueva forma de vida.

Las fontanelas son estructuras normales dentro del desarrollo de un recién nacido y, por lo general, desaparecen entre los 12 y 18 meses, periodo en el que finalmente todos los huesos del cráneo logran unirse para toda la vida. Médicamente, la presencia de las fontanelas ayuda a evaluar la presión intracerebral; si las fontanelas están abultadas, indican un incremento de la presión del cerebro.

Infancia

A partir de los dos años y hasta la llegada de la adolescencia, el individuo vive un periodo de aprendizaje y desarrollo. La infancia o niñez es una etapa importante de desarrollo, en la que se adquieren numerosas habilidades, como hablar, leer y comprender ideas.

En comparación con otros mamíferos, los seres humanos vivimos una infancia bastante prolongada, que dura, incluso, más de diez años. Esto posibilita que incorporemos suficientes conocimientos para que, desde la etapa siguiente y hasta el final de la vida, nos desarrollemos como personas independientes.

Durante este periodo los niños se vuelven más precisos en sus movimientos, aprendiendo a saltar, correr o andar en bicicleta.

Pueden coordinar variados movimientos y su motricidad fina es cada vez mayor. También logran controlar la eliminación de desechos, mediante el manejo de los músculos de la vejiga y de aquellos implicados en la defecación.

Adolescencia

Todo individuo, durante esta etapa, se vuelve más complejo. Los órganos sexuales se vuelven funcionales (producen hormonas y están listos para la reproducción), son más notorias las diferencias entre hombres y mujeres y existe un desarrollo emocional y personal clave.

El hipotálamo se encarga de secretar un tipo de sustancias denominadas factores de liberación. Su labor es actuar directamente sobre la hipófisis, haciendo que esta glándula elabore y vierta en la circulación sanguínea un verdadero “cóctel hormonal”. Uno de sus principales componentes es la somatotropina (STH), que influye en el ritmo de crecimiento de casi todos los tejidos del organismo y en el aumento del peso corporal (crecimiento de la masa muscular).

Considerable también es el efecto de las gonadotropinas, hormonas que, como su nombre lo indica, estimulan a las gónadas (ovarios y testículos) para que realicen su función endocrina, liberando las hormonas sexuales femeninas (progesterona y estrógeno) y masculinas (testosterona, androsterona y androstendiona).

Adultez

Desde los 18 hasta los 65 años se desarrolla una de las etapas más estables a nivel orgánico: la adultez. Durante esta etapa, considerando el estilo de vida de cada persona, se presenta un bienestar físico general. Las capacidades y las destrezas físicas alcanzan la plenitud: hay gran agudeza visual, auditiva y se ha completado el desarrollo cerebral.

La menopausia es el fin del periodo fértil femenino, ocurre entre los 45 y 54 años y comienza con el cese definitivo de los períodos menstruales. En tanto, la andropausia no posee un límite muy bien definido. Si bien existe un importante descenso de la principal hormona sexual masculina (testosterona), los hombres no pierden su capacidad reproductiva, pudiendo se padres incluso hasta los 70 años de edad.

Vejez

Corresponde al lapso que va desde los 65 años en adelante, hasta que la persona fallece. No existe una fecha límite, ya que cada organismo es diferente, ha tenido diversas condiciones de vida, el medio ambiente que lo rodea no es el mismo, e incluso, las enfermedades que lo afectan varían.

Entre los sistemas que sufren un mayor deterioro durante la vejez destacan el excretor (el funcionamiento de los riñones) y el respiratorio, así como también se ve disminuida la capacidad de funcionamiento del hígado y el corazón.