Introducción
Se conoce como etapa musulmana de la Península Ibérica o conquista árabe/musulmana de Hispania al complejo proceso político y militar que a lo largo del siglo VIII explica la formación y consolidación de al-Ándalus musulmán, así como la génesis de los principales reinos cristianos medievales peninsulares. Fueron clave las crisis internas del reino visigodo que estaba envuelto en sus constantes luchas internas por el poder monárquico.
Tropas musulmanas, compuestas por árabes y beréberes, cruzaron el estrecho de Gibraltar en el año 711 iniciando la conquista de la península ibérica.
Cronología
Año 696: Invasión musulmana a Melilla.
Año 709: Invasión musulmana a Ceuta.
Año 711: Tras la muerte del rey Witiza, los nobles y obispos de la península eligen por rey a Roderico (conocido en la historia por don Rodrigo), duque de la Bética.
Los hijos de Witiza querían por rey a Aquila, duque de la Tarraconense, por lo que pactan con los árabes a través de Don Julián, conde de Ceuta.
Roderico, que estaba por entonces luchando contra un levantamiento de los vascones, al enterarse de la invasión árabe acude con su ejército. Pierde en la batalla de Guadalete debido a deslealtad de los witizanos. Con su muerte, y con el grueso del ejército godo derrotado, los árabes se animan a continuar con la lucha.
Tarik conquista Toledo y llega hasta León; Muza conquista Sevilla y llega hasta Mérida (712). Posteriormente unirían sus fuerzas para tomar Zaragoza.
El hijo de Muza completará la conquista de la península, a excepción de las zonas montañosas cantábricas y pirenaicas (716), pasando a territorio franco. Carlos Martel detiene el avance árabe en Poitiers en 732.
En 773, Abderramán I proclama el emirato de Córdoba, independizando políticamente a los musulmanes españoles, y en 929 Abderramán III proclama el califato de Córdoba, lo que supone la separación definitiva del califato de Bagdad.
En el año 1031 se fragmenta el califato cordobés, formándose numerosos reinos de taifas enemistados entre sí.
Etapas
La dominación musulmana puede dividirse en cuatro etapas:
El emirato dependiente de Damasco (711-756). Al-Alandalus era una provincia gobernada por emires que dependían de la autoridad del califa de Damasco. Mantenía, además, una estrecha relación con el centro político de Kairuán, en el norte de África. A nivel interno, el período está caracterizado por las luchas provocadas por las rivalidades entre los distintos grupos invasores que se disputan el poder, los yemeníes y los gaysíes.
El emirato independiente (756-929). La grave situación por la que atravesaba la España musulmana fue salvada por Abd al-Rahmàn I. Éste fue el único descendiente de los omeyas que pudo escapar de la revuelta abasí. Abd al-Rahmàn creó un emirato políticamente independiente, aunque consideraba al califa de Bagdad como jefe religioso.
Este período está caracterizado por el intento de unificar y pacificar el territorio musulmán. Los emires tuvieron que enfrentarse con los descontentos interiores y al avance cristiano. Los sucesos más importantes fueron provocados por los muladíes, convertidos del cristianismo, y los mozárabes (cristianos en territorio musulmán) que, conscientes de su superioridad numérica y social, protestaban por el trato discriminatorio que recibían de otros sectores.
El califato de Córdoba (929-1035). Abd al-Rahmán III convirtió el emirato en califato al proclamarse califa. Se consiguió restablecer la unidad interna y se obtuvieron notables triunfos sobre los reinos cristianos del norte y un gran desarrollo económico y cultural.
Los reinos de taifa. A la muerte de Almanzor (1002), el primer ministro de Al-Hakam II, se derrumbó el califato a causa de un descontento general de las clases más oprimidas. Entonces se produjo una división del territorio musulmán en veintisiete reinos, regidos por árabes, beréberes y eslavos.
La pérdida de Toledo (1085), junto a su incapacidad militar para hacer frente a la reconquista cristiana, les hizo depender del apoyo de los imperios del norte de África. La llegada de los almorávides primero, y de los almohades después, frenó temporalmente el avance cristiano, aunque éste siguió su curso y, después de la batalla de Navas de Tolosa (1212), Al-Andalus quedó reducido al reino de Granada.
Debate historiográfico
Alrededor de la invasión musulmana existe un cierto debate historiográfico, en el que se han confrontado diversas lecturas del proceso. Éste deriva de las inconsistencias generadas por información procedente las principales fuentes disponibles, entre las cuales tenemos:
El tratado de Teodomiro, que habría sido redactado el 5 de abril del 713, pero del que sólo queda una copia inserta en Para satisfacer el deseo de aquel que realiza investigaciones acerca de la historia de los hombres del Andaluz de Adh-Dhabbi, muerto en 1203.
La Crónica bizantina-arábiga (743–744), redactada por un autor anónimo aunque probablemente mozárabe pocas décadas después de la invasión musulmana.
Crónica de Alfonso III (883).
Una crónica latina anónima, conocida antigua y erróneamente como Crónica de Isidoro Pacense o Crónica Mozárabe y a la que E. A. Thompson denomina Crónica del 754 por terminar su narración en el año 754. Mientras algunos historiadores la datan en ese año, otro la retrasan hasta finales del IX o principios del X. En cualquier caso, y, en palabras de E .A. Thompson en su fundamental Los godos en España (1969), “por muy poco digna de fiar que su parte narrativa sea, no puede ser ignorada”.
Crónica albeldense o emilianense (976) de Vigila, cuya primera parte habría sido redactada por Dulcidius en el siglo IX. Crónica del moro Rasis, es decir, de Ahmad ibn Muhammad al-Razi. Crónica de Ibn al-Qutiyya (finales del siglo X o principios del XI). Ajbar Machmua (hacia 1007).