Mundo clásico roma

Introducción

Roma es una ciudad italiana de 2.765.230 habitantes, capital de la provincia de Roma, de la región del Lazio y capital de Italia. Es el municipio más poblado de Italia y está entre las más grandes capitales europeas en cuanto a la grandeza de su territorio; por antonomasia, se le conoce como la Ciudad Eterna o Città Eterna. En el transcurso de su historia, que abarca tres milenios, fue la primera gran metrópoli de la Humanidad.

Fue el corazón de una de las civilizaciones antiguas más importantes, que influenció la sociedad, la cultura, la lengua, la literatura, el arte, la arquitectura, la filosofía, la religión, el derecho y la forma de vestir de los siglos sucesivos; fue capital del Imperio Romano, que extendia sus dominios sobre toda la cuenca del Mediterráneo y gran parte de Europa, y del Estado Pontificio, bajo el mando del poder temporal de los Papas.

Es la ciudad con la más alta concentración de bienes históricos y arquitectónicos del mundo; su centro histórico delimitado por el perímetro que marcan las murallas aurelianas, superposición de huellas de tres milenios, es la expresión del patrimonio histórico, artístico y cultural del mundo occidental europeo6 y, en 1980, junto a las propiedades extraterritoriales de la Santa Sede que se encuentran en la ciudad y la Basílica de San Pablo Extramuros, fue incluida en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

Origen del nombre

Existen varias hipótesis sobre el origen del nombre Roma;20 el nombre podría venir:

de Roma, hija de Italio (o de Telefo, hijo de Hércules), esposa de Eneas o de su hijo Ascanio
de Romano, hijo de Odiseo y Circe
de Romo, hijo de Emation, al cual Diomedes hace huir de Troya
de Romide, tirano de los latinos, que expulsó a los etruscos de la región
de Rommylos y Romos (Rómulo y Remo), hijos gemelos de Ascanio que fundaron la ciudad
de Rumon o Rumen, nombre arcáico del Tíber, que tenía raíz etimológica análoga a la del verbo griego ??? (rhèo) y del verbo latino ruo, que significan “fluir”
de la palabra etrusca ruma, que significaba ubre, y podría por tanto hacer referencia al mito de Rómulo y Remo, o también a la conformación de la Colinas del Palatino y del Aventino
del griego ???? (rhòme), que significa fuerza
de Roma, una joven troyana que conocía el arte de la magia, de la cual existen referencias en los escritos del poeta Stesicoro
de Amor, es decir, la palabra Roma si se lee de derecha a izquierda: la interpretación es del escritor bizantino Giovanni Lido, que vivió entre los siglos V y VI.

Historia de la decadencia y ruina del Imperio romano

Historia de la decadencia y ruina del Imperio romano, obra del historiador inglés Edward Gibbon, publicada en Londres en seis volúmenes, desde 1776 hasta 1788, cuyo título original es el de History of the decline and fall of the Roman Empire (traducida indistintamente la palabra fall como ‘ruina’ o como ‘caída’).

Fue proyectada en 1764, cuando el autor se encontraba en Roma y concibió la ambiciosa idea de escribir la historia imperial del poder emanado desde esa ciudad, durante la antigüedad, así como la del llamado Imperio de Oriente o bizantino, heredero de aquél y que se desarrolló durante la edad media.

El 17 de febrero de 1776 apareció el primer volumen, que se convirtió inmediatamente en un éxito, al tiempo que provocaba un escándalo debido a su interpretación de que el desarrollo del cristianismo era el responsable de la caída del poder de la ciudad de Roma.

Tres años más tarde, Gibbon hubo de publicar una Vindicación de la categoría historiográfica de los capítulos 15 y 16 de su Decadencia y ruina, en los cuales había hecho las afirmaciones polémicas. En 1781, vieron la luz los volúmenes segundo y tercero, que prolongaban el estudio hasta el final del Imperio romano de Occidente, ocurrido en las últimas décadas del siglo V.

Las restantes casi diez centurias del Imperio romano —con sede en Constantinopla y apelado indistintamente de Oriente o bizantino, al que se describe como una permanente decadencia— las comprime Gibbon en los tres últimos volúmenes de la obra, publicados (como el resto, en Londres) el 8 de mayo de 1788 y cuya redacción finalizó el 27 de junio del año anterior.

Historia de la decadencia y ruina del Imperio romano es un trabajo literario de gran calidad, escrito en una prosa inglesa sobria, casi dramática, y está apoyado en innumerables y minuciosas fuentes (documentos, historiografía anterior, monedas, inscripciones y conocimientos arqueológicos) que hacen de él todavía un clásico del estudio histórico, principalmente, del final del Imperio romano occidental, pero también de la existencia del Imperio bizantino.

Gibbon, que concibe a este último como parte del concepto general de Imperio romano, es un destacado representante de la historiografía de la Ilustración, en cuyos textos es evidente la influencia del filósofo e historiador escocés David Hume y la del pensador francés Voltaire.

Edad Media

Con el fin del Imperio Romano de Occidente, en Roma tiene lugar un período marcado por la presencia barbárica en Italia y, sobre todo, por la afirmación de la Iglesia en el poder (con el Papa como jefe), que sustituyó al Imperio y derribó el puente que habría unido a la Antigüedad con el mundo nuevo.

Muchas luchas en el ámbito romano y europeo no permitieron la instauración de una estructura política constante en Roma, que pasó por tanto a través de distintas formas de gobierno: fue dominada primero por los Godos y sucesivamente por los Bizantinos.

En este período fue llevada a cabo la creación de un ducado romano, cuyos límites correspondían, a grosso modo, con la ciudad y el territorio que la rodeaba.

En el año 756, desaparecido definitivamente el rey longobardo Astolfo, Pipino el Breve, rey de los francos, cedió las tierras conquistadas al papa Esteban II, dando nacimiento al Patrimonium Sancti Petri, el Estado Pontificio, del cual Roma se convierte en capital.

La noche de Navidad del año 800, el papa León III corona emperador a Carlo Magno en la antigua Basílica de San Pedro, instituyéndose así el Imperio carolingio: Roma no fue la capital del mismo (ubicada en Aquisgrán), pero fungió como centro religioso del nuevo estado teocrático.

Alrededor de la mitad del siglo IX, el papa León IV, después de la incursión sarracena de 846, hace fortificar la Civitas Leonina (que correspondía con la actual Ciudad del Vaticano), confirmando el poder político asumido por los pontífices, que eran protegidos por las familias nobles.

Aunque éstas fortificaron sus casas, hasta convertirlas en auténticos castillos: es el período comprendido entre los años 1100 y 1200, período en el cual Roma estrechó sus relaciones con las comunidades asentadas en sus cercanías.

A mediados del siglo XII los ciudadanos romanos instauraron el Municipio Consular (que se asentó en la cima del Campidoglio), rival de la autoridad papal y de la autonomía de los nobles; en este período Roma se abastece de nuevos y eficientes sistemas de defensa.

La Edad Media, además, se caracterizó por las luchas entre las familias nobles ligadas a los Papas y aquellas ligadas al extinto imperio, que frenaron el desarrollo del área central de la ciudad hasta el siglo XVI. Roma, centro político del mundo gracias al poderío de los Papas, se confirmó como ciudad pontificia cuando Bonifacio VIII, en 1300, proclamó el primer Jubileo; el mismo pontífice, tres años después fundó la Universidad de Roma “La Sapienza”.

Pero cuando en 1309 el papa Clemente V se retiró a Aviñón, Roma fue gobernada por las familias nobles en continua lucha recíproca: la ciudad sufre una involución, y en el siglo XV registraba apenas 20.000 habitantes.

La radical transformación de la Roma medieval fue iniciada por el papa Nicolás V, que decide realizar ex novo el nuevo centro de Roma, el centro de la fe cristiana, distinto del centro pagano de la Roma antigua. Abandonó Letrán y concibió la idea de la construcción de la nueva basílica de San Pedro:54 desde ese momento, por casi cuatro siglos, Roma estuvo bajo el completo dominio de los papas.

Edad moderna

Después de la reforma luterana (1517) y al saqueo de Roma por parte de Carlos V (1527), tuvo lugar el Concilio de Trento, culminado en 1563, que confirmó a Roma como capital del Estado Pontificio, aunque si desde aquel momento la figura del Papa disminuye sus influencias sobre la política europea.

El período sucesivo al Concilio de Trento estuvo caracterizado por una renovación urbanística de la ciudad: los nobles y las familias cardinalicias poderosas abandonaron sus palacios en el centro para construirse nuevas moradas sobre las colinas; pero el verdadero artífice de la gran obra de modernización arquitectónica, cultural y económica de la ciudad de Roma, fue el papa Sixto V, pontífice solamente por cinco años (1585-1590). En 1626 fue inaugurada la nueva basílica de San Pedro, emblema del dominio papal.

Este dominio papal fue interrumpido solamente un siglo y medio después, cuando el 15 de febrero de 1798 fue proclamada la República Romana y fue depuesto el papa Pío VI. La nueva forma de gobierno duró solamente un año, entre el descontento general del clero y de los romanos, pero con el ascenso al poder de Napoleón Bonaparte, Roma pasó a formar parte del Primer Imperio francés (1808).

El mismo Napoleón encargó al artista Antonio Canova que modernizará a la antigua capital imperial: bajo orden del emperador francés, además, comenzaron las excavaciones arqueológicas (en particular en el Foro Romano) guiadas por el francés Antoine Chrysostome Quatremère de Quincy.

La era napoleónica se concluyó con una serie de encuentros bélicos decisivos, entre ellos la batalla de Leipzig (1813) y la Batalla de Waterloo (1815): Roma fue tomada por Murat (en noviembre de 1813), pero el 11 de abril de 1814 Napoleón liberó al papa Pio VII, hasta entonces encerrado en prisión por los franceses: el pontífice regresa a Roma, imponiendo de nuevo en la capital el dominio papal y devolviendo el entusiasmo a la gente.