Estudio de la historia

¿Qué es la historia?

La historia es la ciencia que tiene como objeto de estudio el pasado de la humanidad y como método el propio de las ciencias sociales. Se denomina historia al periodo histórico que transcurre desde la aparición de la escritura hasta la actualidad. Más allá de acepciones propias de la ciencia histórica, historia en el lenguaje usual es la narración de cualquier suceso, incluso de sucesos imaginarios y mentiras; sea su propósito el engaño, el placer estético o cualquier otro.

A su vez, llamamos historia al pasado mismo, e, incluso, puede hablarse de una historia natural en que la humanidad no estaba presente (término clásico ya en desuso, que se utilizaba para referirse no sólo a la geología y la paleontología sino también a muchas otras ciencias naturales; las fronteras entre el campo al que se refiere este término y el de la prehistoria y la arqueología son imprecisas, a través de la paleoantropología). Ese uso del término historia lo hace equivalente a cambio en el tiempo.

La decadencia de occidente

Su primer volumen se publicó en 1918. Spengler revisó este volumen en 1922 y publicó además el segundo volumen, titulado Perspectivas de la historia mundial, en 1923.

En esta obra, el autor alemán pretendía llevar a cabo un estudio de las formas subyacentes a los acontecimientos concretos, de la macroestructura dentro de la cual fluyen todos los acontecimientos históricos particulares.

Spengler presentaba la historia universal como un conjunto de culturas (Antigua o Apolínea, Egipcia, India, Babilónica, China, Mágica, Occidental o Fáustica) que se desarrollaban independientemente unas de otras –como cuerpos individuales- pasando a través de un ciclo vital compuesto por cuatro etapas: Juventud, Crecimiento, Florecimiento y Decadencia, como el ciclo vital de un ser vivo, que tiene un comienzo y un fin determinados.

Además, cada una de las etapas que conformaban el ciclo vital de una cultura presentaba, según el esquema spengleriano, una serie de rasgos distintivos que se manifestaban en todas las culturas por igual enmarcando los acontecimientos particulares.

Con base en este esquema y aplicando un método que él llamó la “morfología comparativa de las culturas”, Spengler proclamó que la cultura Occidental se encontraba en su etapa final, es decir, la decadencia y afirmó que era posible predecir los hechos por venir en la historia del occidente.

Tratado de geopolítica

Geopolítica, término usado para designar la influencia determinante del medio ambiente (características geográficas, fuerzas sociales y culturales y recursos económicos) en la política de un Estado, así como, por extensión, su estudio.

El científico y político sueco Rudolf Kjellén, que desarrolló un sistema de ciencia política basado en la interacción de las fuerzas sociológicas, políticas y físicas, acuñó el término ‘geopolítica’ en su obra Staten som Lifsform (El Estado como un organismo, 1916).

Un Estado soberano ocupa un territorio particular con características físicas únicas que en parte determinan las formas viables de organización económica, social, política y militar.

Además, la localización geográfica de un Estado debe ser considerada en relación con la de los que le circundan, cada cual con sus propias cualidades geopolíticas únicas.

En el siglo XX, por ejemplo, Bélgica y Polonia han sido ‘campos de batalla’ por su estratégica situación geográfica, entre Alemania y Francia y entre Alemania y Rusia respectivamente.

La geopolítica, tal como fue desarrollada por el general alemán Karl Haushofer, fue fundamental para Alemania durante el periodo del nacionalsocialismo, pues proporcionaba una razón pseudocientífica para justificar la expansión territorial alemana en busca de un supuestamente necesario lebensraum (en alemán, ‘espacio vital’).

De acuerdo con esta teoría, fundada en los estudios del geógrafo Friedrich Ratzel, el “espacio vital” se definiría como todo el territorio que un país alega necesitar para lograr su autosuficiencia.

El estudio de la geopolítica cobró un importante vigor para intentar lograr una compresión más perfecta de la estructura profunda de las relaciones internacionales entre los estados. Para un análisis más certero de la rivalidad política entre Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) durante la Guerra fría, por ejemplo, los analistas geopolíticos buscaron las raíces y objetivos de las políticas exteriores indispensables de ambos países.

Ya en 1904, el geógrafo británico sir Halford MacKinder apreció un antagonismo geopolítico entre el poder terrestre euroasiático (es decir, Rusia) y la primera fuerza oceánica (entonces Gran Bretaña, más tarde Estados Unidos).

Varias explicaciones geopolíticas se ofrecieron para localizar la causa geopolítica del conflicto soviético-estadounidense, conviniéndose en la necesaria influencia que desempeñaba el dominio real o tácito de otras áreas geográficas, tales como África, Eurasia y Latinoamérica.

Historiografía

La historiografía es el registro escrito de la historia, la memoria fijada por la propia humanidad con la escritura de su propio pasado.

El término proviene de historiógrafo, y éste del griego ????????????? ([historiográfos]), de ??????? ([historía]: historia) y -?????? ([gráfos]), de la raíz de ??????? ([gráfein]: escribir); o sea, el que escribe (o describe) la historia.

La historiografía es el arte de escribirla, pero también la ciencia de la historia. El énfasis en su condición de “arte” (?????, [téchne]) o “ciencia” (????????, [epistéme]) es uno de los objetos de debate metodológico más importante entre los historiadores, con abundante participación de todo tipo de intelectuales que han reflexionado sobre ello, dada su posición central en la cultura.

Para una parte de ellos, ni siquiera puede hablarse de “historia” en singular, puesto que la condición de relato de sus productos los convierte en “historias” en plural.

Para la mayor parte de los historiadores contemporáneos, en cambio, la condición científica de la historia, o al menos la aspiración a tal condición (“ciencia en construcción” ), es irrenunciable; e incluso está muy extendida la visión que no percibe ambos rasgos (ciencia y arte) como estrictamente incompatibles, sino como complementarios.