El hombre tiene una gran capacidad de adaptación a los distintos climas. Habita tanto en los climas más fríos (como es el caso de los esquimales de Groenlandia) como en los más cálidos (los nómadas del desierto de Sahara). Sin embargo, hay que reconocer que algunos climas favorecen más que otros la vida del hombre.
Climas desfavorables: Entre los climas menos adecuados para la vida del hombre hay que señalar los extremadamente fríos, los extremadamente secos y los cálidos y húmedos.
– En los climas extremadamente fríos una capa de hielo cubre la mayor parte del territorio y apenas existe vida animal y vegetal. El hombre encuentra serias dificultades no sólo porque tiene que protegerse del frío, sino también porque los alimentos son escasos.
– También los climas extremadamente secos son poco favorables para la vida del hombre. El agua es necesaria para la vida. Por eso en los desiertos la población es muy escasa, excepto en los lugares donde hay suficiente agua, como ocurre en los oasis.
– Por último, los climas cálidos y húmedos son más soportables. El calor y la humedad son compatibles con las actividades agrícolas, si bien representan un gran inconveniente para la ganadería. En efecto, el ganado sufre numerosas enfermedades bajo este tipo de climas. También el propio hombre se ve afectado por estas condiciones climáticas. El trabajo se hace penoso, especialmente para el hombre blanco, que no se adapta con facilidad al calor húmedo del ambiente.
Climas favorables: Los climas no extremosos son adecuados para la vida del hombre. Por eso se encuentran fuertes densidades de población en las zonas templadas o en las regiones monzónicas.