Durante este periodo los descubrimientos ocurrieron en forma continua y a un ritmo bastante rápido. En la industria textil, el i nglés Kay inventó en 1733 la lanzadera volante, que aceleraba el tejido del algodón.
Para mejorar el hilado del algodón se diseñaron varias máquinas: la «water-frame» y la «spinning jenny» de Thomas Highs en 1764; la «jenny» de Richard Arkwright en 1764; la «spinning jenny» de James Hargreaves en 1768, y la «mule-jenny» de Samuel Crompton en 1779.
En 1764, James Watt aportó una nueva fuente de energía al inventar la máquina de vapor. La explotación industrial de la electricidad y el petróleo, desde finales del siglo XIX, completa los logros energéticos de la revolución industrial.
Durante esta época el economista escocés Adam Smith se interesó en la racionalización de la producción. En su libro «Investigaciones sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones», publicado en 1776, describe el proceso de la división del trabajo y las ventajas económicas que resultan de ésta.
Ventajas pueden resumirse en tres puntos:
– Desarrollo de las habilidades y de la competencia como resultado de la repetición del trabajo;
– Ahorro del tiempo que generalmente se pierde como resultado de un cambio de actividades;
– Invención de máquinas y herramientas acordes con la especialización del hombre.
El matemático inglés Charles Babbage se interesó en el aspecto organizacional y económico de la producción. Se encargó de desarrollar las observaciones de Smith acerca de la división del trabajo, distinguiendo siete operaciones básicas en el proceso de fabricación de un alfiler:
1. trefilado del metal al diámetro deseado,
2. enderezamiento del alambre,
3. afilado de la punta,
4. corte,
5. formación de la cabeza,
6. cromado o chapeado,
7. colocación en carteras o cajitas.
En el plano económico, Babbage notó que la escala de salarios debía establecerse en función de la especialización, de asl habilidades necesarias para cada operación, del grado de dificultad de ejecución y de la escasez de la mano de obra.
Su «Tratado de la economía de las máquinas y de las manufacturas», que apareció en 1832, cubre temas como el de las máquinas y la producción en masa, las posibilidades de expansión de las fábricas, los sindicatos, etc.
El aumento de productividad en esta época se debió en gran parte a la substitución del hombre por la máquina y a la organización del trabajo dentro de las fábricas, basada en la división de las tareas.
Fuente: Apuntes de Introducción de Sistemas de Producción de la Unideg