Ética, historia y criterios

Introducción

Ética, obra escrita por el filósofo holandés Baruch Spinoza. Fue publicada en 1677, poco después de su muerte, incluida con otros escritos póstumos en un volumen titulado Opera posthuma (Obra póstuma), en el que sólo figuraban las iniciales de su nombre. Spinoza redactó durante cerca de 15 años este escrito, cuyo título completo era Ética demostrada según el orden geométrico.

Consta de cinco partes, cada una de las cuales está dividida en definiciones, axiomas y proposiciones. Estas últimas dan lugar a demostraciones (que son “ojos de la mente por los cuales percibimos”), y a escolios y corolarios, escritos en un estilo menos forzado y a menudo polémico.

El racionalismo de Spinoza se revela así en la selección de un discurso redactado como un vasto silogismo, de manera que todo el edificio de las proposiciones subsecuentes de la Ética se deduce de sus premisas. “Descartes ha comenzado por la mente; yo comienzo por Dios”.

Historia de la ética

Desde el inicio de la reflexión filosófica ha estado presente la consideración sobre la ética. Platón afronta la temática ética en diversos lugares y desde contextos diferentes.

Así, por ejemplo, en el Gorgias busca superar el hedonismo y la ley del más fuerte. En el Fedón evidencia la importancia de lo que exista tras la muerte para regular el propio comportamiento.

En la República aborda juntamente la ética individual (desde la perspectiva de una justicia dentro del alma) y la ética pública, con una compleja teoría del Estado, que encuentra complementos y puntos de vista diferentes en otras dos obras, el Político y las Leyes.

La Ética nicomáquea, seguramente el más importante tratado de ética de Aristóteles, se basa en la premisa de que todo ser humano busca la felicidad (ética eudemónica).

Para Aristóteles todos los seres naturales tienden a cumplir la función que les es propia y están orientados a realizar completamente sus potencialidades. El bien, que es lo mismo que la perfección de un ser o la realización de las capacidades es cumplir su función propia, aquello a que solo él puede realizar.

Es un momento en el que la ética asume elementos de las doctrinas clásicas de la felicidad (el fin del actuar humano consiste en obtener el bien que nos hace felices) y los une a la doctrina cristiana (vista como Revelación divina), especialmente según la normativa que recogen los mandamientos.

Los filósofos éticos modernos trabajan con la mirada puesta, sobre todo, en el mundo antiguo (estoicos, epicúreos, Platón, Aristóteles), si bien con algunos elementos heredados de la Escolástica medieval.

Descartes tiene algunos elementos de ética en su famoso Discurso del método. Dentro del racionalismo, es Baruch Spinoza quien elaboró de modo más amplio y sistemático una propuesta ética.

La ética del siglo XX ha conocido aportes importantísimos por parte de numerosos autores: los vitalistas y existencialistas desarrollan el sentido de la opción y de la responsabilidad, Max Scheler elabora una fenomenología de los valores. Autores como Alain Badiou han intentado demostrar que esta principal tendencia, la cuestión de “la ética” en el siglo XX, es en realidad un “verdadero nihilismo” y “una amenazante denegación de todo pensamiento”.

Criterios de la conducta humana

A lo largo de su vida el hombre puede utilizar una enorme variedad de criterios orientadores para elegir su propia conducta, aunque muchos de ellos no tengan que ver con la ética y la moral. Pueden distinguirse seis niveles o tipos de criterio:

El placer y los instintos.
Las normas inconsistentes y el Super Yo.
La presión social.
Las normas morales y civiles.
Los valores apreciados por sí mismo.
El Yo Profundo.

Problema del ser y el debe ser

La ética teleológica es generalmente una ética orientada hacia fines, hacia un “télos” (en griego, fin u objetivo que perfecciona a quien lo alcanza).

Hume ha planteado la objeción de que la transición de ser no-debe “para ser legítimo (” Ley de Hume “). Bajo la falacia de la partida “naturalista” de George Edward Moore ha planteado las cuestiones estrechamente relacionadas, pero que no son estrictamente los mismos.

Como se destaca más adelante, los positivistas, deben estar epistemológicamente entre las tasas y tarifas de destino, y se diferencian por su relación diferente a los sentidos. La distinción epistemológica entre es y debe se basa en la ciencia empírica moderna. Quien no acepta esta distinción, o bien debe postular a un ser que no es directamente o indirectamente detectables, o se debe considerar lo que debe perceptible.

Las normas éticas se derivan de supuestas declaraciones sobre los seres, con frecuencia pasan inadvertidos por el uso de la ambigüedad normativa y empírica de términos como “esencia”, “Naturaleza”, “determinación”, “función”, “final”, “sentido” u ” Objetivo alcanzado”. Así, la palabra “objetivo” es incluso lo que en realidad busca una persona (Su meta es graduarse). La palabra objetivo puede referirse también a lo que debe perseguir un hombre (por ejemplo, cuando se dice de alguien que perdió el objetivo o la meta de su existencia humana).

La ambigüedad inadvertida empírico-normativa de ciertos términos conduce a falacias lógicas tales como: “La esencia de la sexualidad es la procreación. Por lo tanto, la anticoncepción no está permitida, porque no refleja la naturaleza de la sexualidad”.