Definición
En el ámbito psicológico, la conciencia es lo que nos indica qué está bien o mal. La conciencia presenta algunas propiedades claramente diferenciadas: dinamismo, unidad o totalidad, subjetividad, intencionalidad y conocimiento. La vida psíquica de la conciencia, es el objeto que estudia la Psicología.
Introducción
Se puede definir a la conciencia como la capacidad del sujeto para percibirse a sí mismo actuante o modificado. Tenemos conciencia cuando sabemos lo que está aconteciendo en nuestro Yo, ya en lo que es propio de nuestro mundo interior, ya en lo que es el mundo exterior que en él se refleja. La conciencia presenta algunas propiedades claramente diferenciadas: dinamismo, unidad o totalidad, subjetividad, intencionalidad y conocimiento certero
Noción de vida Psíquica
La vida psíquica es el objeto que estudia la Psicología y, por lo tanto, es aproximadamente un sinónimo de alma. Mas así como la noción de alma no es muy precisa y los investigadores difieren acerca de su exacta significación, de igual modo debemos señalar las discrepancias acerca de qué se entiende por vida psíquica. Una definición formalmente correcta sería: la vida psíquica es el conjunto de fenómenos psíquicos. Pero, claro está, queda sin resolver qué son los fenómenos psíquicos.
En psicología la conciencia tiene varias funciones fundamentales:
- Representa idealmente las posiciones de las personas que están incluidas junto con él en determinadas relaciones sociales.
- Permite al individuo ser el representante de estas relaciones.
- El individuo, gracias a la conciencia, organiza la actividad propia al desarrollar funciones básicas en la psiquis tales como: la búsqueda, la prueba y la imagen ideal de la actividad misma.
- Esta última función implica que el individuo estructure imágenes de los objetos de sus carencias (cultura material y espiritual), o sea, al surgimiento de las necesidades que lo impulsan a la actividad.
Este proceso ocurre mediante la búsqueda y el proceso de prueba de los medios para satisfacer la necesidad con lo que surgen los motivos de la actividad. Pero el motivo no produce el objeto por lo que el objeto se convierte en la finalidad de la acción. En la búsqueda y la prueba de la finalidad el individuo define la tarea durante cuyo cumplimiento puede producir el objeto requerido. Luego controla la realización de la acción por medio de la voluntad expresada en la atención.
La conciencia aparece como una capacidad cognitiva relacionada con la atención, que permite a los seres humanos percibir de manera más profunda la entidad global de un objeto y su propia existencia. No obstante, el significado del término es más amplio ya que refiere a la capacidad básica de un organismo de tener experiencia, lo cual incluye a las sensaciones, los sentimientos, los pensamientos. En tal sentido, ser o no consciente, equivale a poder o no sentir o pensar.
Estudios sobre la conciencia
Los Estados Unidos, donde el psicoanálisis no hizo escuela, fueron la cuna de nuevos estudios sobre la conciencia. Incluso, de posturas que desdeñaban la oposición conciencia-inconsciente y la idea general de conciencia. En las primeras décadas del siglo XX, algunos psicólogos volcaron el fiel de la balanza sobre la conducta como objeto de estudio. Para John B. Watson, todo estaba en el comportamiento. De hecho escribió que se podría estudiar la psicología humana sin hacer una sola mención a la conciencia. Watson creó la escuela de psicología conocida como conductismo.
Hacia los años 50 del siglo XX el estudio científico del sueño descubrió que éste no implica la desaparición de la conciencia, sino otro tipo de actividad cerebral cercana a aquella. Los movimientos oculares rápidos (REM, por las siglas de las palabras inglesas Rapid Eyes Movement) se producen durante el sueño, a intervalos de unos 90 minutos. El estudio de la fase REM reveló que en esos momentos las ondas registradas por un encefalograma son similares a las de la vigilia. Esto sugirió la posibilidad de ampliar el concepto de conciencia. En esos años, apareció la idea de «estados alterados» de conciencia, que se difundió rápidamente en la cultura estadounidense. La utilización de alucinógenos, la meditación, la creencia en percepciones extrasensoriales referían a una percepción del mundo distinta de la habitual, no ubicada en lo inconsciente, sino en zonas no exploradas de la conciencia.
Ese movimiento cultural New Age, parecía expresar, la necesidad de comprender toda la actividad y el potencial de la mente humana. E implicaba que las ideas morales convencionalmente aprobadas debían ser sujetas a revisión. Para muchos, el uso de sustancias alucinógenas significó poner al descubierto la parte oculta de la conciencia y una amplitud de visión que estaba más allá del bien y del mal.
Nuestra memoria y nuestros recuerdos, así como toda su carga emocional están compuestos por los contenidos que hemos almacenado de forma consciente a lo largo de nuestra vida. Y, también, por aquellas vivencias que han sido adquiridas de forma inconsciente. Los estímulos subliminales, bien visuales, auditivos, olfativos o de cualquier otra índole perceptual, pueden ser emitidos con baja intensidad o de forma más o menos oculta y en general, con una exposición breve que evita que sean captados de forma consciente. Sin embargo, sí serán captados a nivel inconsciente y almacenados en nuestra mente. Precisamente por eso, tendrán un efecto que en mayor o menor medida influirá en nuestro comportamiento futuro.
Estados de conciencia
Para los estados clínicos de la consciencia y sus alteraciones. Hay diferentes desarrollos de esta función cerebral:
- Conciencia individual: se refiere a la conciencia de uno mismo y de cómo el entorno lo puede perjudicar o favorecer. Se establece lo que es bueno y malo para uno mismo. El ejercicio acertado de esta función mental se llama instinto de supervivencia. En el hombre, el resultado de su racionalización le dota de mayor capacidad de autodominarse, de una mayor creatividad y de esto nace la Inteligencia preconsciente.
- Conciencia social: se refiere a la conciencia del estado de los demás miembros de su comunidad y de cómo el entorno los puede perjudicar o favorecer. Se establece lo que es bueno y malo para una comunidad. El ejercicio acertado de esta función mental se llama instinto de protección. En el hombre, el resultado de su racionalización le dota de capacidad cooperacional, y de esto nace la Inteligencia social.
- Conciencia temporal o competente: se refiere a la conciencia del medio que le rodea y de cómo afecta a uno mismo y a los demás en la línea del tiempo. Se establece lo que es bueno y malo para el futuro de la comunidad. El ejercicio acertado de esta función mental se llama inteligencia racional (véase también: razón).
- Conciencia emocional o empatía: Se establece lo que es bueno y malo en función de datos emocionales, y de cómo el entorno y la forma de actuar de uno mismo, afecta al estado emocional de su comunidad. El ejercicio acertado de esta función mental se llama inteligencia emocional.
La conciencia puede funcionar en ‘piloto automático’, o sea, sin necesidad de ejercitar inteligencia alguna, únicamente basándose en los instintos. El individuo es consciente de lo que está haciendo, pero no se plantea si es bueno o malo.
Interrelación
Las tres primeras no son exclusivas del hombre, sólo la última. Como especie animal no nos cuesta concienciarnos de las dos primeras, pues no depende de la educación o datos externos, va con la propia naturaleza de la conservación de la especie. El ejercicio más o menos acertado de la tercera dependerá de la educación recibida (los hay autodidactas), también es innata a la supervivencia y la cuarta no todo humano logra concienciarse en su mayor exponente (o sea, equipararla al uso que le damos a las otras tres), sino que son dependientes de la educación, costumbres y moral local. No suele manifestarse de forma consciente, sino como una imagen de lo que podríamos estar sintiendo nosotros en piel ajena. Ello motiva a actuar pensando que eso es lo bueno y lo malo, sin cuestionarlo ni racionalizarlo; las personas que lo han intentado han acabado convirtiéndose en líderes.
Estados alterados
Se entiende como estado alterado de conciencia a los estados de conciencia distintos de:
– La vigilia, activo.
– El sueño, lento.
– El sueño REM, con movimientos oculares rápidos y excitación de los órganos sexuales.
A estos estados alterados se les asocia a veces, cierta capacidad terapéutica para sanar ciertos trastornos psicológicos y/o psiquiátricos.
Potencial en psicoanalisis
Absolutamente todas las especies desarrollan su potencial ontogénico, incluyendo hombre. La diferencia es el estado de la conciencia. Hay tres estados diferentes, al menos en la especie humana:
– consciente, es la región de la mente en donde se establecen las prioridades.
– preconsciente, es dependiente del objetivo a cumplir y relativo a su importancia en el desarrollo.
– inconsciente, no se racionaliza el impulso, pasa inadvertido condicionando los resultados obtenidos. Como norma general son sensaciones que damos por buenas.
La ontogénesis del cerebro humano le capacita para poder alterar las funciones mentales en base a la educación e información exterior, incorporando esos datos como condicionantes en su forma de relacionarse con su medio y su comunidad.
Los datos aportan nuevos enlaces que permiten ir extrayendo del inconsciente elementos necesarios para estructurar la conciencia. En la práctica podemos dar por buenos ciertos datos que nos satisfacen, pasarlos por alto y no entender desde nuestra parte consciente como es posible que el resultado final no sea el planteado en su origen. La razón: deseamos desde nuestro inconsciente que lo bueno se cumpla.
Evidencias: Así podemos observar comportamientos humanos en individuos que son incapaces de tener en cuenta el impacto de sus hechos en la línea del tiempo o de como van a afectar sus actos emocionalmente a otros. Si bien sienten que pueden hacerlo, no fomentan ni refuerzan esas facultades de su función mental. Esto se evidencia por el sentimiento de ‘vacío interior’, producto de la sensación de que tenemos potencial de continuar creando nuevos caminos sinápticos, pero no hay estímulo para ello. La razón principal de esto es porque no se ha desarrollado la capacidad de entendimiento del por qué se ha de emplear energías en entender ciertos aspectos que por otros medios se resuelven de forma más económica. La conclusión a la que llegan es que es una perdida de recursos inútiles (no hay retroalimentación que permita efectuar un esfuerzo por establecer los enlaces sinápticos que permitirán razonar en base a datos temporales y/o emocionales).
Trabajos de laboratorio: Los trabajos de laboratorio durante las últimas décadas del siglo XX, con nuevas tecnologías, sobre todo la resonancia magnética, mostraron de qué modo se organiza la memoria, en qué zonas del cerebro se producen las imágenes, cómo los individuos reconocen unos objetos de otros, cuál es la región cerebral de las decisiones, cómo se comportan los neurotransmisores, el papel de procesos fisiológicos en el desarrollo de trastornos mentales y, en general, las bases biológicas de la psiquis humana, incluyendo la ética, que parece tener su lugar en la corteza cerebral.
Las neurociencias, observando los cerebros en actividad, comenzaron así a librar una batalla con las ideas de Freud y el psicoanálisis, en especial la de la existencia del inconsciente y el trauma infantil como explicación dogmática del malestar neurótico. En el terreno de los medios de difusión, esta polémica se expresó en la oposición maniquea entre el uso de psicofármacos y los métodos del psicoanálisis.
Interrelación: Conciencia – inconsciente Johann Herbart fue el primero en plantear que algunas ideas pueden estar en estado latente, mientras otras están activas. Esas ideas en estado larvario o de «tendencia» fueron estudiadas a fondo por Sigmund Freud, que abrió el campo de lo que llamó «lo inconsciente» o el inconsciente, a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, lo que significó un viraje sobre el discurso científico que se venía desarrollando. Freud llevó los estudios hacia el aspecto menos conocido por el sujeto.
Para Freud, la actividad inconsciente determina la conducta de los individuos tanto o más que las ideas conscientes. Y las ideas inconscientes a su vez son modeladas por las experiencias infantiles. Cuando éstas producen trauma (herida), la conciencia las sepulta en el inconsciente, desde donde siguen sin embargo influyendo en la conducta. Para explorar el inconsciente, Freud desarrolló el método llamado psicoanálisis. Esa exploración tenía al mismo tiempo dos objetivos: el autoconocimiento y el alivio o curación de trastornos de conducta e incluso de patologías mentales severas.
Fuente: Enciclopedia Wikipedia