Desde la represión sexual freudiana hasta la actualización del yo de Jung, pasando por el complejo de superioridad de Adler; la lista serviría para completar el presente libro. Como administradores, lo que necesitamos saber acerca de la personalidad es que no nacemos con ella, al menos no totalmente.
La personalidad se determina e influyen en ella tanto los genes hereditarios como el medio social y físico y las experiencias. Esto proporciona valores esenciales únicos, creencias y necesidades que moldean la conducta consistente que presentamos ante el mundo.
Cuando hemos alcanzado un nivel de madurez psicológica, nuestra personalidad no cambia mucho, y sus componentes ya están integrados.
Lo anterior significa que como tenemos diferentes experiencias en la vida y raramente compartimos el mismo ambiente social y físico con otros, la combinación de los factores hereditarios y ambientales que interactúan de manera complicada da como resultado patrones de comportamiento que son únicos para cada uno como individuo.
De modo que variamos en inteligencia, educación, creencias religiosas, nivel social y experiencias, y esto afecta la forma en que nos comunicamos con los demás.
Todos estos factores crean marcos de referencia individualmente diferentes, con el resultado de que cada persona mira el mundo de una manera particular y única.
Nuestra estructura física y mental y nuestro ambiente afectan tanto la percepción como el juicio.
La percepción es el proceso mediante el cual seleccionamos, organizamos e interpretamos los estímulos sensoriales y la información en términos que se acoplan a nuestros propios marcos de referencia y visiones del mundo. Todo el tiempo recibimos información.
No tomamos en cuenta parte de ella, otra la aceptamos y la interpretamos a la luz de nuestra experiencia pasada para hacer conjeturas, tan precisas como sea posible, sobre lo que va a suceder en el futuro.
De esta manera nos formamos imágenes de las personas, con frecuencia, con base en muy poca información, predecimos su comportamiento en ciertas situaciones y seleccionamos lo que, según nuestro punto de vista, es la mejor manera de acercarnos a ellas, influirlas o comunicarnos.
A menudo, cuando interpretamos la información, vemos o escuchamos lo que esperamos ver o escuchar, en lugar de tratar con hechos objetivos.
La mayor barrera contra la objetividad son nuestros propios conceptos; lo que “sabemos” está en relación con el mundo y con otras personas, y tendemos a rechazar la información que parece amenazar nuestras propias concepciones.
No deseamos que se nos diga que tenemos restos de huevo en la cara o una carrera en la media, y solamente aceptaremos esta información sin resentimientos si proviene de personas con las que nos sentimos a gusto.
Puesto que todos somos diferentes y nuestras percepciones son distintas el proceso de comunicarse efectivamente con otras personas es, en ocasiones, bastante difícil.
Resulta más fácil cuando llegamos a conocer y entendemos a las personas; cuando no hay percepciones, valores y juicios compartidos es poco probable que se dé la comunicación efectiva.
¿Cuántas veces, como primera impresión, no pensó: “No me gusta este tipo, no voy a congeniar con él”? Las primeras impresiones tienden a ser duraderas, pues se rechazan los indicios de lo contrario cuando éstos amenazan nuestra capacidad para “juzgar” a las personas.
En el cuadro de abajo se ilustra cómo aumentar la objetividad en la forma en que percibimos a los demás y cómo incrementar el conocimiento de uno mismo. La
Ventana de Johari es útil para reducir los prejuicios en J percepción interpersonal. Cuando estamos con otras personas existen cierto elementos de nosotros mismos, actitudes, comportamiento y personalidad q le son familiares para nosotros y que también son evidentes para los demás (área ABIERTA).
De la misma manera, otras personas son capaces de observar facetas de nosotros mismos de las cuales no teníamos conciencia, por ejemplo: “Tiene mal aliento” (área CIEGA). Además, tendemos a mantener algo de nuestras actitudes y sentimientos en privado y no lo revelamos a los demás (área OCULTA).
También sabemos que existen algunos aspectos de nosotros mismos que no entendemos y que no son evidentes para otras personas, pero que afectan nuestro comportamiento, como el hecho de tener un acceso súbito de ira sin que haya una razón real (área desconocida).
Fuente: Introducción al Estudio de la Comunicación de la U de Londres