Objetivo de la publicidad es vender, denotando así su arraigo económico. Por eso, para entender mejor el fenómeno publicitario, conviene que examinemos antes cómo se inserta dicho fenómeno en la vida económica. Lo haremos estudiando, en primer lugar, el coste de las actividades publicitarias, y luego tratando de ver cuáles son las repercusiones de estas actividades en las ventas.
Se ha calculado que hoy el norteamericano medio recibe unos 1.600 mensajes publicitarios al día, el inglés algo más de 300, el francés casi 170… Este «bombardeo» publicitario, fenómeno muy extendido en la mayoría de países de economía competitiva, implica evidentemente unos gastos considerables por parte de lbS anunciantes.
Conocemos estos gastos gracias a organismos especializados, que recogen y publican los resultados referentes a las inversiones publicitarias.
En Francia, por ejemplo, el Institut de Recherches et d’tudes Publicitaires (I.R.E.P.) procede regularmente a una encuesta mediante sondeo sobre las inversiones publicitarias de los principales anunciantes franceses, encuesta que luego se publica en edición anual.
Es cierto que las estadísticas así establecidas no siempre poseen una seguridad total, pero al menos permiten situar, aproximadamente y de forma objetiva, el lugar que ocupa la publicidad en la economía del país.
Sabemos, por ejemplo, que el total de las sumas dedicadas a la publicidad se elevó en Francia a 9.000 millones de francos en 1973, y a unos 9.680 millones.
Fuente: Introducción al Estudio de la Comunicación de la U de Londres