M. Condemarín recomienda las siguientes pruebas para evaluar algunas funciones perceptivas:
Evaluación de la percepción visual
Se explora mediante el test de Bender. Se trata de una prueba visomotora que se basa en una serie de tarjetas con figuras que deben ser reproducidas por el niño. Se puede empezar a utilizar con cuatro o cinco años. Tiene como objetivo principal controlar la estructuración visual, espacial y la maduración motriz en el niño.
El test de desarrollo perceptivo de Frostig valora el desarrollo de la percepción visual. Es aconsejable para niños de tres a ocho años. Viene acompañado de un programa de desarrollo y reeducación de la percepción visual, centrándose en los siguientes aspectos:
- Coordinación visomotora.
- Percepción figura-fondo.
- Constancia perceptiva.
- Percepción de la posición en el espacio.
- Percepción de relaciones espaciales.
Evaluación de la percepción auditiva
Se explora con el test de Wepman (adaptación) según el cual se le da al niño la siguiente instrucción: Te voy a leer algunas palabras y tú me dices si son iguales o diferentes. Hay que cuidar de que el niño no vea los labios del examinador y asegurarse de que ha comprendido. Las palabras serían de este tipo:
- Soga-soba.
- Lana-lava.
- Dedo-debo.
- Ruega-rueda.
- Bol-gol.
- Guía-día, etc.
J. R. Gimeno propone el siguiente instrumento para evaluar la educación sensorial:
Instrumento de evaluación inicial
Evalúa cada uno de los sentidos y los cuatro niveles o grados (conocimiento, dominio, memoria, agudeza, aplicación) que se tratan en la educación sensorial. Se haría lo mismo con los restantes sentidos. Este mismo instrumento se puede utilizar para realizar evaluaciones periódicas.