Introducción
Antiguo Egipto, periodo de la historia de Egipto que abarca desde su protohistoria hasta el siglo VII d.C., y que comprende, por tanto, el conjunto de su edad antigua y parte de su edad media. La antigua civilización egipcia fue notable no solo por la riqueza, esplendor y sofisticación de su arquitectura funeraria, que refleja y atestigua el poder de sus faraones y la habilidad de sus ingenieros.
También lo fue por su desarrollado sistema de gobierno; por la aplicación de sistemas de irrigación; por su escritura pictográfica; por sus estudios en los campos de la astronomía, las matemáticas y la medicina; por la creación de una cultura espiritual muy compleja, patente en sus panteones y en sus conceptos de vida ultraterrena; así como por su destreza y sensibilidad artísticas.
Tres mil años de historia
Hacia el año 3100 a. C. el rey Narmer unificó los reinos del Alto y el Bajo Egipto, por lo que se le considera el primer faraón. A partir de entonces se distinguen tres grandes etapas en la historia egipcia:
El Imperio Antiguo (2800-2200 a. C.), en el que destacan los faraones Keops, Kefrén y Micerinos, los constructores de las grandes pirámides de Gizeh.
El Imperio Medio (2000-1780 a. C.), en el que los faraones conquistaron tierras en Nubia, al Sur de Egipto, tras la invasión de los hicsos (1650 a. C.).
El Imperio Nuevo (1570-1065 a. C.), en el que destacaron los faraones Tutmosis III y Ramsés II, que extendieron el Imperio egipcio en Oriente (Palestina, Siria).
En los últimos siglos de su historia, Egipto fue dominado varias veces por pueblos extranjeros, como los persas y los griegos, hasta su conquista por los romanos en el año 31 a. C.
La pirámide social
El faraón concentraba en sus manos todo el poder. Los egipcios le consideraban un dios y no podían mirarle ni tocar su cuerpo. En torno al faraón estaba la clase privilegiada, formada por:
Los nobles, que poseían parte de las tierras y ocupaban los cargos más importantes, como los de visir o primer ministro.
Los escribas, funcionarios que sabían leer, escribir y contar y que, por ello, administraban los dominios del faraón.
Los sacerdotes, dedicados a los ritos religiosos.
El resto de la población, la gran mayoría, eran campesinos, que cultivaban las tierras del faraón y de los templos, a los que debían entregar parte de la cosecha, y artesanos. También había esclavos, pertenecientes en su mayor parte al faraón, que los utilizaba en la construcción de los grandes monumentos, en el trabajo de las minas y en el ejército.
Medio físico
Desde el comienzo de su historia, la vida en Egipto (al que Heródoto describió acertadamente como “el don del Nilo”) estuvo profundamente vinculada a ese gran río. Y es que, sin el Nilo, Egipto sería un monótono desierto que poco o nada favorecería la vida humana. Sin embargo, debido al río, y más concretamente a sus crecidas anuales, una estrecha franja, el valle del Nilo, se convirtió en un espacio especialmente fértil y en la cuna de una gran civilización.
Esta fructífera lengua de terreno divide el Sahara en dos grandes áreas:
el desierto Oriental (el desierto Arábigo), una región montañosa que se extiende hasta el mar Rojo; y
el desierto Occidental (desierto Líbico), que se prolonga hasta el corazón del África septentrional.
Los antiguos egipcios distinguieron perfectamente el árido Deshret (“tierra roja”) y el fértil Kemet (“tierra negra”, por el color de su suelo aluvial). Sentían el primero, el desierto, como una tierra extraña, a la que solo se aventuraban para la obtención de metales (como el oro), minerales y piedras preciosas. En cambio, consideraban el valle del Nilo su hogar; en él se sentían seguros y protegidos por una serie de de dioses que, indefectiblemente, propiciaban el puntual inicio de la crecida anual del río.
Las precipitaciones estacionales en Etiopía motivaban que el Nilo alcanzara su mayor caudal; como consecuencia de este hecho, enormes cantidades de limo, rico en nutrientes, se trasladaban aguas abajo hasta depositarse en las llanuras del valle del Nilo.
Agricultura la vida en el campo
En el mes de septiembre, cuando el nivel del agua comenzaba a bajar como consecuencia del retroceso de la crecida, se iniciaba el ciclo agrícola anual. Los canales de irrigación tenían que ser reparados y los límites de las tierras, factor muy importante para calcular los impuestos, eran medidos de nuevo. Una vez completadas estas actividades, podía iniciarse la siembra del trigo, la cebada y el lino, principales productos de la agricultura egipcia. Luego, había que efectuar trabajos de mantenimiento de los canales y proteger la futura cosecha de la acción de parásitos. La cosecha comenzaba en abril.
El trigo se recolectaba después de que, por razones fiscales, los supervisores de las cosechas calcularan la producción; luego, se comparaba con la obtenida realmente. Después tenían lugar la trilla y el aventamiento.
Finalmente, el grano era transportado a graneros, donde era almacenado para su consumo posterior (básicamente, sería usado para elaborar pan), aunque una pequeña parte se conservaba para servir como semilla en la siguiente siembra. Dada la fertilidad del terreno, era posible realizar una segunda cosecha, por lo general de verduras o legumbres. Otras verduras y frutas (como higos y dátiles) eran cultivados en huertos y jardines; asimismo, también existían viñedos. Por lo que respecta al ganado, se criaban ovejas, cabras, cerdos y aves de corral; los asnos eran empleados para el transporte.
Comida
En términos generales, parece que puede afirmarse que la dieta de los antiguos egipcios fue variada, aunque, debieron existir notables diferencias y aquella tuvo necesariamente que depender de la categoría social. La base alimenticia de la población campesina fueron los cereales, utilizados para la elaboración de las que eran comida y bebida por excelencia: el pan y la cerveza. La dieta de los más afortunados se completaba con verduras y frutas (judías, garbanzos, lentejas e higos) y pescado, que el Nilo proporcionaba en abundancia.
La carne debió ser más extraña en la mesa de la población común, quedando posiblemente reservado su consumo a festividades y ocasiones especiales. En cambio, los individuos pertenecientes a sectores sociales superiores sí debieron comer con regularidad la carne de animales como el antílope o la gacela, que formarían parte, como se ha dicho antes, de una ingesta mucho más rica y que incluiría tres comidas al día (por las dos que debían ser habituales en el resto de la población).
Artesanía y oficios
La cerámica y el vidrio se produjeron regularmente, y alcanzaron su momento de mayor esplendor a partir del Imperio Nuevo.
En el caso de los alfareros, el desarrollo del torno resultaría fundamental.
Los carpinteros y ebanistas estuvieron muy determinados por la escasez de madera autóctona, lo que hizo depender su actividad de la importación; este factor explica que los objetos de madera fueran caros y que su consumo quedara reservado a los sectores sociales superiores.
Los del hilado y el tejido dio origen al desarrollo de talleres textiles y de un cierto tipo de telar vertical en el Imperio Nuevo significaron que este sector incrementara su importancia.
La metalistería tuvo su auge donde el cobre fue el material más trabajado, ya que el bronce se introdujo de forma tardía; el oro era muy caro, pero al encontrarse en Egipto, hizo que la plata, más rara, tuviera que ser importada y terminara por ser más apreciada y valiosa. Los artesanos especializados estuvieron vinculados especialmente a la joyería.
La pintura, la escultura y el diseño y construcción de los grandes monumentos construidos para gloria de faraones y deidades. Por ello, estos artesanos trabajaron en condiciones favorables y disfrutaron de un estatus elevado, gozando de un considerable patrocinio regio.
La navegación fue otra profesión de gran importancia. Esto se explica por el hecho de que el Nilo proporcionara el único medio práctico para transportar mercancías a lo largo del país.
Pirámides, templos y tumbas
La construcción de los grandes monumentos tenía lugar, habitualmente, en la época de la crecida del Nilo, cuando resultaba imposible dedicarse a tareas agrícolas. Parece que, al contrario de lo que se pensó durante mucho tiempo, estos trabajos no fueron realizados por cuadrillas de esclavos sometidos a un ambiente opresivo.
Existen pocas evidencias de trabajos forzados, y la ausencia de soldados en los relieves que describen la edificación de estos monumentos sugiere que esta no se desarrolló en unas condiciones excesivamente ásperas, si bien es cierto que exigía un elevado esfuerzo físico. Además, los trabajadores no solo participaban en estas empresas por disposición expresa de los faraones; la creencia en la vida después de la muerte era común entre los egipcios, por lo que la construcción de grandes tumbas para sus soberanos, dioses vivientes, pudo ser un aliciente de gran importancia en las estructuras mentales de la población.
Enormes cantidades de piedra debían ser extraídas de las canteras y arrastradas por grupos de hombres hasta el Nilo, donde los bloques eran cargados en embarcaciones. Para comprender en toda su magnitud la dificultad que conllevaba la ejecución de esta arquitectura monumental es necesario añadir la relativa simplicidad del instrumental. Estos trabajos comunales efectuados durante la crecida tienen que vincularse también con las necesidades de los egipcios para hacer frente a las cargas fiscales; si aproximadamente el 90% de la población estaba unido a la agricultura, ese mismo porcentaje trabajaría en los grandes proyectos arquitectónicos durante la crecida.
La construcción de los templos, con sus colosales columnas, estatuas y obeliscos de granito, caliza, diorita o, más raramente, alabastro suponía una empresa similar. Los bloques de piedra, de hasta 800 toneladas, eran tallados de forma grosera en canteras para facilitar su transporte, recibiendo su forma final a pie de obra. Los delineantes y los pintores que decoraban tumbas y templos eran profundos conocedores de su oficio; trabajaban según convenciones artísticas prefijadas y empleaban rejillas que aseguraban las dimensiones correctas de las figuras que representaban para ilustrar las vidas de faraones y sus consortes, historias tradicionales, episodios mitológicos y escenas de la vida cotidiana.
Ciudades y aldeas
Como las orillas del Nilo han sido habitadas de forma continuada desde aquellos tiempos hasta el presente, los asentamientos egipcios más antiguos, ya fueran ciudades, pueblos o pequeñas aldeas, descansan bajo una gran acumulación de niveles de ocupación, lo que dificulta en extremo su investigación arqueológica.
Sin embargo, los restos de un pueblo hallado en Deir el-Medina (en Tebas) y los de la que fuera Ajtatón (hoy, Tell el-Amarna, entre Menfis y Tebas) han proporcionado datos suficientes para conocer cómo fueron las antiguas poblaciones y comunidades egipcias. Parece que la mayor parte de ellas se desarrolló sin una planificación formal previa. A menudo se encontraban amuralladas, para asegurar su protección. Sus distintos espacios estuvieron habitados por miembros de diferentes clases sociales, lo que explica que grandes mansiones con jardines convivieran con aglomeraciones de pequeñas viviendas separadas por callejones, aunque no existieran segregaciones estrictas.
La casa típica estaba construida con adobe, sus paredes interiores y exteriores estaban blanqueadas, tanto por motivos ornamentales como de higiene y salubridad. Los suelos eran generalmente de arcilla comprimida, cubierta de esteras de caña que evitaban que se levantara polvo. Las viviendas más habituales, es decir, las de la mayor parte de los egipcios, tenían entre tres y siete cuartos, con áreas de trabajo en la planta baja, un espacio para el alojamiento y una escalera que conducía a un pequeño habitáculo sobre los dormitorios en la azotea que puede que cumpliera las funciones de cocina.
Las residencias de las clases altas de la sociedad fueron mucho más lujosas, con no menos de 60 ó 70 habitaciones y jardines amurallados en los que se plantaban árboles, normalmente higueras, que proporcionaban sombra en la canícula. Estas casas tenían varias alturas, existiendo áreas dedicadas al trabajo en la planta baja, espacios residenciales en la primera planta, posiblemente también un harén, y dormitorios en el segundo piso. En el recinto, alrededor de la casa, había talleres, corrales y almacenes. Mayor esplendor aún tuvieron los palacios regios y los templos, en cuyo interior había comunidades.
Educación y ciencia
La formación de los egipcios dependía de la clase social a la que pertenecieran. Los niños de las familias de sectores sociales inferiores aprendían de sus padres el oficio de estos; de ello dan testimonio los relieves funerarios que representan a niños participando en tareas simples del campo. Igualmente adquirirían las destrezas de sus progenitores o de otros varones con los que tuvieran relación en las diferentes profesiones artesanales. Por su parte, las muchachas aprenderían de sus madres las labores que estas realizaban en los hogares, principalmente las relativas a la confección de tejidos y la elaboración de pan y cerveza.
La lectoescritura estuvo reservada a los niños pertenecientes a familias ricas, futuros integrantes de la burocracia estatal ligada a la administración pública. Esta enseñanza estaba a cargo de los escribas, una profesión que se heredaría de padres a hijos. Los miembros de esta élite social debieron también añadir a su bagaje cultural conocimientos matemáticos en los campos del álgebra (se cree que los egipcios fueron capaces de solucionar ecuaciones elementales) y la geometría.
Otras ciencias motivo de estudio fueron la astronomía y la medicina, aunque siempre vinculadas al marco de las creencias religiosas. La astronomía era de gran importancia para las prácticas religiosas, así como para la medición del tiempo, y debió alcanzar importantes cotas. Sirvan como ejemplo de esta última afirmación el que los egipcios no mostraran extrañeza ante los eclipses del Sol y la Luna, o la referencia anticipada que un papiro efectuaba acerca de la visión de un cometa.
Aunque, como se ha dicho, profundizaron en sus estudios en matemáticas y astronomía, e incluso practicaron la alquimia, probablemente la medicina fue la rama más importante de la ciencia para los egipcios.
Administración y hacienda
Egipto estaba dividido en varios sepats (provincias, o nomos en griego) con fines administrativos. Esta división se puede remontar de nuevo al período Predinástico (antes de 3100 a. C.), cuando los nomos eran ciudades-estados autónomas, y permanecieron por más de tres milenios, manteniendo sus costumbres. Bajo este sistema, el país fue dividido en 42 nomos: 20 del Bajo Egipto, mientras que el Alto Egipto abarcaba 22 nomos. Cada nomo estaba gobernado por un nomarca, gobernador provincial que ostentaba la autoridad regional.
El gobierno impuso diversos impuestos, que al no existir moneda eran pagados en especie, con trabajo o mercancías. El Tyaty (visir) era el responsable de controlar el sistema impositivo en nombre del faraón, a través de su departamento. Sus subordinados debían tener al día las reservas almacenadas y sus previsiones. Los impuestos se pagaban según el trabajo o las rentas de cada uno, los campesinos (o los terratenientes en periodos posteriores) en productos agrícolas, los artesanos con parte de su producción, y de forma similar los pescadores, cazadores, etc.
El estado requería una persona de cada casa para realizar trabajos públicos algunas semanas al año, haciendo o limpiando canales, en la construcción de templos o tumbas e incluso en la minería (esto último, sólo si no había prisioneros de guerra). Los cazadores y pescadores pagaban sus impuestos con capturas del río, de los canales, y del desierto. Las familias acomodadas podían contratar sustitutos para satisfacer este derecho.
Cultura egipcia
Los antiguos egipcios legaron extraordinarias obras arquitectónicas y artísticas, así como notables textos literarios. Además de grandes templos, como los de Karnak y Luxor, construyeron diversos tipos de tumbas monumentales, entre las que destacan los hipogeos (tumbas excavadas en la roca) y las pirámides.
La religión egipcia se basaba en la creencia en una vida posterior a la muerte, lo que explica la costumbre de momificar los cadáveres para preservarlos de la corrupción. Los egipcios eran politeístas y cada dios tenía sus propios templos y sacerdotes.
La primera forma de escritura se basaba en jeroglíficos, signos que expresaban objetos y que se utilizaban sobre todo en inscripciones sagradas. Posteriormente, los egipcios desarrollaron un sistema ideográfico, en el que cada símbolo podía expresar distintas cosas. Estos signos llegaron a formar un alfabeto de 24-28 letras, que con el tiempo fueron estilizándose en lo que se conoce como escritura demótica.
Fechas clave
3100 Unificación de Egipto por Menes. Inicio de la época tinita (dinastías I y II).
2660 Inicio del Imperio Antiguo (dinastías III-VI).
2200 Primer periodo intermedio (dinastías VII-X) e inicio del Imperio Medio (dinastías XI y XII). Con Sesostris, la influencia egipcia se extiende hasta la baja Nubia.
1780 Segundo periodo intermedio (dinastías XIII y XIV).
1650 Invasión de los hicsos (dinastías XV-XVII).
1570 Inicio del Imperio Nuevo (dinastías XVIII-XX).
1468 Tutmosis III lleva el poder egipcio hasta el Éufrates y hasta la cuarta catarata del Nilo.
1364 Inicio del reinado de Amenofis IV o Akenatón, instaurador del culto a Atón.
1290 Empieza el reinado de Ramsés II, que vence a los hititas y ordena construir el templo de Abu Simbel.
1065 Comienza el tercer periodo intermedio (dinastías XXI-XXVI).
662 El rey asirio Asurbanipal conquista Egipto. Comienza el periodo saíta (XXVI dinastía).
525 El rey persa Cambises II conquista Egipto. Comienza la época baja (dinastías XXVII-XXXI).
332 El macedonio Alejandro Magno conquista Egipto. Fin de las dinastías de faraones y comienzo de la época helenística con Ptolomeo.
31 El emperador romano Octavio Augusto derrota a la reina Cleopatra en Actium.