Introducción
Las literaturas orientales han sido ignoradas sistemáticamente en Occidente por varios motivos: por la lejanía geográfica, por el desconocimiento idiomático, por la gran diferencia cultural y religiosa, por el etnocentrismo inherente a toda civilización y por la reivindicación exclusiva de la tradición judeocristiana y la herencia clásica grecolatina como únicas raíces de la cultura occidental.
Sin embargo, esas literaturas son más antiguas que las occidentales, han influido más de lo que se piensa y tienen una riqueza sencillamente deslumbrante. Varios son los rasgos que mejor las identifican: el peso de la oralidad, la predilección por el simbolismo, el gusto por la fantasía y el sentido moral que las impregna, fuertemente teñido de espiritualidad y de aceptación del poder total de la divinidad.
Literatura china
La literatura china tiene una historia que se remonta a miles de años, desde los más antiguos archivos oficiales dinásticos conservados hasta las obras de ficción surgidas durante la dinastía Ming para el entretenimiento de las masas letradas de China. Se calcula que hasta el siglo XVII se habían producido en China más textos escritos que en el resto del mundo.
Confucio fue un moralista que se propuso reformar la sociedad china e inculcar a la juventud valores que asegurasen la paz social. La esencia de sus enseñanzas se cifra en la buena conducta en la vida, el buen gobierno del estado (caridad, justicia y respeto a la jerarquía), el cuidado de la tradición, el estudio y la meditación. En consecuencia, las máximas virtudes humanas son: la tolerancia, la bondad, la benevolencia, el amor al prójimo y el respeto a los mayores y antepasados.
Su obra sirvió de modelo filosófico y moral a los mandatarios del Imperio Chino, que intentaron asumir sus postulados en la creencia de que si el príncipe era virtuoso, los súbditos imitarían su ejemplo. Sus pensamientos están recogidos en forma de proverbios en el Lun Yü o libro de las Analectas, conjunto de máximas y sentencias, recogidas por sus discípulos, que hoy conservan gran parte de su vigencia.
Lao Tse o Laozi (“Viejo Maestro”) es una figura cuya existencia se discute, pues los datos sobre su vida son inciertos. No así el valor de su obra, el Tao te king o Libro del Tao (“El camino”), enigmático y paradójico resumen de toda una filosofía de enorme trascendencia y profundidad: el taoísmo.
De Lao Tse se dice que era archivero real y que un día decidió marchar de palacio para siempre. Al llegar al límite del imperio, montado en un búfalo, el vigilante de la frontera, reconociendo en él al maestro, le pidió que no se fuera sin dejar antes por escrito sus pensamientos.
Según Lao Tse, el mundo está regido por dos fuerzas opuestas pero complementarias, el Ying y el Yang, que representan lo masculino y lo femenino, lo duro y lo frágil, lo seco y lo húmedo, etc. De su unión surge todo lo vivo. Y el Tao es el principio superior que concilia el Ying y el Yang.
En Lao Tse importa tanto el sentido como la forma, y por ello sus explicaciones son de gran profundidad y a la vez muy poéticas. Utiliza con frecuencia paradojas, analogías, rimas, paralelismos y repeticiones que dejan sorprendido al lector. Sus teorías han pervivido con fuerza en el arte, en la filosofía y en las artes marciales de China hasta hoy. Sus más famosos continuadores fueron Zhuang Zi y Sun Tzu, autor de El arte de la guerra.
Literatura persa
El principal libro sagrado de la cultura persa antigua es el Avesta, atribuido a Zaratustra o Zoroastro, de quien casi nada se sabe, excepto que difundió la religión llamada mazdeísmo, primitivamente emparentada con las tres religiones del libro. Los mazdeístas profesan una fe monoteísta en el dios Ahura Mazda, maniquea (el mundo es una lucha entre el Bien y el Mal), adoradora del sol y creyente en ángeles y demonios.
Zaratustra fue modernamente reivindicado por el filósofo alemán Friedrich Nietzsche en su obra Así habló Zaratustra, en que convierte al profeta persa en un “alter ego” suyo para explicar los conceptos de muerte de Dios, superhombre, voluntad de poder y eterno retorno.
Literatura india
La literatura de la India es considerada habitualmente como una de las más antiguas del mundo. India tiene 22 lenguas oficialmente reconocidas, y a lo largo del tiempo se ha generado una amplia literatura en estas lenguas.
Literatura hinduista
Las tradiciones literarias hindúes dominan una gran parte de la cultura india. Además de los cuatro Vedas (1300-600 a. C.) que son himnos religiosos, hay otras obras como los poemas épicos hindúes Ramaiana y Majábharata (siglo III a. C.), tratados de arquitectura y urbanismo como el Vastu-sastra, el Artha-sastra sobre política. Por todo el subcontinente se encuentran el drama hinduista devocional, la poesía y las canciones. Entre las más conocidas, están las obras de KaliDasa (autor de la famosa obra teatral sánscrita Sakuntala) y Tulsidas (que escribió un poema hinduista épico basado en el Ramaiana, llamado Rama-charita-manas).
En el sur de la India es reconocida la poesía tamil del periodo Sangam (siglo I a. C.). En canarés, los extintos Chudamani (‘joya cimera’) y Prabhrita ?ambos del siglo VII o antes? son significativos.1 2 3 4 5
Literatura budista
Además, la literatura budista conformó en el pasado una parte considerable de la literatura de la India, con textos que van desde discursos filosóficos a biografías, aunque hoy en día sea solo especialmente preservada en lenguas extranjeras como el chino.
Literatura musulmana
Las tradiciones literarias musulmanas dominan también una gran parte de la cultura india. En el periodo medieval, durante el cual la India estuvo casi siempre bajo poder musulmán, la literatura musulmana india floreció especialmente como poesía persa y urdu.
Literatura contemporánea de la India
Ya en la literatura contemporánea, el poeta bengalí Rabindranath Tagore (1861-1941) se convirtió en el primer premio nobel de la India. Más allá de ese premio, Premio Jnanpith ?el honor más grande para cualquier lengua de la India? ha sido concedido siete veces a escritores canareses.
Literatura hebrea
La biblia
La literatura hebrea clásica comienza con la Biblia (Los libros), conjunto de textos mitológicos y religiosos de enorme antigüedad dividido en dos partes: el Antiguo Testamento, escrito en hebreo y arameo, que narra la historia de Israel como pueblo elegido por Yahvé; y el Nuevo Testamento, escrito en griego, que contiene el relato de la vida y las enseñanzas de Jesús de Nazaret. Su influencia en la cultura occidental es enorme y, dejando aparte su valor como Escritura Sagrada, debemos considerarla una obra de arte extraordinaria.
La mayoría de los 46 libros del Antiguo Testamento, los únicos reconocidos como verdaderos por los judíos, se remontan al menos al siglo X a.C., pero se fijaron definitivamente en el siglo I a.C. Se agrupan en los siguientes conjuntos:
el Pentateuco (Cinco libros), que muestra la alianza de Dios con su pueblo y constituye lo que los judíos llaman la Thorá (La Ley): Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Según la tradición, fueron compuestos por Moisés.
libros históricos que explican los avatares del pueblo de Israel, sus dudas, exilios y errores.
narraciones didácticas que cuentan las historias ejemplares de personajes como Rut, Tobías, Judit y Ester.
libros proféticos de tipo doctrinal, con advertencias a los creyentes por parte de los mensajeros divinos: Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel.
libros poéticos en verso tradicional y siguiendo géneros establecidos, como la poesía erótica o los salmos: Cantar de los Cantares, Salmos y Lamentaciones. La poesía hebrea no se basa en la rima sino en el ritmo, conseguido a base de repeticiones y paralelismos, y está repleta de imágenes, símiles y reiteraciones.
libros sapienciales, que comunican experiencias de vida y entroncan con la filosofía moral. Incluyen el Libro de Job, el Eclesiastés y los Proverbios, entre otros.
De todos ellos tal vez los libros que más han influido en la literatura universal sean el Génesis (historia de la Creación y de los primeros humanos llena de acción y dramatismo), el Cantar de los Cantares (atribuido a Salomón, narra con gran sensualidad y belleza los amores del Amado, supuestamente Dios, y la Amada, el pueblo elegido), el Libro de Job (conmovedor relato y tratado filosófico sobre la fe y la resignación), los Salmos (himnos atribuidos al rey David) y las historias llenas de sensibilidad de mujeres como Judit o Ester.
Los 27 libros del Nuevo Testamento tienen asimismo un interés literario desigual. Los Evangelios, que narran la vida de Jesús, resultan a menudo tan apasionantes como una novela y sobresalen frente a la escasa acción a los Hechos de los Apóstoles y las Cartas, de tipo más reflexivo. Finalmente, el Apocalipsis de San Juan es una obra misteriosa y seductora, cuajada de símbolos de difícil interpretación, que describe el fin del mundo.
En época posterior, hacia el siglo V d.C. los doctores judíos reunieron el conjunto de sus tradiciones históricas, principios religiosos y morales en el Talmud, el libro cumbre de los hebreos.