Introducción
El Romanticismo es un movimiento cultural y político originado en Alemania y en el Reino Unido a finales del siglo XVIII como una reacción revolucionaria contra el racionalismo de la Ilustración y el Clasicismo, confiriendo prioridad a los sentimientos. Su característica fundamental es la ruptura con la tradición clasicista basada en un conjunto de reglas estereotipadas.
La libertad auténtica es su búsqueda constante, por eso es que su rasgo revolucionario es incuestionable. Debido a que el romanticismo es una manera de sentir y concebir la naturaleza, la vida y al hombre mismo que se presenta de manera distinta y particular en cada país donde se desarrolla; incluso dentro de una misma nación se manifiestan distintas tendencias proyectándose también en todas las artes.
Se desarrolló en la primera mitad del siglo XIX, extendiéndose desde Inglaterra a Alemania hasta llegar a otros países. Su vertiente literaria se fragmentaría posteriormente en diversas corrientes, como el Parnasianismo, el Simbolismo, el Decadentismo o el Prerrafaelismo, reunidas en la denominación general de Posromanticismo, una derivación del cual fue el llamado Modernismo hispanoamericano.
Orígenes
Jean-Jacques Rousseau
Hacia finales del siglo XVIII los gustos literarios en Alemania y Francia se alejan progresivamente de las tendencias clásicas y neoclásicas.
Los autores románticos encuentran su primera fuente de inspiración en la obra de dos grandes pensadores europeos:
el filósofo francés Jean-Jacques Rousseau y
el escritor alemán Johann Wolfgang von Goethe.
El espíritu romántico
Fue precisamente Rousseau quien estableció el culto al individuo y celebró la libertad del espíritu humano al afirmar ‘Siento antes de pensar’. Goethe y sus compatriotas, el filósofo y crítico Johann Gottfried von Herder y el historiador Justus Möser, incidieron en aspectos más formales, colaborando en una serie de ensayos titulados Von deutscher Art und Kunst, una obra en la que ensalzan el espíritu romántico manifestado en las canciones populares alemanas, la arquitectura gótica y las obras de Shakespeare.
Johann Wolfgang von Goethe
Goethe se propuso imitar la libertad estilística de Shakespeare en su Götz von Berlichingen (1773), un drama histórico sobre un caballero rebelde del siglo XVI. La obra, que justifica la insurrección contra la autoridad política, inauguró el movimiento literario conocido como Sturm und Drang (tormenta e impulso), considerado como precursor del romanticismo alemán.
En esta tradición se inscribe también la célebre novela de Goethe Las desventuras del joven Werther (1779).
Estilo romántico
El prólogo a la segunda edición de las Baladas líricas (1800), escrito por los poetas ingleses William Wordsworth y Samuel Taylor Coleridge, se considera el manifiesto literario del romanticismo. En él se destaca la importancia del sentimiento y la imaginación en la creación poética y se rechazan las formas y los temas literarios convencionales.
De este modo, en el desarrollo de la literatura romántica de todos los países predomina la imaginación sobre la razón, la emoción sobre la lógica y la intuición sobre la ciencia, lo que propicia el desarrollo de un vasto corpus literario de notable sensibilidad y pasión que antepone el contenido a la forma, estimula el desarrollo de tramas rápidas y complejas y se presta a la fusión de géneros (la tragicomedia y la mezcla de lo grotesco y lo sublime), al tiempo que permite una mayor libertad estilística.
Las convenciones clásicas, como las famosas tres unidades de la tragedia (tiempo, espacio y acción), cayeron así en desuso, y la creciente demanda de lirismo y espontaneidad, cualidades que los seguidores del romanticismo encontraron en la poesía popular y los romances medievales, generó un enorme rechazo de la regularidad métrica, la rigidez formal y otros aspectos de la tradición clásica. En la poesía inglesa el verso libre sustituyó al pareado que dominó la poesía del siglo XVIII.
Los primeros versos del drama Hernani (1830), obra del gran escritor romántico francés Victor Hugo, se alejan de las normas de versificación francesas del siglo XVIII, mientras que en el prefacio a su Cromwell (1827), un documento crítico de gran importancia en sí mismo, Hugo no sólo defiende su ruptura con la estructura dramática tradicional, sino que justifica además la introducción del elemento grotesco en el arte. Los escritores románticos sustituyeron también a los héroes universales de la literatura dieciochesca por héroes más complejos e idiosincrásicos.