Introducción
Falacia, en lógica, un error en el razonamiento, o con mayor precisión, un fallo cometido en el proceso que arranca desde las premisas de un argumento a su conclusión. Como consecuencia de esta falacia, las premisas dejan de justificar la conclusión. Todas las falacias son razonamiento que vulneran alguna regla lógica.
Así, por ejemplo, se argumenta de una manera falaz cuando en vez de presentar razones adecuadas en contra de la posición que defiende una persona, se la ataca y desacredita: se va contra la persona sin rebatir lo que dice o afirma. La falacias lógicas se suelen clasificar en formales y no formales.
Falacias no formales
Las falacias no formales son razonamientos en los cuales lo que aportan las premisas no es adecuado para justificar la conclusión a la que se quiere llegar. Se quiere convencer no aportando buenas razones sino apelando a elementos no pertinentes o, incluso, irracionales. Cuando las premisas son informaciones acertadas, lo son, en todo caso, por una conclusión diferente a la que se pretende.
El anterior ejemplo de falacia es un caso de falacia no formal: descalificamos la persona que argumenta en vez de rebatir sus razones.
Algunos tipos de falacias no formales son:
Falacia ad hominem: Razonamiento que, en vez de presentar razones adecuadas para rebatir una determinada posición o conclusión, se ataca o desacredita la persona que la defiende.
Falacia ad baculum: Razonamiento en el que para establecer una conclusión o posición no se aportan razones sino que se recorre a la amenaza, a la fuerza o al miedo. Es un argumento que permite vencer, pero no convencer.
Falacia ad verecundiam: Razonamiento o discurso en lo que se defiende una conclusión u opinión no aportando razones sino apelando a alguna autoridad, a la mayoría o a alguna costumbre. Es preciso observar que en algunos casos puede ser legítimo recorrer a una autoridad reconocida en el tema; pero no siempre es garantía.
Falacia ad ignorantiam: Razonamiento en el que se pretende defender la verdad (falsedad) de una afirmación por el hecho que no se puede demostrar lo contrario.
Falacias formales
Las falacias formales son razonamientos no válidos pero que a menudo se aceptan por su semejanza con formas válidas de razonamiento o inferencia. Se da un error que pasa inadvertido.
Así, por ejemplo, a partir de dos premisas como “Si llueve, cojo el paraguas” y “Se da el caso que llueve”, puedo concluir con validez formal que “Cojo el paraguas”. Ahora bien, de las dos premisas: “Si llueve, cojo el paraguas” y “Cojo el paraguas”, no puedo concluir con validez formal “Llueve”: si he cogido el paraguas era porque lo llevaba a arreglar. Éste es un ejemplo de la falacia formal conocida como afirmación del consecuente.
Algunos tipos de falacias formales son:
Afirmación del consecuente: Razonamiento que partiendo de un condicional (si p, entonces q) y dándose o afirmando el segundo o consecuente, se concluye p, que es el primero o el antecedente. “Si llueve, cojo el paraguas; cojo el paraguas. Entonces, llueve”.
Negación del antecedente: Razonamiento que partiendo de un condicional (si p, entonces q) y negando el primero, que es el antecedente, se concluye la negación q, que es el consecuente. “Si llueve, cojo el paraguas; no llueve. Entonces, no cojo el paraguas”.
Silogismo disyuntivo falaz: Razonamiento que partiendo de una disyunción y, como segunda premisa, se afirma uno de los dos componentes de la disyunción, se concluye la negación del otro componente. “Te gusta la música o te gusta la lectura; te gusta la música. Entonces no te gusta la lectura”.
Falacias en los medios de comunicación y la política
Las falacias se usan frecuentemente en artículos de opinión en los medios de comunicación y en política. Cuando un político le dice a otro «No tienes la autoridad moral para decir X», puede estar queriendo decir dos cosas:
Usar un ejemplo de la falacia del ataque personal o falacia ad hominem, esto es, afirmar que X es falsa atacando a la persona que la afirmó, en lugar de dirigirse a la veracidad de X.
No ocuparse de la validez de X, sino hacer una crítica moral al interlocutor (y de hecho es posible que el político esté de acuerdo con la afirmación). En este último caso, la falacia consiste en evadir el tema, dando sólo una opinión, no relevante, sobre la moralidad del otro.
Es difícil, por ello, distinguir falacias lógicas, ya que dependen del contexto.
Otro ejemplo, muy extendido es el recurso al argumentum ad verecundiam o falacia de la autoridad. Un ejemplo clásico es el Ipse dixit («Él mismo lo dijo») utilizado a lo largo de la edad media para referirse a Aristóteles. Un ejemplo más moderno es el uso de famosos en anuncios: un producto que deberías comprar/usar/apoyar sólo porque tu famoso favorito lo hace.