Realismo español

Introducción

Como respuesta al romanticismo y a su componente idealista y con grandes dosis de fantasía, nace la necesidad, impulsada también por una serie de cambios sociales, de un nuevo tipo de literatura que mostrara la realidad tal y como era, que enseñara la naturaleza del ser humano y también cómo y en qué condiciones vivía. La novela fue elegida como vehículo ideal para esta literatura, llamada realismo.

Nació con toda seguridad en Francia con Balzac y que a partir del siglo XIX se extendió por Europa hasta llegar a España, vía el Naturalismo de Zola, por ejemplo, y cuyos máximos exponentes serían Blasco Ibáñez, Leopoldo Alas Clarín, Benito Pérez Galdós o Emilia Pardo Bazán entre otros.

Los temas escogidos fueron cercanos a sus lectores en la época, como el matrimonio y sus problemas o la lucha social y los problemas derivados de la ideología, siempre a través de una percepción lo más objetiva de la vida y el mundo en el que se movían los propios autores. También el lenguaje cambió, acercándose al de los personajes reales.

Marco histórico

Durante el siglo XIX, España vivió uno de los periodos más convulsos de su historia. Se abrió la centuria con la guerra de la Independencia contra Francia y se cerró con la Guerra Hispano-estadounidense y el Desastre del 98, que significaron la pérdida de Cuba en América y de Filipinas en Asia. La dinastía borbónica, tras los reinados de Fernando VII (1814-1833) y de Isabel II (1833-1868), fue derrocada por la revolución de este último año, La Gloriosa.

Sucedieron la regencia de Serrano (1869-1870) y el breve reinado de Amadeo de Saboya (1871-1873). Se abrió después la corta etapa de la Primera República (1873-1874), a la que siguieron la jefatura de Estado de Serrano (1874) y la Restauración de la dinastía borbónica en manos de Alfonso XII (1875-1885), hijo de Isabel II, tras el pronunciamiento de Martínez Campos. Muerto el rey, su segunda esposa, María Cristina asumió la Regencia hasta 1902, año en que comenzó a reinar su hijo Alfonso XIII.

Características literarias del realismo

La novela realista de este periodo se caracteriza por:

Visión objetiva de la realidad a través de la observación directa de costumbres o de caracteres psicológicos. Eliminan cualquier aspecto subjetivo, sucesos fantásticos y todo sentimiento que se aleje de la realidad: “La novela es la imagen de la vida” (Galdós), “una copia artística de la realidad” (Clarín).
Defensa de una tesis: los narradores escriben sus obras enfocando la realidad desde su concepción moral. Es el llamado narrador omnisciente. La defensa de una tesis suele comprometer la objetividad de la novela.
Temas cercanos al lector: conflictos matrimoniales, infidelidad, defensa de los ideales, etc.
El lenguaje coloquial y popular adquiere gran importancia ya que sitúa a los personajes en su ambiente real.

El realismo en España

En España el Realismo caló con suma facilidad, ya que existía un precedente en las novelas picarescas y en El Quijote. Alcanzó su máximo esplendor en la segunda mitad del siglo XIX (Juan Valera, Pereda y Galdós), aunque sin llegar al punto de rigurosidad de los cánones establecidos por la escuela de Balzac.

En Galdós, y posteriormente en Clarín, Pardo Bazán y Blasco Ibáñez, existen claras influencias naturalistas, pero sin los fundamentos científicos y experimentales que Zola quiso imprimir en sus obras. Únicamente comparten el espíritu de lucha contra la ideología conservadora y, en muchas ocasiones, su comportamiento subversivo.

La novela realista refleja generalmente ambientes regionales, como Pereda en Cantabria, Juan Valera en Andalucía, Clarín en Asturias, etc. Benito Pérez Galdós es una excepción, pues prefiere ambientarse en el espacio urbano madrileño.