Definición
La escritura es un sistema gráfico de representación de una lengua, por medio de signos trazados o grabados sobre un soporte. Como medio de representación, la escritura es una codificación sistemática de signos gráficos que permite registrar con gran precisión el lenguaje hablado por medio de signos visuales regularmente dispuestos; obvia excepción a esta regla es la bastante moderna escritura Braille cuyos signos son tactiles.
La escritura se diferencia de los pictogramas en que estos no suelen tener una estructura secuencial lineal evidente. Existen dos principales tipos de escritura, la basada en ideogramas que representa a conceptos y la basada en grafemas que representan la percepción de sonidos o grupos de sonidos; un tipo de escritura basada en grafemas es la alfabética.
Las escrituras jeroglíficas son las más antiguas de las escrituras propiamente dichas (por ejemplo; la escritura cuneiforme fue primeramente jeroglífica hasta que a ciertos jeroglifos se les atribuyó un valor fonético) y se observan como una transición entre los pictogramas y los ideogramas.
En los tiempos modernos la escritura jeroglífica ha dejado de ser usada, existiendo entonces actualmente dos conjuntos de escrituras principales: las basadas en grafemas (es decir escrituras cuyos signos representan la percepción de sonidos) y escrituras ideográmicas (es decir escrituras cuyos signos representan conceptos, “ideas”); del primer conjunto, el de las escrituras grafémicas destacan, según la extensión actual de su uso, las escrituras románicas (basadas en el alfabeto latino), arábigas (basadas en el alfabeto arábigo), cirílicas, hebráicas (basadas en el alfabeto hebreo), helénicas (basadas en el alfabeto griego), indias (generalmente basadas en el devanagari) y en mucha menor medida las escrituras alfabéticas armenias, etiópicas (abugidas basadas en el ghez o ge’ez), coreanas, georgianas, birmanas, coptas etc. Las escrituras glagolíticas y gótica han caído en desuso.
Sistema silábico
Para superar las deficiencias de la escritura ideográfica, se empleaba el principio de transferencia fonética. Cuando se utilizan signos que representan sonidos, sílabas en este caso, se pueden escribir todas las palabras que no era posible representar con la escritura ideográfica.
Además, cuando se añaden los signos silábicos a las raíces, es posible representar morfemas, es decir las terminaciones de caso o las de la conjugación verbal. Hay que destacar que deben leerse e interpretarse porque son elementos de la lengua escrita, frente a los indicadores fonéticos.
Un sistema mixto, el ideosilábico, es el primer paso para uno completo. Una vez alcanzada la capacidad para expresarlo todo, el problema se plantea ante la disyuntiva de reducir la ambigüedad o hacer más económico el sistema de escritura (número de signos necesarios para escribir cualquier realización).
El problema reside en que se requiere un elevado número de signos, porque el número de palabras que tiene una lengua es también elevado. El segundo paso consiste en reducir el número de signos imprescindibles, que se puede conseguir si se agrupan en uno solo todas las palabras de significado parecido, o en emplear el mismo signo para palabras distintas, pero aun así, este sistema necesita unos quinientos o seiscientos signos.
Además, la ambigüedad es mucha, a menos que se empleen indicadores, lo que significa sacrificar su ventaja principal, que consiste en tener menos signos por cada realización. Por otro lado, el número de signos que precisa un sistema silábico puro pocas veces supera los doscientos.
Frente a la escritura ideográfica, la silábica ofrece una ventaja adicional; no hay que interpretarla puesto que las palabras se escriben sin ambigüedad fonética. La desventaja consiste en que, de promedio, el sistema necesita más signos para escribir cada realización. En su forma más sencilla, un sistema silábico está formado por signos de vocal más consonante y signos para las vocales aisladas.
El siguiente paso consiste en reducir la lista de sílabas a signos que representen sólo consonante más vocal, sin diferenciar las vocales. Así se equipara el número de signos al número de sonidos consonánticos de la lengua, pero se aumenta la ambigüedad, porque el lector debe suplir el sonido vocálico correcto.
Dado que se trata de escribir sílabas, los signos necesarios para escribir cada realización son tantos como los de la escritura silábica pura, que además expresa cada una de las vocales.
El sistema silábico reducido necesita muchos menos signos y cada uno puede ser más sencillo. Sin embargo, mucha gente considera que esta forma de escribir es un sistema alfabético, o más adecuadamente semialfabético, puesto que no indica cada fonema aislado.
Sistema alfabético
El último paso hacia una escritura completamente alfabética consiste en escribir por separado los sonidos vocálicos y los consonánticos, lo que precisa de unos cuantos signos más, pero elimina la ambigüedad de tener que suplir las vocales al leer.
Por tanto hay más signos para escribir cada realización, aunque el sistema completo necesite menos signos y más sencillos. Puesto que cada uno representa un fonema, la palabra así escrita es su transcripción fonética y no hay que sustituir ningún sonido al leerla. Véase Alfabeto.
Estos sistemas trazan la teoría y los procedimientos de escritura, pero hoy por hoy no existen sistemas de escritura que sean una forma pura.
Existen elementos de uno y otro tipo incorporados a alguna de las formas que conocemos; un ejemplo de ello es el número de logogramas que son necesarios en los modernos sistemas alfabéticos.
Principios básicos de la escritura
Principio ideográfico: por el cual ciertos objetos, lugares, personas o animales eran representados regularmente por signos pictográficos, con cierto grado de realismo o más bien idealizados. La representación ideográfica y pictórica fue común en los inicios de todos los sistemas de escritura conocidos.
Principio fonético:según el cual ciertos signos correspondían a sonidos o secuencias de sonidos, tal como eran percibidos por los hablantes.
Inicialmente el sonido de un signo no fue totalmente convencional, sino que seguía el principio pro rebus, por el cual un sonido pictográfico pasaba a representar un sonido contenido en el nombre del objeto designado. Así, por ejemplo, en sumerio se usó un signo pictográfico para ‘arco’, pero posteriormente dicho signo se empleó en la transcripción de la palabra ‘vida’, ya que ambos tenían una pronunciación similar.
Así ciertos signos pasaron gradualmente a usarse para representar objetos que tenían un sonido común o similar, con lo que surgieron sistemas basados en el principio fonético. Tanto los sistemas jeroglíficos sumerios y egipcios como en la escritura china se encuentran conjuntamente signos que siguen el principio ideográfico junto a signos que siguen el principio fonético.
No existe ningún sistema de escritura pleno, es decir, capaz de representar con precisión el lenguaje hablado que sea puramente ideográfico. El idioma chino es citado como ejemplo de escritura puramente ideográfica, pero eso no es exacto, puesto que un buen número de los signos son “complementos fonéticos” que tienen que ver más con el sonido de la palabra que con una representación pictográfica del referente.
Algo similar sucede en la escritura jeroglífica egipcia, donde muchas palabras se escriben mediante signos monolíteros, bilíteros o trilíteros junto a un complemento semántico. Los “signos n-líteros” siguen el principio fonético, mientras que los complementos semánticos siguen el principio ideográfico, al menos parcialmente.