Introducción
Arte romano, conjunto de manifestaciones artísticas desarrolladas en la antigua Roma y su Imperio, que en su periodo de máximo apogeo se extendió desde las islas Británicas hasta el mar Caspio. El arte romano más primitivo comenzó con el derrocamiento de los reyes etruscos y el establecimiento de la República el año 510 a.C.
Se considera que el final del arte romano, y por consiguiente el inicio del arte medieval, llegó con la conversión del emperador Constantino I el Grande al cristianismo.
Además fue un factor decisivo el traslado de la capital del Imperio desde Roma a constantinopla en el año 330. Sin embargo, el estilo romano e incluso sus temáticas paganas continuaron representándose durante siglos, a menudo bajo la impronta cristiana.
El arte romano se divide tradicionalmente en dos periodos: el arte de la Roma republicana y el de la Roma imperial (desde el año 27 a.C. en adelante), con subdivisiones correspondientes a los emperadores más importantes o a las diferentes dinastías.
En la época de la República, el término romano se aplica casi únicamente al arte realizado en la ciudad de Roma, que conserva la huella de su pasado etrusco. Poco a poco, el arte se liberó de su herencia etrusca, gracias a la expansión a través de la península Itálica y el Mediterráneo y a medida que los romanos asimilaron otras culturas como la griega. Durante los dos últimos siglos antes del nacimiento de Cristo surgió una manera típicamente romana de construir edificios, realizar esculturas y pintar. Sin embargo, debido a la extraordinaria extensión geográfica del Imperio romano y a sus diversos pobladores, el arte y la arquitectura romanas fueron siempre eclécticas y se caracterizaron por emplear distintos estilos atribuibles a los gustos regionales y a las preferencias de sus mecenas.
El arte romano no es sólo el arte de los emperadores, senadores y patricios, sino también el de todos los habitantes del vasto Imperio, incluyendo a la clase media de los hombres de negocios, los libertos o plebeyos, esclavos y legionarios de Italia y sus provincias. A pesar de que subsisten una gran cantidad de ejemplos escultóricos, pictóricos, arquitectónicos y decorativos, conocemos pocos nombres de sus artistas y arquitectos. En general, los monumentos romanos se realizaron para glorificar a sus mecenas más que para expresar la sensibilidad artística de sus creadores.
Escultura romana
La escultura romana destacó sobre la griega en lo relativo a la creación de la escultura-retrato. Los materiales más utilizados en el retrato romano fueron el bronce y el mármol. Las estatuas eran apolícromas, es decir, carecían de colores, excepto al principio en que los ojos sí se coloreaban, práctica que más tarde se abandonó para ser tallados.
Al principio, la escultura romana de retrato sólo representaba la cabeza y parte del cuello. Al tiempo se avanzó en la representación de todo el busto, incluyendo hombros y pecho.
También se esculpieron esculturas de cuerpo entero, en las que el personaje podía estar de pie o sentado, aunque hay que decir que es más frecuente el retrato sedente en mujeres que en hombres.
La escultura romana del retrato nació para el emperador y luego se adaptó a otro tipo de personajes que podían costearse el trabajo de los artistas. De ahí que sea importante conocer los tipos de retratos que se hicieron a los emperadores porque luego, en menor o mayor medida se adaptaron al resto.
También existen indicios del empleo del retrato ecuestre del emperador, pero sólo ha llegado a nuestros tiempos un solo ejemplar.
La influencia de esta representación de poder tuvo un gran desarrollo en la escultura de etapas posteriores donde fue muy frecuente la representación de los monarcas o de grandes señores cabalgando a lomos de su caballo.
El mosaico es otra de las artes más brillantes del mundo romano. Las villas tardorromanas tuvieron frecuentemente sus suelos cubiertos por hermosos mosaicos con figuras geométricas, escenas de caza, mitológicas, etc.
Pintura románica
En cuanto a la pintura, a pesar de su antigüedad, la pintura romana, descendiente y heredera de la griega, poseía una técnica depurada, (mejor que la posterior medieval) y representaba todo tipo de temas con una maestría que, aún hoy, nos sorprende.
Los artistas romanos representaban los temas, tanto escenas cotidianas, mitológicas, paisajes, bélicas, como eróticas, cómicas, etc. Muchas veces las pinturas eran simulaciones de mármoles, de arquitecturas, de cuadros colgados o de jardines imaginarios.
Los artistas de las ciudades romanas solían pintar sobre las paredes de las habitaciones de las casas mediante la técnica del fresco. A veces hasta siete capas sustentaban las pinturas y se utilizaba la cal y el jabón de cera.
Los colores empleados son muy vivos y variados y muchas veces se conseguía plasmar la sensación de tridimensionalidad y de perspectiva.
La liberalidad del imperio romano hizo posible la existencia de los desnudos, tanto femeninos como masculinos. De hecho, nos podemos encontrar con escenas de explícito contenido sexual.
Los mosaicos
En todas las partes del Imperio se han encontrado mosaicos romanos. Oscilan desde los modelos abstractos de teselas blancas y negras hasta las ambiciosas composiciones figurativas policromas, como el gran suelo de la casa del Fauno en Pompeya, que se cree reproduce una pintura griega del siglo IV a.C. sobre la batalla de Isos, un encuentro entre los ejércitos de Alejandro Magno y el rey Darío III de Persia. A menudo los techos romanos estuvieron pintados o recubiertos de mosaicos, pero también se decoraron con relieves policromos de estuco. Se han excavado hermosas bóvedas estucadas en la casa Farnesina (20 a.C.) y en la tumba de los Pancratii en Roma (160 d.C.).
En España se conservan muchos mosaicos de época romana. Entre ellos cabe destacar los del Museo de Barcelona (temática circense y pisciforme), los del Museo Arqueológico Nacional de Madrid (sobre todo los que representan los trabajos de Hércules), los de Tarragona (con el tema de la Medusa), los del Museo de Navarra en Pamplona (Triunfo de Baco y Teseo y el Minotauro), los de Itálica (mosaico de Neptuno), los de Mérida (mosaico de los siete sabios y mosaicos de la casa del Mitreo) y los de Ampurias en Girona (Sacrificio de Ifigenia).
Componentes del estilo
Se llama estilo románico en arquitectura al resultado de la combinación razonada y armónica de elementos constructivos y ornamentales de procedencia latina, oriental (bizantinos, sírios, persas y árabes) y septentrional (celtas, germánicos, normandos) que se formó en la Europa cristiana durante los primeros siglos de la baja Edad Media.
Entre los elementos arquitectónicos que destacan en el estilo Románico los más característicos del mismo son:
– el pilar compuesto y de núcleo prismático
– el arco de medio punto
– la cubierta de bóveda de medio cañón y de arista
– la cúpula poligonal sobre trompas
– los ábsides semicirculares en planta de cruz latina en las iglesias
A continuación otros de los elementos arquitectónicos propios el estilo:
– contrafuertes muy desarrollados
– arcos doblados y arquivoltas
– capiteles decorados
– impostas, frisos decorativos
– escultura monumental aplicada a la arquitectura