Tipos de inflación

La inflación, al igual que las enfermedades, muestra diferentes niveles de gravedad en este sentido resulta útil clasificarla en tres categorías:

 

 

Inflación baja. La inflación baja se caracteriza por una alta y predecible alza de los precios. Se puede considerar que una inflación es baja si las tasas anuales de inflación son de un dígito. Cuando los precios son relativamente estables, el público confía en el dinero. Igualmente, está dispuesto a mantenerlo en efectivo porque dentro de un mes o de un año tendrá casi el mismo valor que hoy. En esta situación, el individuo está dispuesto a firmar contratos a largo plazo expresados en términos monetarios, porque confía en los precios relativos de los bienes que compra y vende no se modifican demasiado. La inflación fue baja en la mayoría de los países industriales durante la década 1995-2005.

Inflación galopante: La inflación de dos o tres dígitos que oscila entre 20, 100 o 200% al año se denomina “inflación galopante”. De cuando en cuando los países industrializados avanzados como Italia o Japón han sufrido respectivamente este síndrome en el incremento de precios. Muchos países iberoamericanos, como Argentina y Brasil, mostraron en los años de 1970 y 1980 tasas de inflación que oscilaron entre 50 y 700%.

Se puede tomar como ejemplo la inflación galopante en México durante le periodo de 1982-1994. Después de la crisis de deuda de 1982, el peso mexicano se devaluó 466% y de ahí México vivió años de estancamiento económico y tasas crecientes de inflación. En 1987 la tasa de inflación llegó a ser de 160%. Ante esta situación se adopto un programa de estabilización que logro reducir la inflación gradualmente. El 15 de diciembre de 1987, el presidente Miguel de la Madrid anunció la puesta en marcha del Pacto de Solidaridad Económica (PSE), un acuerdo firmado por representantes del gobierno, del sector laboral, del sector agrícola y del sector privado. Este acuerdo propuso y comprometió a los firmantes a las siguientes acciones:

– Sanear las finanzas públicas logrando un superávit fiscal, mediante reducción del gasto público y aumento en algunos precios y tarifas de empresas gubernamentales.
– Mantener una política monetaria restrictiva mediante el control de crédito interno del Banco de México.
– Comenzar el proceso de apertura comercial mediante la reducción de aranceles a las importaciones y eliminación de permisos de importación.
– Mantener el tipo de cambio fijo.
– Otorgar incrementos saláriales de acuerdo a porcentajes predeterminados, sin sobrepasar las tasas esperadas de inflación.

Hiperinflación: Aunque parezca que las economías sobreviven una inflación galopante, cuando galopea el cáncer de la hiperinflación se afianza una tercera y mortífera tensión. No es posible decir nada bueno de una economía de mercado en la que los precios suben un millón e incluso un billón al año.

Las hiperinflaciones son especialmente interesantes para los estudiosos de la inflación porque resaltan sus desastrosas consecuencias. Considérese esta descripción de la hiperinflación que padeció la Confederación durante la Guerra de Secesión en los Estados Unidos:

Antes la gente solía ir a la tienda con el dinero en el bolsillo y volvía con la comida en la canasta. Hoy los consumidores van con el dinero en la canasta y vuelven con la comida en el bolsillo. ¡Todo escasea, menos el dinero! Los precios son caóticos y la producción está desorganizada. Una comida que solía costar lo mismo que una entrada para la ópera ahora cuesta unas veinte veces más. Todo el mundo tiende a acaparar “cosas” y a tratar de deshacerse del papel-moneda “malo” que desplaza de la circulación al dinero metálico “bueno”. El resultado es la vuelta parcial a los inconvenientes del trueque.

El caso de hiperinflación más documentado se produjo en Alemania durante la república de Weimar en los años veinte. La figura siguiente muestra que el gobierno puso en marcha la emisión de dinero, elevando a niveles astronómicos tanto el dinero como los precios.

 

 

 

A principios de 1920, la joven república de Alemania de Weimar estaba luchando para poder cumplir con el pago de las elevadas indemnizaciones y satisfacer a los acreedores después de la Primera Guerra Mundial .En este escenario no podía pedir créditos ni elevar lo suficiente los impuestos para pagar el gasto público, por lo que recurrió a la impresión de dinero para pagar sus facturas. El efectivo en circulación aumentó astronómicamente entre 1922 y 1923 y los precios iniciaron una espiral ascendente.

En una economía con hiperinflación por lo elevado de la tasa de interés la demanda de dinero disminuye drásticamente y por razones obvias el consumo de bienes y servicios se reduce significativamente ocasionando un deterioro evidente en el nivel de vida de la población.