Cuando la gente habla de despilfarro en publicidad, generalmente no se refiere a las oficinas de agencias en publicidad o a la designación, para los departamentos de publicidad en las empresas, de ejecutivos y oficinistas que probablemente podrían ser más productivos si se les encomendaran otras funciones. Cuando la gente habla de despilfarro en publicidad, por lo general quiere decir que se gasta más dinero en publicidad de lo que ellos creen que es necesario.
Esta forma de pensar está muy arraigada a pesar de ser un hecho que el porcentaje del Producto Nacional Bruto dedicado a la publicidad ha variado muy poco a través de los desafíos, durante buenas y malas épocas.
En ocasiones, un anunciante puede invertir más de lo necesario en publicidad. Algunas veces se ordena una costosa fotografía comercial, cuando otra fotografía de un precio mucho menor a lo facturado por el artista hubiera sido suficiente. Algunas veces un fabricante puede destinar dinero para la publicidad de un producto para el cual todavía no hay mercado porque no se hicieron estudios mercadotécnicos adecuados.
Aún cuando los ejemplos anteriores denotan algo de despilfarro, uno puede encontrar gastos superfluos en casi todas las actividades de los negocios.
El despilfarro social es un tema de difícil interpretación. Por ejemplo, el gasto de un millón de dólares para anuncios en periódicos sobre una área comercial en particular podría ser bastante conspicuo. Pero si por ello las tiendas del área ahorran una cantidad mayor en pagos a personal de ventas al menudeo, resulta difícil asegurar que se comete despilfarro si no se efectúa un estudio que así lo ratifique.