Los medios globales, a través de sus contenidos, facilitan el establecimiento de un ambiente ideológico favorable para la existencia de un orden social exclusivamente orientado a la obtención de beneficios, lo que los convierte en un elemento básico del capitalismo global, casi podría decirse, en uno de sus más fuertes pilares.
Factor clave para la formación de los medios globales auspiciados por la neoliberalización económica capitalista fue, sin embargo, la creación de la empresa multinacional, cuya irrupción en el mundo de los medios tuvo repercusiones diversas tanto en EE.UU (principal exportador del capitalismo económico) como en Europa aunque sería en este primer país donde las empresas de medios se establecieron ya como “empresas globales” con el total beneplácito gubernamental con el fin de usurpar el papel hegemónico en la comunicación internacional que, hasta entonces, había pertenecido a Europa.
Pese a las voces contrarias a esta política económica global, que se articularon en movimientos y organizaciones del mundo occidental como la NAM (Movimiento de las Naciones No Alineadas) y la NWICO( Nuevo Orden Mundial de la información y la Comunicación) los transmisores comerciales multinacionales se hicieron con el dominio de los satélites y, apoyadas por las máximas instituciones económicas capitalistas (el FMI y el Banco Mundial) exigieron derechos de propiedad intelectual y de patentes en el Tercer Mundo, reduciendo así la posible oposición a la penetración económica y cultural de los países avanzados y eliminando la posibilidad de adoptar vías de desarrollo alternativo.
El auge de los nuevos imperios comerciales se fundamenta no sólo en la concentración empresarial de medios, de bienes, poder económico o político por parte de las grandes compañías multinacionales globales sino también en la amplia aceptación de una ideología corporativa global que es “recibida con entusiasmo por los ricos” y asumida de una forma “natural e inevitable” por los pobres, a quienes se invalida para cualquier mínima actuación bajo el convencimiento de que el orden actual de las cosas es el correcto.
Los medios comerciales globales representan el principal caballo de batalla en este proceso promoviendo las virtudes del mercado y los intereses corporativos de las multinacionales y dominando así en todos los estratos y niveles de la sociedad global.
Incluso, en las campañas electorales de los estados donde se veta la participación en debates públicos, y se minimiza la entrada a los gobiernos a las voces disidentes que, el día de mañana pudieran cambiar el actual orden económico y social de las cosas.
En este podemos deducir que las relaciones internacionales ya no se establecen entre la estratificación jerárquica de unos polos de poder político sino económico. Esta polaridad económica, de claro signo mercantilista, es unidireccional y emana de EE.UU hacia el resto del planeta.
Fuente: Introducción al Estudio de la Comunicación de la U de Londres