Clasificación de bienes de negocio

Igual que ocurre con los bienes de consumo, una sola categoría no es suficiente para dar cuenta de los bienes de negocio. Por consiguiente, la clasificación de los bienes de negocio comprende 5 categorías:

  1. las materias primas,
  2. los materiales y las partes de fabricación,
  3. las instalaciones,
  4. el equipo accesorio y
  5. los suministros de operación.

Esta clasificación, cabe señalar, obedece a los distintos usos que un producto puede tener, como la manufactura de otros productos y las operaciones al interior de una empresa.

Denominamos materias primas a aquellos bienes que se convierten en parte de otros productos tangibles, antes de ser procesados en cualquier forma. Tanto aquellos que se encuentran en su estado natural (minerales, suelos, productos del bosque y del mar), como aquellos de origen agrícola y animal, o derivados, (semillas, frutas, verduras, ganado, huevos, leche cruda, entre otros). Y ambos, cabe señalar, se comercializan de modo distinto.

Por una parte, las materias primas en su estado natural obedecen a la ley de la oferta y la demanda, bajo el estándar de competencia (casi) perfecta, puesto que los productores tienen poco control sobre el precio del mercado. Las materias primas, por su gran volumen, se venden de productor a usuario de negocios con el mínimo manejo físico. Razón por la cual, la transportación representa una consideración importante. Es el caso del carbón, las semillas y la mayor parte de algunas frutas, entre muchos otros.

Por otra parte, los productos agrícolas y animales son abastecidos por productores que se ubican a cierta distancia de sus mercados. Controlando así el suministro más no el volumen, dada la etapa de maduración o el ciclo de crecimiento. El producto, cabe señalar, es perecedero y no se genera a un ritmo uniforme a lo largo del año. Tal es el caso de las frutas cítricas, el ganado y el pescado, por citar algunos ejemplos.

En consecuencia, la red de distribución, el transporte y el almacenaje influyen en la dinámica del mercado, encareciendo –muchas veces– los precios.

Los materiales y las partes de fabricación son aquellos bienes que se convierten en parte de otros productos tangibles, luego de ser procesados. En consecuencia, pasan por varias etapas de procesamiento. Así como ocurre con el hierro, el hilo, la harina, el endulzante artificial, los botones, los zippers y los chips de las computadoras, sólo por mencionar algunos casos.

La adquisición de los materiales y las partes de fabricación hace énfasis en el precio, el servicio y la confiabilidad del suministro. A tal grado de ser solicitados hasta con un año de anticipación, de tal modo que el desabasto no entorpezca las operaciones de una empresa.

Llamamos instalaciones a aquellos productos manufacturados que forman parte del equipo principal, de alto costo y larga vida, de una organización. Y que pueden afectar la escala de operaciones, en la producción de bienes y servicios.

Los altos hornos de una planta siderúrgica, los generadores de una presa, los motores de un ferrocarril, el edificio de una fábrica, o bien, los aviones de una línea aérea, ejemplifican este tipo de producto. Puesto que cada unidad representa una cantidad considerable de dinero y requiere especificaciones detalladas para su fabricación, así como labores de instalación, mantenimiento y reparaciones. Razón por la cual, su comercialización exige un sistema de ventas sumamente capaz y bien informado.

El equipo accesorio comprende aquellos productos tangibles que intervienen en las operaciones de una empresa, no obstante, no se convierten en parte de un producto terminado ni afectan la escala de operaciones. Su vida útil, cabe señalar, es más corta que la de las instalaciones pero más larga que la de los suministros de operación. Es el caso de los escritorios de oficina, las herramientas eléctricas pequeñas y los vehículos montacargas, entre otros.

En términos generales, el fabricante puede ofrecer el producto al usuario empresarial. Pese a ello, se vale de detallistas, toda vez que existen muchos clientes potenciales pero los pedidos son relativamente pequeños. Y por consiguiente, el mercado se encuentra disperso en términos geográficos.

Finalmente, los suministros de operación son aquellos productos que –en efecto– contribuyen en las operaciones de una empresa, sin embargo, se caracterizan por su bajo costo unitario y su corta duración. Y tampoco se convierten en parte del producto terminado.

Es el caso de los lápices, la papelería, los aceites lubricantes y el combustible de calefacción, entre otros. El comprador no invierte mucho tiempo ni esfuerzo en su adquisición. Por lo tanto, los suministros son distribuidos en forma generalizada, bajo un estándar de precios muy competido, dada su escasa o nula insistencia (del comprador).