Campaña Publicitaria

La publicidad, en tanto es una disciplina, está adscrita al ámbito de la mercadotecnia y es considerada un elemento de comunicación integral. Toda vez que da a conocer un producto, provocando una relación de intercambio y modificando, en cierta manera, las preferencias del cliente.

Con base en tales características, una campaña de de publicidad se concibe como el conjunto de actividades que intervienen para transformar un tema en un programa coordinado de publicidad, cuya finalidad es dar a conocer un producto o una marca a través de una serie de anuncios, durante un período de tiempo determinado.

En este sentido, el tema converge en un discurso, que abarca una serie de mensajes congruentes entre sí, el cual ha de ser difundido por varios medios.

Una campaña de publicidad, cabe señalar, no surge de la nada ni carece de fundamentos de mercado que justifiquen su planeación y desarrollo. En este contexto, el diseño de una campaña cobra sentido una vez que la organización (1) ha identificado el mercado meta, (2) ha establecido las metas de promoción, (3) ha determinado el presupuesto conveniente y (4) ha convenido el tema y los argumentos de promoción. Todo ello como parte de un programa de comunicación integrada a la mercadotecnia.

Objetivos de la campaña

El propósito de una campaña es, sin lugar a dudas, dar a conocer un producto frente a una audiencia puntual, ya sea un bien, un servicio, una entidad, una idea o un concepto.

En consecuencia, una empresa debe fijar ciertos objetivos para alcanzar dicho propósito. Y a menudo, los objetivos de una campaña suelen ser los siguientes…

Respaldar las ventas personales, dando a conocer la compañía y los productos a los clientes potenciales. Favoreciendo así, la labor de la fuerza de ventas.

Mejorar las relaciones con los distribuidores, dado que los mayoristas y minoristas establecen relaciones de confianza con aquellos fabricantes que respaldan sus productos con publicidad.

Introducir un producto nuevo, de tal modo que la empresa informe al cliente acerca de las características, los beneficios y las líneas que surgen con la introducción de este bien o servicio.

Expandir el uso de un producto, ampliando así la tasa de uso, la frecuencia de reemplazo o la gama de posibilidades.

Contrarrestar la sustitución, reforzando las decisiones de los clientes actuales y reduciendo aquella posibilidad de optar por otros productos.