Relación del ser humano con la naturaleza

Introducción

El hombre es un ser que, junto con los demás seres vivos, forma parte de la naturaleza. Es, por ello, un ser natural, cuya esencia específica consiste en la racionalidad; es decir, posee una inteligencia y voluntad libre. Esta naturaleza humana es universal y le coloca en una situación “privilegiada”, ya que, a diferencia del resto del los seres vivos, su comportamiento no está determinado por sus instintos y necesidades naturales.

El hombre como ser pensante

Fue el último que apareció en el planeta como resultado de una larga y complicada evolución de su especie(los homínidos), a la cual pertenecen el Pitecanthropus erectus y el cromagnon, y otros que han sido identificados como sus antecesores directos.

Desde sus orígenes, y desde que tiene conciencia del entorno que les rodea, el hombre siempre había estado en comunión con la naturaleza. Su capacidad innata de la observación le llevó a conocerla mejor, ya que de esto ha dependido su supervivencia y evolución como ser social.

El hombre como miembro de un grupo social

Como miembro de un grupo social fue cuando aparecieron los primeros inventos. Parece que justo cuando el hombre comenzó a tallar la piedra cambio su historia; antes, sólo se alimentaba de los vegetales que recolectaba y de la carne de los animales que encontraba muertos.

Pero comenzó a tallar flechas, cuchillos, raspadores, agujas y arpones y se convirtió en todo un cazador.

El hombre actual

Pese a no ser muy fuerte ni especialmente veloz, empezó a ser temido por el resto de los animales. Después vinieron el fuego, la rueda, la escritura, la manufactura de armas cortantes, la fundición y la aleación de metales, etcétera.

Más adelante, comenzó a desarrollarse la agricultura, en la alfarería y en el control de los animales domésticos. A partir de entonces, con el surgimiento de la técnica y la tecnología, ese control se ha extendido a la ecosfera en su conjunto, impulsándolo no sólo a transformarla y a sacarle el máximo provecho, sino a adaptarla a sus propias necesidades sin considerar su capacidad de sostenimiento, y que en nuestros días la ha llevado a un estado frágil equilibrio.

El hombre hoy ya no usa a la naturaleza para cubrir sus necesidades insoslayables (comida, vestido, vivienda, sino que “abusa” para satisfacer su gula, perdiendo de vista no sólo a los “otros” con los que comparte el planeta en el presente, sino a las demás generaciones por venir, que requerirán satisfacer sus necesidades más apremiantes.