Wagner, ideología y obra

Introducción

Richard Wagner (1813-1883), teórico y compositor alemán, una de las figuras más importantes del siglo XIX. Nació el 22 de mayo de 1813 en Leipzig y estudió en la universidad de esta ciudad. Entre 1833 y 1839 trabajó en los teatros de ópera de Würzburgo, Magdeburgo, Königsberg (actual Kaliningrado) y Riga. En estos años escribió sus óperas Las hadas (1833) y La prohibición de amar (1836), y varias obras orquestales, entre ellas una sinfonía compuesta a los 19 años.

En 1836 residiendo en Königsberg contrajo matrimonio con la actriz Minna Planer. En Riga finalizó el libreto y los dos primeros actos de su primera ópera importante, Rienzi.

En 1839 Wagner se trasladó en barco a Londres. Durante el tempestuoso viaje por el Mar del Norte concibió su segunda ópera importante, El holandés errante (1841).

A la semana de estar en Londres se trasladó a Francia y se instaló en París, donde entró en contacto con la música de Hector Berlioz.

Permaneció en París, a veces sumido en la mayor pobreza, hasta abril de 1842. El 20 de octubre de 1842 se representó su ópera Rienzi en el Hoftheater de Dresde, Alemania. Su éxito propició que se representase en la misma ciudad su ópera El holandés errante el 2 de enero del siguiente año y que fuera nombrado director del Hoftheater.

Ideología y controversias

Sus óperas, escritos, política, creencias y estilo de vida poco ortodoxos hicieron de Wagner una figura controvertida. Después de su muerte, el debate sobre sus ideas y su interpretación, en particular en Alemania durante el siglo XX, mantuvo su perfil controvertido.

Sus comentarios sobre los judíos han generado debates acalorados, que continúan influyendo en la forma de considerar sus obras por los ensayos que escribió de naturaleza racial a partir de 1850 y su supuesta influencia en el antisemitismo de Adolf Hitler.

Patriotismo

Desde un principio, Wagner fue arrastrado por las ideas de la revolución y el anarquismo (fue compañero de barricadas de Mijaíl Bakunin durante el alzamiento de mayo en Dresde), así como por las ideas socialistas.

Dijo sobre el desarrollo del socialismo en Inglaterra: «el esfuerzo no apuntaba acaso contra la propiedad, sino a que todos tengan algo» o «la propiedad ha recibido en nuestra conciencia social estatista una santidad casi mayor que la de la religión» En sus últimos años se hizo presente en él un renovado cristianismo, mostrándose a favor de la fraternidad de los pueblos.

Muchos autores han creído en la idea de un nacionalismo alemán en Wagner, llevándolo a sus últimas consecuencias y vinculándolo al nacionalsocialismo de más de medio siglo después.

Aunque Wagner renegó innumerables veces de «lo alemán», estando su pensamiento más dirigido hacia la idea de la fraternidad y el socialismo que a cualquier forma de nacionalismo (y menos de racismo).

Con relación a su posible nacionalismo, Wagner dijo por ejemplo sobre Bismarck (paradigma del nacionalismo alemán de su época): «Después de Sedán tenía que haber hecho la paz con los franceses. Con la prosecución de la guerra hasta las puertas de París ha separado a las dos naciones un siglo» (en esto último puede ser considerado como visionario).

Fueron innumerables las muestras de desprecio hacia la forma que estaba tomando la nación alemana (en concreto hacia el, según él, «absurdo rearme» prusiano).

Otros de sus comentarios fue: «El mundo, y sobre todo también ‘Germania’, resulta cada vez más desagradable» «De los alemanes, no cabe esperar gran cosa en ningún caso […] un pensamiento grande y de alto vuelo, si no es ordenado de arriba a bajo — a la manera de Bismarck».

A pesar de esto, una idea que repitió frecuentemente fue la de las colonias alemanas, como puede verse en su obra póstuma Religión y arte.

Monarquía

Richard Wagner siempre defendió el concepto de monarquía absolutista, aunque defendía el derecho a la libertad del pueblo. Es decir, que aspiraba a una aristocracia y un gobierno que tuviese la autoridad para hacer lo que considerase oportuno y al mismo tiempo el pueblo no estuviese tiranizado.

Obra teórica

Wagner ejerció una importante influencia en el pensamiento de finales del siglo XIX no sólo en las artes, sino también en temas políticos como el nacionalismo o el idealismo social. En su obra Oper und Drama (Opera y drama, 1850-1851) presenta su concepción de una obra escénica de tipo revolucionario que integra elementos dramáticos, visuales y musicales hasta formar una obra de arte global o Gesamtkunstwerk.

Esta idea la puso en práctica en los libretos de todas sus óperas y, cuando después de la construcción de la Festspielhaus las condiciones lo permitían, supervisaba personalmente todos los aspectos de la realización.

Otras de sus obras teóricas son Über deutsches Musikwesen (Sobre la música alemana, 1840), Das Kunstwerk der Zukunft (La obra de arte del porvenir, 1849), Religion und Kunst (Religión y arte, 1880), Über das Dirigieren (Sobre la dirección, 1869), Über die Anwendung der Musik auf das Drama (Sobre la aplicación de la música al drama, 1879) y Eine Mitteilung an meine Freunde (Una comunicación a mis amigos, 1851). Wagner también escribió la autobiografía Mein Leben (Mi vida, 1865-1880).

Los aspectos más oscuros de la personalidad de Wagner se refieren a la ruda explotación emocional de su familia y de sus seguidores (y a la explotación económica de sus patrones) y especialmente a su antisemitismo, expresado en el panfleto el judaísmo en la música (1850), que, junto con la fuerte identidad germánica de los temas de sus óperas y la grandiosidad de su música, lo convirtieron en un compositor de atractivo único para los nazis en la década de 1930, factor que por asociación de ideas ha empañado su música y ha dificultado seriamente su aceptación durante mucho tiempo.

Capacidad crítica

La fama de Wagner se basa tanto en sus creaciones musicales (que representan la máxima expresión del romanticismo en la música europea) como en sus ideas revolucionarias sobre la teoría y la práctica de la composición operística.

Comenzó su carrera como compositor de ópera convencional, pero cuando comenzó a trabajar en El anillo del nibelungo ya estaba creando una forma dramática musical totalmente nueva.

La música dramática wagneriana se apoya en el drama griego (que Wagner modelaba para sus textos), en la obra de William Shakespeare y en los versos del poeta alemán Friedrich von Schiller.

En su tratamiento de la armonía Wagner llevó el sistema tradicional de tonalidades hasta sus límites, rompiendo las convenciones que imperaban en las relaciones de tonos y acordes y que, tras el exacerbado cromatismo de obras como el Tristán, inevitablemente conducirían a la atonalidad del siglo XX.

En el siglo anterior la ópera era una sucesión de números independientes: arias, recitativos, dúos, interludios y finales. Para Wagner en el drama musical un principio fundamental era la subordinación de todas las artes, incluida la música, a las necesidades dramáticas de la historia (al menos en teoría, ya que en la práctica Wagner, como cualquier compositor, tendía a dar prioridad a la música).

El leitmotiv (motivo principal) permite un desarrollo temático continuado y las complejas evoluciones de los diferentes leitmotivs aumentan la emoción del drama. En la ópera postwagneriana se aprecia una mayor unidad dramática, consecuencia de la tremenda influencia que el arte de Wagner ejerció sobre todas las formas musicales.