El número de defunciones que se produce en un país depende también del número de habitantes con que cuenta ese país. En los países que tienen más población se producen lógicamente más defunciones que en aquellos que cuentan con un reducido número de habitantes. Por eso tal como ocurría en el caso de natalidad se utilizan tasas con objeto de establecer comparaciones entre unas zonas y otras.
La tasa de mortalidad pone en relación al número de defunciones que se han producido en un año en una determinada zona geográfica con la población total de esa zona en ese mismo año, expresándose esa relación en tanto por mil.
La mortalidad en el mundo actual: La tasa mundial de mortalidad mantiene un valor alrededor del 11 por 1000. Pero mientras que en el conjunto de los países desarrollados la tasa de mortalidad es de aproximadamente un 9 por 1000, en los subdesarrollados se alcanzan un 12 por 1000.
Esto se debe al propio nivel de vida de unos y otros países. En los países ricos se han experimentado, la higiene y la asistencia sanitaria, lo que ha hecho que disminuya de una forma muy clara la mortalidad; estos progresos, en cambio, sólo han llegado parcialmente a los países pobres, donde todavía existen grandes problemas de sub-alimentación y falta de asistencia médica.
Sin embargo, si comparamos las tasas de mortalidad de las grandes regiones mundiales nos encontramos enseguida con varios hechos sorprendentes. Los valores más bajos corresponden a Latinoamérica, Oceanía, América del Norte y la URS. Sin embargo, Europa tiene una tasa más alta, próxima al 11 por 1000.
Ello es debido a que la tasa de mortalidad, no está sólo en función del grado de desarrollo, sino también de la estructura por edades de cada región o país: los países donde predomina la población envejecida tienen una mortalidad mayor que aquello s en los que la población es joven. Por eso, Latinoamérica presenta bajas tasas de mortalidad al ser muy joven su población. Europa, por el contrario, tiene una tasa alta debido a que su población está muy envejecida, mucho más que en la URSS, América del norte y Oceanía. Por último, los altísimos valores correspondientes al continente más subdesarrollado de todos.
Por lo que se refiere a la mortalidad infantil, es muy alta en los países subdesarrollados y muy bajo en los desarrollados. Así, mientras que en los países Africanos son frecuentes tasas del 100 o 200 por 1000, en Europa occidental predominan las tasas cercanas al 10 por 1000. Esto se debe, evidentemente, a las deficiencias en la nutrición y en la medicina infantil que se registran en los países menos desarrollados.
La evolución reciente de la mortalidad: En los países desarrollados se ha experimentado descensos muy notables de la mortalidad: mientras que en el siglo XVIII eran frecuentes tasas próximas al 30 o 40 por 1000, en la actualidad predominan los valores cercanos al 10 por 1000. Este retroceso generalizado de la mortalidad se debe a los avances logrados en los campos de la higiene, la medicina y la alimentación.
Sin embargo, en algunos países europeos se ha observado recientemente un aumento en las tasas de mortalidad, como consecuencia del progresivo envejecimiento de su población. También en los países subdesarrollados la mortalidad ha experimentado un cierto descenso, especialmente durante las últimas décadas. Ello se debe, obres todo, a la difusión cada ve mayor de la asistencia médica. Sin embargo los países más subdesarrollados conservan todavía tasas de mortalidad extraordinariamente altas.
El crecimiento natural de la población en el mundo actual: Actualmente el índice mundial de crecimiento vegetativo es de aproximadamente un 18 por 1000. Es decir, por cada 1000 habitantes del planeta cada año se produce un aumento de 18. Como se puede observar, esta cifra no es más que la diferencia entre las tasas mundiales de natalidad y mortalidad (29 por 1000- 11 por 1000= 18 por 1000).
Como es fácil deducir, el crecimiento natural de los países desarrollados es muy lento, como consecuencia de lo reducido de sus tasas de natalidad. Así la diferencia entre una natalidad de un 16 por 1000 y una mortalidad de un 9 por 1000 representa una cifra de crecimiento natural de tan sólo un 7 por 1000.
Si se consideran las grandes regiones mundiales, se observa que son África y Latinoamérica las que tienen un mayor índice de crecimiento (29 por 1000 y 27 por 1000 respectivamente), mientras que Europa se aproxima claramente a cifras cercanas a cero (4 por 1000). Es más, en algunos países europeos, el índice de crecimiento natural de la población es negativo (como ocurre, por ejemplo, en la Alemania). Cuando esto sucede aparecen nuevos problemas sociales, ya que la población se hace progresivamente más vieja: cada vez hay un mayor número de jubilados que tienen que ser mantenidos por el Estado.