En toda reacción enzimática intervienen dos elementos: la enzima y el sustrato o sustancia que, catalizada por la enzima, se transforma en otro producto o productos.
– Las enzimas se unen con la molécula del sustrato y forman, transitoriamente, un complejo enzima-sustrato, que se descompone y forma la enzima libre y los productos de la reacción.
– A medida que aumenta la concentración del sustrato, la actividad catalítica de una concentración fija de una determinada enzima aumentará de forma hiperbólica hasta aproximarse a una velocidad máxima característica en la que toda la enzima se halla esencialmente en forma de complejo enzima-sustrato (la enzima se halla saturada con el sustrato).
– Cada enzima posee un pH óptimo, así como una especificidad característica para los sustratos sobre los que actúa.
– El nombre de las enzimas, como ya se vió antes, se forma generalmente con el nombre del sustrato con el sufijo -asa, como, por ejemplo, la lactasa, que desdobla la lactosa; sin embargo, algunas enzimas conservan aún sus nombres antiguos, como la pepsina, la tripsina, etc. Ambos componentes, inactivos por sí mismos, unidos por enlaces covalentes forman la enzima activa catalíticamente.
– La apoenzima viene a ser el soporte de la coenzima, es termolábil y determina la especificidad de la reacción enzimática. Presenta u n centro activo en su molécula que constituye una oquedad formada por un número reducido de aminoácidos.
– La coenzima, de bajo peso molecular, es termoestable y la responsable del tipo de reacción enzimática pero no de su especificidad.