Introducción
Conjunto de manifestaciones artísticas desarrolladas por el pueblo azteca entre el 1250 y el 1521 d.C. que se cuentan entre las más importantes de Mesoamérica antes de la llegada de los europeos. El término azteca, junto con los de mexica y tenochca, se utiliza hoy día para designar al pueblo que llegó al valle de México procedente de Aztlán, lugar mítico situado al norte de Mesoamérica.
Arquitectura
El hecho de que la actual capital de México cubra, en la práctica, la antigua Tenochtitlan, capital del Imperio azteca, impide que tengamos una visión completa de las estructuras arquitectónicas y, sobre todo, de la organización del espacio en los centros ceremoniales, o la relación entre estructuras templarias y las construcciones de carácter habitacional.
De hecho, nuestro conocimiento de esta zona se limita a algunos sectores en los que pudieron hacerse excavaciones de carácter restringido o donde se produjeron hallazgos casuales.
Así la llamada plaza de las Tres Culturas, en el corazón de Tlatelolco; las excavaciones en el templo mayor, en el subsuelo de la catedral metropolitana, o en los trabajos para la construcción del metro, más algunos templos aislados, como los de Tenayuca o Santa Cecilia, que nos proporcionan una idea de cómo fueron los templos en la zona central del valle de México. A esto debemos añadir algunos otros asentamientos, como los de Malinalco, Zempoala, Teopanzolco o Calixtlahuaca, en los que se han descubierto importantes estructuras de época azteca.
Escultura
Las esculturas y figurillas de personas son los elementos que identifican las creaciones plásticas del Posclásico Tardío. Son imágenes de hombres y mujeres que expresan los ideales tanto en edad como en belleza. La etapa juvenil adulta era considerada el momento de plenitud que garantizaba la fortaleza en la guerra. Siendo esta edad también la de mayor actividad sexual, las esculturas representan el paradigma social tan necesario para la supremacía imperial.
El notable desarrollo que alcanzaron los talleres escultóricos existentes en las principales capitales indígenas, principalmente México-Tenochtitlan, Texcoco, y Calixtlahuaca, legó extraordinarias figuras escultóricas talladas en rocas volcánicas, el material preferido en el mundo mexica. Existe una imagen del macehual, idealizada concepción del hombre común, o la excelsa mujer desnuda, conocida popularmente como la Venus de Texcoco.
Orfebrería
Aunque los orfebres mixtecos que realizaron las ofrendas de las tumbas de Monte Albán fueron los mejores de Mesoamérica, los aztecas alcanzaron tal pericia en la fundición, combinando oro y plata, que no se quedaron atrás.
Los metales se utilizaban fundamentalmente para hacer joyas: collares, pendientes, pectorales, orejeras, bezotes (adornos que se colocaban en un orificio practicado bajo el labio inferior) y pulseras.
También se hacían figuras y recipientes. Utilizaban la cera perdida y eran maestros en la fundición, hasta el punto de fabricar figuras articuladas. Frecuentemente se combinaban los metales con piedras semipreciosas como el jade, la amatista y la turquesa, formando collares y adornos de gran belleza.
Plumería
La plumería fue una de las expresiones más originales y características de los aztecas, especialmente en la elaboración de mosaicos. Las aves utilizadas para estos trabajos procedían de los bosques tropicales del sur de México y Guatemala, o bien, eran criadas en cautiverio y cazadas con técnicas refinadas que no dañaban el plumaje de la presa. Eran clasificadas de acuerdo con el tamaño, calidad y color, siendo las más apreciadas las verdes de quetzal (sobre todo las larguísimas caudales); las rojas del tlauquecholli, parecido al flamenco, y las azules turquesa del xiuhtótotl.
Los especialistas dedicados a estas tareas se llamaban amantecas y eran muy apreciados, destacando los de Tlatelolco, Texcoco y Huaxtepec. Se conservan buenos ejemplares de escudos y tocados en museos de América y Europa. Destacaremos el escudo del dios de la lluvia, que representa un coyote (quizá el emblema del tlatoani Ahuízotl), pero, sobre todo, el gran tocado de plumas de quetzal con adornos de oro, conocido como el penacho o corona de Moctezuma, conservado en el Museo Etnográfico de Viena.
Cerámica
Constituye la forma de expresión más popular, sobre todo en lo relativo a las figuras de personas y divinidades, entre las que destacan figurillas femeninas de fertilidad y representaciones de dioses. Las figurillas femeninas aparecen de pie, con el cabello dividido en dos crestas o bucles que se elevan sobre la cabeza, un faldellín decorado que llega hasta los pies, y suelen llevar en sus brazos otras dos figuras más pequeñas.
Se ha interpretado como una representación de la diosa madre azteca (Tonantzin, Xochiquetzal, Coatlicue o Cihuacóatl), aunque en la actualidad son consideradas como un símbolo de la maternidad. Otras figuras son representaciones de los dioses Tláloc y Quetzalcóatl Ehécatl.
Literatura y música
A la llegada de los españoles muchos de los textos de los códices prehispánicos fueron recopilados en libros escritos en lengua náhuatl con caracteres latinos. Entre ellos destacan los llamados Anales de Tlatelolco, los Códices Matritenses de fray Bernardino de Sahagún y, sobre todo, por su gran calidad literaria, la Colección de cantares mexicanos y Los romances de los señores de la Nueva España, donde se ensalza lo bello, lo efímero y lo sutil de la vida.
El mundo de la música y la danza corría parejo al de la literatura. Por lo que sabemos existieron gran variedad de instrumentos musicales de los que se sirvieron para realizar escalas pentatónicas y, en ocasiones, de seis, siete o más tonos.