Oído, interno, medio y externo

Definición

El oído es el órgano responsable de la audición y el equilibrio. Se divide en tres zonas: externa, media e interna. La mayor parte del oído interno está rodeada por el hueso temporal. Es un órgano que se encuentra muy desarrollado, principalmente en mamíferos inferiores terrestres y acuáticos. Tal es el caso de los félidos y los grandes cetáceos.

Esto se debe gracias a su evolución fisioanatómica, se han hiperdesarrollado mecanorreceptocitos especializados en destacar el sentido de equilibrio y audición en perfecta armonía. En el caso del ser humano esta evolución no está tan desarrollada.

El oído externo

El oído externo se conoce también como pabellón de la oreja o pabellón auricular. Ésta es la parte del oído que podemos ver. También es la parte que la gente se agujerea para poder llevar pendientes y donde te susurran tus amigos cuando te quieren contar un secreto. La principal misión del oído externo es captar o recibir sonidos.

El oído externo también incluye el conducto auditivo externo, donde se produce la cera o cerumen. La cera es una sustancia viscosa que protege el conducto auditivo. La cera de los oídos contiene sustancias químicas que luchan contra las infecciones que podrían dañar la piel que recubre el interior del conducto auditivo. También recoge la suciedad a fin de mantener limpio el conducto.

El oído medio

Cuando las ondas sonoras entran en el oído externo, avanzan por el conducto auditivo hasta el oído medio. La principal misión del oído medio consiste en transformar las ondas sonoras en vibraciones y transmitirlas al oído interno. Para poder hacerlo, necesita el tímpano, que es una lámina de piel fina y fuertemente tensada, como un tambor.

El tímpano separa el oído externo del oído medio y la cadena de huesecillos, también denominados osículos. Esta cadena está formada por los tres huesos más pequeños y delicados de todo tu cuerpo, que son los siguientes:

El martillo, que está en contacto con el tímpano y, como indica su nombre, tiene forma de martillo.
El yunque, que está entre el martillo y el estribo y, como indica su nombre, tiene forma de yunque.
El estribo, el hueso más pequeño del cuerpo, que está en contacto con el yunque y, como también indica su nombre, tiene forma de estribo.

El oído interno

El sonido entra en el oído interno cuando las vibraciones llegan a la cóclea o laberinto, un tubito enrollado sobre sí mismo en forma de espiral que pertenece al oído interno. La cóclea está llena de un líquido que se mueve, como si fuera una ola, cuando vibra la cadena de huesecillos.

El interior de la cóclea también está recubierto por unas células diminutas cubiertas de unos pelitos tan pequeños que necesitarías un microscopio para poder verlos. Por muy pequeños que sean, son enormemente importantes. Cuando el sonido llega a la cóclea, las vibraciones (sonido) hacen que se muevan los pelitos de las células, generando señales nerviosas que el cerebro interpreta como sonido.

Los oídos no sólo oyen

Los oídos no sólo oyen. También te ayudan a mantener el equilibrio. En el oído interno, encima de la cóclea, hay tres pequeños conductos enrollados en espiral denominados canales semicirculares. Al igual que la cóclea, están llenos de líquido y contienen en su interior miles de pelitos microscópicos. Cuando mueves la cabeza, el líquido que hay en el interior de los canales semicirculares también se mueve.

El líquido desplaza los pelitos, que transmiten señales nerviosas al cerebro sobre la posición de la cabeza. Y, en menos de un segundo, el cerebro envía información a los músculos adecuados para que puedas mantener el equilibrio.