Literatura mexicana

Introducción

Literatura mexicana, obras creadas en México o por autores mexicanos en los diferentes géneros literarios, desde el periodo prehispánico hasta la actualidad. La literatura de México es una de las más prolíficas e influyentes de la lengua española junto con literatura de España, de Argentina y Cuba. Tiene autores reconocidos a nivel internacional tales como Juan Rulfo, Carlos Fuentes.

Octavio Paz, Amado Nervo, Jaime Sabines, Ignacio Manuel Altamirano, Juan José Arreola, Federico Gamboa, José Emilio Pacheco, Alfonso Reyes, Fernando del Paso y muchos más.

Tiene sus antecedentes en las literaturas de los pueblos indígenas de Mesoamérica. Sin embargo, con la llegada de los españoles, se dio un proceso de mestizaje que luego dio paso a una época de criollización de la literatura producida en la Nueva España.

El mestizaje de la literatura novohispana es evidente en la incorporación de numerosos términos de uso corriente en el habla local del virreinato y en algunos de los temas que se tocaron en las obras del periodo. Durante la época virreinal, Nueva España albergó a escritores barrocos como Bernardo de Balbuena, Carlos de Sigüenza y Góngora, Juan Ruiz de Alarcón, Sor Juana Inés de la Cruz, La Décima Musa y Rafael Landívar.

Muy destacados y que dieron la lucha inicial por la emancipación de la literatura nacional de la literatura de la península: Diego José Abad, Francisco Javier Alegre y Fray servando Teresa de Mier.

Hacia el final del régimen colonial, en Nueva España surgieron figuras como José Joaquín Fernández de Lizardi, cuya obra es considerada como emblema de la picaresca mexicana y la primera novela moderna escrita en el continente americano.

Hacia la segunda mitad de ese siglo, surgen obras como Los mexicanos pintados por sí mismos, libro costumbrista que nos da una idea aproximada de cómo veían los intelectuales de la época al resto de sus coterráneos. Hacia el final del siglo, durante el Porfiriato, los escritores mexicanos se inclinan hacia las tendencias dominantes de la época.

Para celebrar el centenario de la Independencia de México, se preparó la llamada Antología del Centenario, que pretendía recopilar autores de los primeros cien años de México, pero quedó trunca y se publicó sólo el primer tomo en dos volúmenes que, sin embargo, recogen la poesía.

Los grandes poetas de la época son Fray Manuel de Navarrete, Fernando Calderón, Ignacio Rodríguez Galván. Destacan la pléyade de poetas modernistas como Amado Nervo y Manuel Gutiérrez Nájera. De la misma época y que recopiló la Antología del Centenario, Luis G. Urbina. De reconocido prestigio, Efrén Rebolledo, José Juan Tablada, Enrique González Martínez y Ramón López Velarde.

Periodo prehispánico

Se conocen testimonios literarios prehispánicos a través de distintas fuentes, como monumentos y objetos con inscripciones, códices con caracteres pictográficos, tradiciones orales y textos escritos con alfabeto latino adaptado a la lengua nativa correspondiente. Este mundo, en territorio mexicano actual, no formaba un conjunto cultural uniforme, sino que se trataba en realidad de grupos de muy diversos orígenes.

Las producciones más conocidas de la época precortesiana corresponden a las culturas mixteca, náhuatl y maya. La cultura del pueblo mixteco dejó muchos vestigios en lápidas, pinturas, cerámicas, huesos y libros portadores de representaciones pictográficas en el área oaxaqueña.

La cultura náhuatl, que no hay que entenderla como algo global, ya que se trata en realidad de grupos nahuas de origen chichimeca y distintas culturas como la teotihuaneca, la tolteca y la mexica o azteca, floreció en el altiplano mexicano y en sus grandes centros ceremoniales de Teotihuacán, Tula, Cholula, el valle de México y Tlaxcala, y puede documentarse a partir del siglo X.

Sobresale una abundante veta poética (se han recuperado más de dos millares de poesías), en su mayoría himnos de alabanza, aunque también han aparecido poemas sacros y algunas piezas líricas.

Miguel León-Portilla, especialista en el tema, ha recuperado Trece poetas del mundo azteca (1967), que se añaden al mítico rey poeta Nezahualcóyotl (1402-1472). En otra obra, Visión de los vencidos, el mismo León-Portilla reunió los testimonios en prosa más importantes escritos antes y después de la conquista.

Se desconoce prácticamente todo el acervo literario maya que tuvo que desarrollarse durante el periodo clásico (300-900 d.C.), ya fuera en forma jeroglífica, oral u otra, en el área que se extiende desde Yucatán y parte del sureste hasta El Salvador.

Gracias a la singular dedicación de algunos misioneros de los primeros años de la conquista, se consiguió reproducir el Popol Vuh o Libro del Consejo, fruto de la tradición oral, que un indio quiché escribió en su lengua pero con caracteres latinos. El manuscrito se descubrió a comienzos del XVIII y se tradujo al castellano.

Los libros de Chilam Balam constituyen un verdadero monumento de la literatura indígena de América. El Rabinal Achi es la única muestra que se conserva de una evidente tradición teatral y permite conocer los usos y costumbres mayas.

Transición hacia la independencia

A lo largo de los dos siglos siguientes, Nueva España vivió culturalmente al ritmo de la metrópoli, aunque con destellos propios importantes.

El siglo XVII, en plena efervescencia del barroco, permite apreciar la obra de algunos autores novohispanos como Arias de Villalobos (1568-?), el poeta más celebrado del virreinato.

Juan de Palafox y Mendoza, que llegó a ser obispo de Puebla y virrey de Nueva España y cuyas Obras (14 volúmenes) tienen un contenido religioso y a favor de los indígenas; Carlos de Sigüenza y Góngora, sobrino del poeta cordobés Luis de Góngora y Argote, que escribió Primavera indiana (1668) y Triunfo parténico (1683), y Matías de Bocanegra, de sólida erudición.

Destaca sobre todos ellos la obra singular y enciclopédica de sor Juana Inés de la Cruz, cuya fama rebasó muy pronto las fronteras de la Nueva España y a la que se consagró como “la única poetisa, Musa Décima”.

Escritores contemporáneos (Siglos XX y XXI)

El proceso que culminó en la independencia dio lugar a la proliferación de ensayos y críticas innovadoras. Baste mencionar la obra de Servando Teresa de Mier o la de José Joaquín Fernández de Lizardi, fundador de El Pensador Mexicano (1812) y primer novelista de América con El Periquillo Sarniento (1816), Noches tristes (1818) o La Quijotita y su prima (1819).

A partir de estos años se inicia la andadura intelectual y literaria del México contemporáneo. Abierto a todas las influencias y corrientes, será caja de resonancia y crisol de invenciones, a la par que mantendrá un permanente esfuerzo de identificación y construcción nacional.

El romanticismo dominante cristalizó en ensayos y arengas al servicio de las dos grandes corrientes en que se dividió el país, liberales y conservadores, en pugna inacabable.

La poesía romántica pasó por tres periodos. El independiente, con Francisco Manuel Sánchez de Tagle, Andrés Quintana Roo y Francisco Ortega (1793-1849), sus precursores.

Después, en torno a la Academia de Letrán se agrupó un amplio elenco de románticos muy influidos por las corrientes europeas: Fernando Calderón, en permanente oposición a Santa Anna; Ignacio Rodríguez Galván, e Ignacio Ramírez, el Nigromante, conocido por su tono mordaz y satírico. Pero sobre todos ellos destaca Guillermo Prieto, fundador de la Academia, diputado y ministro con Benito Juárez.

La siguiente generación de escritores se reunió en torno a Francisco Zarzo (1829-1869), periodista y diputado, defensor de la Reforma, y a Ignacio M. Altamirano, la figura literaria de mayor relieve de su tiempo en busca de la afirmación de los valores nacionales.

En la novela, el costumbrismo tuvo realizadores de la envergadura de Manuel Payno con El fistol del diablo (1845-1846), novela romántica por entregas, o Los bandidos de Río Frío (1889-1891), su obra más conocida. Le siguieron Luis G. Inclán, José María Roa Bárcena y José Tomás de Cuéllar, inagotables productores de galerías de cuadros y costumbres.

Cultivaron la novela histórica Justo Sierra O’Reilly, Juan Díaz Covarrubias y Vicente Riva Palacio, director de México a través de los siglos (1876).

A finales de siglo, con el régimen de Porfirio Díaz y el predominio de los llamados “escritores científicos”, se dio paso a nuevas corrientes como el positivismo filosófico, el modernismo poético o el realismo y naturalismo narrativos. Se considera a Manuel Gutiérrez Nájera el primer poeta moderno de México, acompañado de Salvador Díaz Mirón, Manuel José Othón, Luis Gonzaga Urbina y, sobre todo, Amado Nervo. Enrique González Martínez es el último gran poeta del modernismo mexicano.

En la novela realista, influida por el naturalismo francés y español, destacan Rafael Delgado, Federico Gamboa y Carlos González Peña, el cual desarrolló además una importante labor periodística.